Capítulo II

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Un hombre de baja estatura, algo pasado de peso y con el cabello cubierto de canas portaba en su mano un candelabro, al verlas palideció

¿Reina Elsa?

Ambas se miraron confusas entre tanto el hombre daba cortos pasos temerosos en dirección de ambas mujeres

Si, es la Reina y su hermana ¡Están vivas! –Empezó a retroceder sin esperar respuesta y sin más se giro a toda velocidad saliendo de aquel espacio que parecía haber sido la cocina de ese palacio alguna vez.

¡Ahora si estoy asustada! –Apenas replicó la más joven de las dos-

La rubia le tomó la mano y la haló hacia ella -Tenemos que salir de aquí Em, y rápido- sin soltarle la saco de donde se hallaban y comenzaron a buscar alguna salida para tratar de ponerse a salvo, atravesaron un gran salón que se veía cubierto de algunos muebles tapados con mantas, quizás para evitar que se dañaran con el poco uso, en las paredes habían cuadros que por la poca luz que entraba a través de los ventanales era difícil de observar, caminaron en silencio buscando una salida cuando de pronto las puertas del palacio se abrieron

¡La reina de Arendelle!

Quedaron paralizadas en su lugar, una improvisada multitud de soldados se habían agrupado rodeándolas y el mismo individuo que vieron correr minutos antes estaba allí frente a ambas

¡Toquen las campanas! La reina ha vuelto y la princesa está con vida, todo volverá a ser como antes

No sabía si era el frío que emanaba del cuerpo de Grace o si aquel loco sueño le estaba provocando escalofríos internos, pero sentía que en cualquier minutos se congelaría allí sin decir nada, como una perfecta estatua.

¡Busquen a los sirvientes para que limpien el castillo! ¡Reina sígame!

Intercambiaron miradas en silencio y con fuerza empujó a Emile que parecía haber perdido el alma en el camino

¡Estamos felices reina Elsa! Mañana cuando todos en Arendelle lo sepan, prepararemos una gran fiesta

¿Fiesta?

Detuvo sus apresurados pasos justo al pie de aquellas escaleras que conducían al otro nivel

Fueron tres largos años de ausencia reina, desde aquel triste día las hemos buscado por todo el reino, en barcos recorrieron los alrededores, expertos en nadar saltaron al aguan en busca de algo que nos guiara hasta ustedes, pasaron tantas cosas –el hombre trago duro para evitar llorar delante de la principal autoridad de aquel territorio- Me alegro que la princesa esté con usted, sana y salva

Apretó su mano para que Emile dijera algo, pero está seguía perdida

¿Qué día es hoy…? –el hombre que se había girado para continuar su camino, notó que la reina quizás sufrió algún cuadro de amnesia, no recordaba su nombre ni tampoco en que fecha se encontraba -23 de Diciembre de 1714 y soy Kai majestad, su más fiel súbdito-

¡1714! Logro susurrar Emile con dificultad mientras se apoyo en el cuerpo de su compañera para evitar desmayarse

Abrió una puerta enorme de par en par, entro primero y con gran destreza encendió con su candelabro los otros que se hallaban apostados por toda la espaciosa habitación –Su majestad Elsa, esté es su aposento, allí dentro –señalo a la izquierda un gran closet con puertas de madera perfectamente cerrado- Podrá hallar parte de su vestuario, claro que usted por lo que veo aún prefiere los de fabricación propia- observándola con aquella improvisada ropa de dormir hecha de hielo- Ahora llevaré a la princesa a la suya-

Cuentos que ya no son cuentosWhere stories live. Discover now