34. Cristales rotos

20 2 0
                                    

Kyle

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Kyle.

Cuando Dely salió del auto la noche anterior también decidí irme. Dejé las llaves en recepción mientras Newt discutía por el teléfono con Moyra. Al otro día no quería salir de la cama pero me obligué a hacerlo debido a que Stella ya había llegado. Bajé y la encontré desayunando con Donna en la cocina.

—buenos días—saludé y me acerqué a la cafetera para servirme un poco de lo que había en su contenido.

—buenos días—contestaron.

—hermano, ¿cuándo te vas a afeitar?—dijo Donna con una expresión de asco.

—este será mi nuevo look—me senté con ellas en el comedor y no pude evitar notar que Stella me estaba viendo con una ceja enarcada—. ¿Qué?

—aféitate esa barba, cada vez que la miro me dice a gritos que estás desesperado.

—eso no es lo que quiere decir mi barba.

—¿entonces qué es? Porque lo único que noto es lo mucho que te dolió terminar con Dalia—replicó.

—ella tiene razón—añadió Donna.

—¿por qué no dejamos de hablar de mí y me dices si ya encontraste un apartamento y un empleo?

—lo del empleo lo tengo solucionado.

—¿qué conseguiste?

—llamé a Myles y me ofreció ser bailarina en los videos donde él trabaja como director.

—que afortunada tu que puedes trabajar haciendo lo que te gusta.

—tú también lo haces... o bueno, lo hacías porque desde el video de Newt y Dalia no has trabajado.

—no han resultado contratos.

—en fin, lo del apartamento es lo único que me ha tenido como loca porque Stella me ha acompañado a verlos y los que están bajo mi presupuesto son un asco.

—no me digas que tu presupuesto es de treinta dólares al mes—me burlé.

—obvio no, deja de estar burlándote de mí. Hoy iremos a ver otros dos que encontré para ver si alguno me interesa.

—iré a comprar unas cosas al supermercado, no tengo idea de con qué sobreviven ustedes en este apartamento—anunció Stella.

—pizza—contestamos al unísono lo cual indignó a la tierna señora que tenía frente a mí.

Ella salió y Donna descargó sus brazos sobre la mesa sobresaltándome.

—¿qué te pasa?—protesté limpiando mi camisa cuando unas gotas de café saltaron sobre ella.

—a mí nada, dime tu y esa horrible barba de pirata que llevas.

—ah si, la quiero tener como el capitán Barbosa—reí y ella hizo otra mueca de asco.

Versos fríos [EN EDICIÓN]✔️Where stories live. Discover now