Capitulo 23

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Leiftan retornó a su habitación con una sensación asfixiante y de gran peso sobre su cuerpo, había tratado de relajarse un poco dando una vuelta por el cuartel, pero el malestar que le colmaba la carne le había hecho imposible tranquilizarse y despejar un poco su mente. No podía evitar pensar en aquella mirada de Miiko y suponer lo peor. Ah pesar de que verificaba una y otra vez, tratando de explorar la situación lo más fríamente posible y así acusar con el dedo un "algo" que provocase aquello observado, nada estaba funcionándole. Sabía que la situación se había complicado demasiado, que la kitusne quería respuestas al dilema con el daemon y que estaba dispuesta a todo con respecto a su nefasto plan en el cual involucraba a Erika.

Él tenía que impedirlo, ¿pero de qué manera podía hacerlo? ¿Debía continuar con el plan previo a este desastre informativo o moverse por otra opción?, Leiftan ya había considerado varias posibilidades, y no obstante empezaba a sentirse ahogado y acorralado, había, en su momento, pensado que utilizaría esa oportunidad de reunir a los jefes de guardia y a Miiko en un mismo lugar para dar su jugada. Los iba a tomar por sorpresa con ayuda de Lance, pero, de pronto la idea ya no le estaba agradando demasiado, ya no le parecía la cosa más sensata, y todo era debido a que su cuerpo estaba debilitado. Los cambios que sucedían dentro suyo y los niveles anormales del mana le estaban afectando, algo le había hecho el Oráculo, solo para perjudicarlo...

Probablemente ahora no era ni la mitad de lo había sido unos meses atrás y eso complicaba su situación, no sabía si las cosas podían descontrolarse y la jugada voltearse a favor de la guardia si decía desvelar la verdad en ese instante crucial.

No tenía tampoco demasiado tiempo para pensar la situación con ojo minucioso y encontrar una escapatoria la problemática que se planteaba, tenía que pensar en algo, y debía de hacerlo pronto, tan pronto como pudiese, pues Miiko estaba alterada y decidida en su plan. Cuando Erika retornase al cuartel entonces los engranajes comenzarían a moverse, así que debía pensar en algo tan sensato y rápido como pudiese.

En medio de su enfado por ver como la situación no resultaba de forma satisfactoria; apretó sus puños y se preguntó siquiera en donde estaba el tarado de Ashkore, desde hacía un tiempo que no le veía y que faltaba a las reuniones que ya habían acordado de ante mano, Leiftan no entendía a que se debía esto, y la guardia lo mantenía muy ocupado como para averiguarlo.

Amaya continuaba regresando con las notas que el daemon le escribía; atadas al cuello, así que sabía que Ashkore, donde fuese que se hubiese metido ahora, no estaba recibiendo sus cartas, eso frustraba y molestaba a Leiftan, no conciliaba comprender como de pronto las cosas se estaban saliendo de sus manos. La situación pintaba para mal y para peor, no podía permitirse que Erika bebiese aquella poción de la verdad, si ella lo hacía diría aunque fuese por la fuerza que él era el daemon que estaban buscando, viéndose así de débil aun si escapaba de la guardia sabía muy bien que utilizarían a su amada para hacerlo regresar. ¡Qué frustrante situación!

Mínimo contaba con un día para hacerse de algo eficaz. Tenía que pensarlo, aun si su cabeza terminase doliendo y los pensamientos terminasen chocando entre sí, tenía que pensarlo, tenía que descubrir la manera de salvar la situación, de evitar que Erika bebiese esa poción, de encontrar la forma de contactar con Lance, de sacar un beneficio a este des fortunio. De lo contrario incluso Erika podía terminar peligrando por su culpa, ¡no podía permitirse que eso sucediese! Tenía que asegurar que ella estuviese bien, eso debía ser lo primero, la primera y más necesaria prioridad debía de ser Erika. No podía dejarse cegar por el plan que había estado llevando por años, debía primero mirar por el bienestar de Erika y la manera de que ella no encontrase un mal destino por haberse involucrado con él.

Leiftan caminaba de un lado a otro por la anchura de su habitación mientras pensaba tanto como le era posible una solución considerablemente buena, Amaya le miraba desde su cama, muy ajena a lo que su dueño estaba padeciendo, con una carta que Ashkore no recibió atada todavía a su cuello. La panalulu solo le miraba ir de allí para allá, sin hacer ningún sonido, sin hacer ningún movimiento que no fuese el desliz de sus ojos que seguía con constancia los que hacia su dueño.

Mi Daemon Ideal | Eldarya | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora