12. Viaje de emociones

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Kyle entró y no pude evitar sentir vergüenza en la mayor capacidad, tanto que ni siquiera podía verlo fijamente a los ojos.

—él dice que no hay problema y que está orgulloso de ti por tomar esa decisión pero que va a darte un buen sermón por ponerte de borracha anoche.

—pues prácticamente me obligaste así que...

—yo no te obligué, tu misma aceptaste.

—como sea—repuse—, voy a ponerme algo mejor que esta ridícula pijama que huele a vomito.

—ah, si, se me olvidó que también vomitaste un poquito en el baño—se burló y mi rostro se enrojeció.

—cállate, Kyle.

—yo no tengo la culpa del exceso de bebidas extravagantes que tomaste—Stella se rió al escuchar como decía algo parecido a su reproche de hace rato.

—¿de qué lado estás?—repliqué.

—del lado de la gente sobria—contestó ella restándole importancia.

—eso es traición.

—ve a cambiarte—dijo Kyle sin parar de reír.

Alguien iba a pagar por eso algún día.




Las manos me sudaban y no podía dejar de moverme en el asiento del auto de Kyle. Ya estábamos completando dos horas de viaje para llegar a nuestro destino y conforme pasaba el tiempo más inquieta me ponía.

—¿puedes tratar de calmarte un poco? Me pones nervioso también a mí.

—no tienes porqué estar nervioso.

—cierto pero igualmente, ¡ya deja de tocar tu muñeca!—exclamó.

Observé mis manos y si, estaba de nuevo midiendo mi muñeca como acostumbraba cuando me ponía nerviosa.

—lo siento.

Kyle acercó su mano derecha hasta la mía entrelazando nuestros dedos.

—trata de respirar profundo, todavía faltan unos minutos para llegar.

Asentí y traté de controlar mis respiraciones cerrando los ojos. Luego de un rato Kyle detuvo su auto pero yo no quería abrir los ojos para ver esa casa, aún no. Sentí que la otra mano de Kyle tomaba mi rostro con delicadeza.

—si sucede algo malo, no te preocupes, no te dejaré sola.

Abrí los ojos encontrándome con los de Kyle quien tenía una suave sonrisa en su rostro para animarme. Bajamos del auto y pude ver la vieja casa de mis padres. No era la que yo había comprado, esa era enorme para que pudiéramos estar todos juntos, pero el orgullo de mi madre era tan grande que no soportó la idea de seguir viviendo a costillas mías y prefirió volver a la casa donde yo había pasado mi infancia. Kyle volvió a tomar mi mano para ayudarme a seguir caminando hasta que llegamos a la puerta la cual el tocó y luego una señora de cabello castaño recogido con uniforme de enfermera abrió.

—eh... venimos a ver a Beth Foster—dijo Kyle cuando yo no podía argumentar palabra.

—ustedes deben ser los chicos de los que habló Marcus.

Versos fríos [EN EDICIÓN]✔️Where stories live. Discover now