▘23_Cinco muertes

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—Tienes que estar muy ciego para lanzarte con algo así —dudé agitando la revista en mi mano.

—No tienes idea de cómo se siente tener información de valor en tu mano, información real, saber cuan lejos puede llegar y no poder probarlo.

—A eso me refiero —dije señalándole—. Me parece imposible que se lo inventaran todo.

Michael bajó la vista.

—¿Qué buscas, Sasha? ¿Qué sentido tiene hablar de esto cuando estamos en la cuerda floja por la misma razón?

—Busco respuestas.

Suspiró y tragó en seco antes de incorporarse y verme a los ojos.

—Creo que deberías olvidarte de todo, en especial tú que no conoces el medio. No creo que te traiga nada bueno.

No podía creer lo que escuchaba, incluso vi una sincera preocupación en su mirada. Por un instante creí que Michael estaba intentando que no me metiera en más problemas.

—No voy a quedarme de brazos cruzados —aseguré—, mucho menos cuando es obvio que alguien trata de ocultar algo.

—No tiene sentido gastar tiempo y arriesgarse por algo de lo que ni tan siquiera estás segura.

—¿Necesitas más seguridad de la que los sucesos te dan? —Solté la revista sobre la mesa—. Nadie que no estuviera viendo el peligro en que estaba poniéndose al tener esos artículos circulando se habría encargado de borrar el perfil y aplastar a una pequeña revista en decadencia.

—Eso no te dice nada.

—Eso me dice que la persona que mató a la chica tiene su teléfono, que jamás se reportó en ningún reporte policial, o peor, que es la policía quien lo tiene.

—¿Estás diciendo que la policía eliminó el perfil de la chica para quitarse las culpas?

—Para eliminar la única evidencia que les exponía o para librar de culpa al verdadero culpable.

—¿El culpable?

—O los culpables —aseguré—. No tengo idea de que busquemos, pero es obvio que un obrero de la media no puede solicitar este tipo de favores a la policía, ni pagar servicios de una prostituta en un hotel como El Ritz, mucho menos encargarse de limpiar toda evidencia de una chica muerta al punto que parezca salida de un laboratorio.

—Esas son solo suposiciones.

—Lo son y sabes que tengo razón. —Michael se quedó en silencio observándome—. ¿Te vas a quedar de brazos cruzados?

—No entiendo porqué quieres meterte en problemas por algo así.

—No voy a dejar que nos inculpen de algo que no hice, no me da la gana de verles ganar, no lo voy a permitir —dije empecinada.

Siguió mirándome, valorando mis palabras. No entendía porqué estaba renegado de actuar. Había mucho por investigar y no parecía el hombre que conocí aquel primer día. El Batman vengador ahora me observaba con ojos temerosos y se restregaba las manos intentando alargar su respuesta.

—¿Qué tienes pensado hacer? —cuestionó atento.

Agarré la revista y fui a la impresora para fotocopiar cada página. Recorté las fotos de las chicas nuevas y le lancé la revista a Michael en lo que me hacía con lo necesario para tomar notas frente a la pizarra de corcho.

—En orden cronológico —pedí observándole por encima del hombro.

Michael bajó la vista y comenzó a leer las líneas relevantes:

Kikimora © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora