Capítulo 2 - Río Negro

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El Sol tuvo piedad de un alma que no debió existir.

El Sol se compadeció de un alma, al verse reflejada en sus ojos.

El Sol derramó una de sus lágrimas en el corazón de quien nunca debió existir.

El Sol lloró una última vez, una última vez llevado por la piedad.


Luna Tlalmexi se detuvo al ver sus muñecas llenas de sombras.

Vio el rostro del Omecuaime, lleno de terror.

Luna Tlalmexi estaba acostumbrada a que todos sus enemigos le tuvieran miedo, a intimidar con sólo una mirada. Pero la expresión de la Bestia sin alma bajo su cuerpo, sencillamente reflejaba un terror más allá de lo inhumano.

—Por favor...—dijo con la garganta destruida el Omecuaime.

Luna se levantó y caminó con la mirada agachada.

Por toda la calle había un sinfín de cuerpos de hechiceros, Bestias, Tlahuelpuchi, Maciltonaleques y Omecuaimes. Todos destruidos por ella. Todos fueron derrotados con brutalidad, y casi humillados por la facilidad con la que la Comandante los había arrasado. Se vio reflejada en un espejo roto, sus ojos verdes estaban inyectados en sangre, casi haciéndose escarlatas por completo.

Rompió la puerta de una casa y escuchó los gritos desesperados de una familia.

— ¡NO NOS HAGAS NADA! —Le gritaron a Luna.

La Guerrera Jaguar se quedó impresionada de escuchar eso.

Había ido a ese pueblo en específico porque había escuchado los rumores de que monstruos estaban robando niños y asesinando sin control. Todos los monstruos eran consecuencias de la magia del Sexto Sol maldiciendo a las personas, convirtiéndolas en bestias. En esa casa estaban ocultos la mayoría de refugiados.

Podía percibir la respiración agitada de todas las personas.

Olió el temor en el aire.

— ¿Tienen café? —Fue lo único que pudo pronunciar.

Luna empezó a deambular por la sala de estar.

— ¿Y bien?

Una señora mayor se levantó y la guío por toda la casa.

Se sentó en la mesa de la cocina y tomó café directo de una posilla de hierro.

— ¿N-n-necesita algo más? —Preguntó la señora temblando por completo.

Debe pensar que soy una especie de bruja que le sacará el corazón.

—Una cosa—dio un trago largo. Escuchó como todos estaban tensos en la casa esperando su siguiente movimiento—. Cuando ya ni siquiera puedan escuchar el eco de mis rugidos alejándome de este pueblo...

— ¿Debemos alejarnos de aquí?

—No. Deben quedarse y reconstruir. Las casas están casi todas intactas. Derriben las arruinadas, y en su sitio pongan jardines. Nunca, nunca de nuevo, jamás nadie se volverá a acercar a hacerle daño a su pueblo a su gente. Deben demostrarse entre ustedes, deben demostrarse a ustedes mismos, que son más fuertes que esto.

—Pero... Las bestias, los niños...

—Los niños llegarán a salvo antes de la Medianoche.

— ¿Pero cómo podremos quedarnos aquí...?

—Este ha sido su hogar desde hace generaciones. Aquí se han visto familias enteras nacer y morir. Aquí tienen enterrados a sus muertos. Aquí tienen su historia y sus raíces ¡No deben permitir que jamás, nadie les pueda quitar eso! —Luna azotó la posilla contra la mesa, casi partiéndola a la mitad por completo.

Los Guerreros del Quinto Sol III: Imperio RenacidoWhere stories live. Discover now