Capítulo 3

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La tarde del día siguiente John vuelve a aquel bar. Es su día libre y tiene tiempo suficiente para esperar por aquel joven. Necesita su gafete para ir al trabajo mañana temprano, y Sherlock lo tiene.

Espera, realmente espera que esté ahí, aunque no le molestaría faltar al trabajo con el pretexto de estar enfermo. Oh, claro que está enfermo de amor por Sherlock.

Sorprendentemente, el asiento donde se sentó la tarde anterior está libre, lo toma y espera paciente —por dentro está muy desesperado— la llegada del muchacho alto. Voltea hacia la puerta de entrada y nada. Una mano en su hombro le provoca un sobresalto, gira la cabeza y sorpresa, desgraciadamente no es él.

Es otro sujeto, alto también, de cabello algo claro y de traje, bien perfumado y de buen ver. Dioses, ¿en serio él pensó eso? Le extiende la mano y John también lo hace, se presenta como Mycroft.

—Eres John Watson, ¿cierto? —dice y él duda en responder, aún así lo hace.

—Eh, ¿sí?. Y tú eres Mycroft...

—Holmes —John asiente, aún dudoso.

—Toma —le dice extendiendo su mano. Es su gafete. —Sherlock no puede venir hoy, vine en su lugar a devolverte esto —señala el pequeño plástico—, ahora, me voy.

Se dirige hacia la puerta, John le alcanza:

—Espera, ¿cómo es que tú lo tienes? —algo molesto, tal vez, pregunta a Mycroft.

—Sherlock me lo dió —arquea una ceja y como ayer, John se siente idiota ante lo obvio. —Tranquilo, todo tuyo. Sólo una cosa, —continua— le haces algo, y todo el gobierno británico irá tras de ti.

Sonríe y John no sabe que decir.

—¿Qué eres tú de él?

—Su hermano mayor, John Hamish Watson.

Se marcha por fin y John siente que se ahoga con su propia saliva. ¿Por qué se siente así?

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Era difícil decir lo que sentía por Sherlock. Llevaba ya tiempo de conocerlo, habían pasado meses desde el día en que conoció a  su hermano mayor y todo había cambiado también. Seguía sin saber por qué fue Mycroft quién le entregó su gafete ese día, Sherlock se negaba a decirle. Bueno, más bien era que las primeras veces que John se lo preguntó fue ignorado totalmente por el muchacho de rizos, y preguntarle a Mycroft estaba descartado, debía admitir que el hermano mayor de Sherlock le daba algo de miedo.

Dejando eso de lado John pensaba que también, eran pocos los meses que tenían de conocerse y Sherlock no le tenía la suficiente confianza, tal vez era algo serio y decírselo con tan poco tiempo de haber dejado de ser extraños ambos sería algo... ¿raro? No lo sabe. Dios, no sabe nada ya.

Sólo hay una cosa que tiene bien clara, una cosa que sabe a la perfección: Le gusta mucho —muchísimo— Sherlock Holmes.

Gay bar | Johnlock AUTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon