01

2K 262 35
                                    

No estaba. Busco en cada maldito rincón de Karmaland, y no estaba. ¿A donde había ido?, ¿Porqué no aviso a donde iría y cuanto tardaría?... Joder, si es que ya parecía las típicas novias que celan al novio las veinticuatro horas, ¡Pero nadie podía juzgarlo!, Auron llevaba una semana desaparecido. No había dejado una nota, ni había dicho a donde iría, ¡Ni siquiera había sacado a Frederick de la maldita casa!. Tuvo que ir a sacar al pobre niño y lo primero que hizo fue abrazarse a sus muslos llorando. ¿¡Siquiera le había dejado comida en la casa?!, la respuesta era no.

Ahora mismo Luzu se encontraba dando vueltas por su sala, la luna alumbraba tenuemente esta misma, dándole un poco de iluminación. Sus niños ya dormían, no podía ni debía hacer mucho ruido, no a menos que quisiera que sus pequeños le vieran en ese estado tan... Lamentable.

— ¿Donde diablos estas, Auron...?.

Una pregunta susurrante fue lanzada al viento y se perdió en el. Derrotado, se sentó en el sofá mas cercano a su posición y cubrió su rostro con sus manos, tratando de no alartar a los infantes del lugar con sus sollozos. Solo quería encontrar a su amado, solo quería saber donde estaba, solo quería oír sus “¡Mi niño!”, pero por mas que rogara y rogara, nadie le haría caso, como en múltiples ocasiones anteriores.

Finalmente, sucumbió al llanto y poco después, al sueño. Él no lo sabia, pero desde fuera de su casa unas orbes esmeralda le veían con dolor y, sin que esta misma persona de orbes esmeralda supiera, poco después de su llegada, unas pequeñas orbes rosadas miraban con un dolor mayor al castaño. Solo se dio cuenta del dueño de estas orbes cuando este mismo se acerco al mayor y lo arropo cuidadosamente. Él de orbes esmeralda apenas tuvo tiempo de esconderse de la mirada de aquel niño.

¡Vete, él es nuestro nuevo papi!Where stories live. Discover now