El beso

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La desesperación sube desde mi pecho hasta mi garganta. Destrozándola por completo y haciendo que me sea imposible respirar.

Busco una salida para el sufrimiento de mi alma.
E

stoy sola. No hay nadie que me acompañe en el dolor.

De repente aparece una mujer mayor y es como si el sonido se rompiera como el cristal y el silencio se posara como una losa pesada sobre todo y todos.

La mujer, de complexión esquelética y cabello ceniza, tiene una mirada colmada de tristeza en sus azules ojos como el mar. Tan profunda y llena de tristeza que se transforma en lágrimas delicadas, que bajan por su rostro, rozando sus arrugas provocadas por el tiempo.

Empieza a avanzar hacia mí.

No le importa pisar la sangre que sale de mis muñecas.

Cuando llega a mi lado se arrodilla. 

Con sus maduras manos acoge mi rostro y sus huesudos dedos acarician mis mejillas, mi frente, mi nariz... toda mi cara con gentileza.
Como una madre acariciando a su bebé por primera vez.

Es el gesto más dulce que alguien ha tenido conmigo en toda mi vida. La amabilidad de su gesto casi anestesia el dolor de mi pecho.
Es mi corazón luchando y forzándose a seguir latiendo con la poca sangre que queda en mi organismo.

Su rostro se acerca cada vez más al mío.

Antes de que me dé cuenta tus labios se han posado sobre los míos. Regalándome un beso, tan delicado y suave como el recorrido del rocío de la mañana en los pétalos de una rosa. Una rosa roja como tus labios.

El beso, aunque dura unos instantes, hace que dolor de todo mi ser desaparezca. Casi suplico porque no nos separemos. Sin embargo nada es para siempre.

Cuando nos separamos, no existe diferencia entre el momento del beso y ahora, el dolor sigue ausente. De repente me siento rebosante de energía, más de lo que nunca he estado. Inexplicablemente me levanto del suelo, pero no porque yo quiera. No soy yo quien mueve mis brazos ni mis piernas. Como si mi cuerpo no me perteneciera.

La dama de océanos tristes y cima cubierta de nieve, me tiende una mano y sonríe, transmitiendo cualquier tipo de emoción menos alegría.

Al tomar su mano un par de alas negras se despliegan a sus espaldas. 

En circunstancias normales me habría impactado, pero hasta hace apenas unos minutos había intentado suicidarme cortándome las muñecas y después una mujer, que no había visto nunca, entra de repente, me besa y todo el dolor de mi ser desaparece. Me levanto y a ella le salen unas alas.

Nada tiene sentido, pero tampoco es que me importe.

La dama misteriosa deja de mirar mis ojos para observar algo a mis espaldas. En esta situación no es que "la curiosidad mató al gato" si no que el gato curioso vio la verdad de una muerte.

Detrás de mí hay una escena tétrica que nunca me podría haber imaginado. 

Mi cuerpo desangrado mira al vacío con unos ojos sin vida. No hace falta que inspeccione si tiene o no pulso, la palidez de la piel lo delata.

Ahora todo tiene sentido.

He recibido el beso de la muerte, y ahora ella me guiará hasta mi destino.

¿A dónde iré ahora? ¿Al cielo o al infierno? ¿Reencarnación?

 Sea lo que sea ella me llevará hasta el final en mi último viaje.

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⏰ Last updated: Jul 15, 2020 ⏰

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