Capítulo 18.

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¬ Hermes. ¬

La lluvia caía con fuerza sobre mi cuerpo, pero ya no la sentía. 

El aturdimiento, la desconfianza y la paranoia fluían por mi cuerpo como la sangre. Estaba temblando.

Jamás pasó por mi mente que los Adler mintieran.

Que Hades me mentía.

- ¿Le diremos la verdad o no? — escupió Zeus.

Seid asintió. Sentía la culpa extenderse por su pecho. Aquellos ojos azules me miraban empañados y gritaban "Lo siento".

- ¡No! — gritó Hades al borde del colapso. — ¡¿Qué acaso no te importa que la pierda?! Me destruirás, Zeus...

El chico de orbes negros se sentía desesperado. Era capaz de todo con tal de que no descubriera la verdad.

¿Sería alguna vez capaz de perdonarlos?

Zeus negó.

- Sólo te queda confiar en que el vínculo es lo suficientemente fuerte. — susurró Seid. 

El dolor en su voz era palpable. Casi podías tocarlo.

- Mamá tuvo cuatro hijos. — comenzó Zeus. — Yo soy el mayor, pero luego de mi tuvieron a Hermes. El pequeño condenado era rubio y sus ojos eran tan claros que habría enamorado a todas las chicas de Concord. — el castaño me regaló una sonrisa nostálgica. — Nosotros vivíamos con los alba aún, porque Hades no había nacido. El caso es que, Afrodita había formalizado hace poco con Ralph y llegaron a visitar a Hermes. Mi tía comenzó a llorar desconsoladamente contando que no podía tener hijos y le pidió a mamá que le regalara uno. Evidentemente, mamá se negó, pero Afrodita estaba tan resentida que fue a buscar al regente. En ese periodo se hacía una colecta de niños menores de 1 año, para regalarlos a la ciencia. Se llevaron a Hermes, pero mamá jamás perdió de su vista al chico. Sabía que era lo que le hacían y en qué centro estaba siempre. Hermes era muy infeliz, así que mamá empezó a visitarlo escondida de todos, conoció la felicidad durante un tiempo, al menos fue lo más feliz que pudo ser en esas condiciones.

Tomó una pausa para respirar. Aún seguía iracunda, pero al ver a Zeus tan vulnerable no podía evitar simpatizar con él.

- Entonces llegó al centro en el que estabas tú. Al principio mamá no te prestó demasiada atención, otra niña en un centro cualquiera, pero entonces notó que resistías mejor que los demás las operaciones y las mutaciones. Te hiciste amiga de Hermes sin planificarlo y mamá vio en ti la oportunidad de salvar a su pequeño. — suspiró con pesadez. — Pero cuando tú estuviste lista para arrasar con todo, Hermes había sido mutilado más que cualquiera. Nadie sabía donde estaba. Huiste y salvaste a muchos niños. Mamá te dejó en una pradera de lavanda y reprimió los malos recuerdos, porque aún cuando saliste de ahí, ella no quería que tuvieras esa ira constante contra los doctores de quimera, te haría paranoica, impulsiva, dañina. Hermes apareció meses después, pero no quería vivir con nosotros, quería saber donde estabas tú. Te buscó y cuidó por mucho tiempo, hasta que se olvidó de nosotros. Ustedes estaban destinados a tener un vínculo extremadamente fuerte, creo que si mamá no te hubiera borrado los recuerdos estarías atada a el, de por vida... de forma amorosa.

El Inframundo De Raven. [En Edición] Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon