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Kauai era sin duda el lugar más hermoso que Izuku había visto en su vida, siempre había oído a Katsuki y a Eijiro hablar del hotel, pero no podía creer que nunca les hubiera escuchado hablar de la belleza de la exótica isla. Por todas partes había gigantescos hibiscos con flores de todos los colores, las colinas y los valles estaban cubiertos de verde y exuberante vegetación y en la base de todas las plantas tropicales se encontraba la playa de arena más blanca que había visto jamás y el mar, ¡Oh cielos! las aguas turquesas estuvieron a punto de dejarlo sin respiración y en la distancia, las montañas parecían rodear y proteger toda aquella belleza.

— ¡Izuku! —

Izuku se giró al escuchar el grito y vio a Mina tratando de correr mientras se balanceaba como un pato por la zona del vestíbulo. Ellos sólo se habían visto una vez con anterioridad, pero habían chateado y hablado por teléfono muchas veces desde que Mina se casó con Eijiro, el hermano de Katsuki.

— Mírate — Izuku abrazo a la embarazadísima mujer y luego se hecho hacia atrás para volver a mirarla — Sigues estando guapísima —

Mina puso los ojos en blanco — Uf, estoy rivalizando en peso con los delfines que hay allí fuera — señaló hacia el mar — ¿Dónde está mi cuñado? —

— Aquí mismo — Katsuki cruzó la zona abierta del vestíbulo y como le ocurría siempre, a Izuku se le aceleró el corazón, la suave brisa del mar le alborotaba el cobrizo cabello y su brillante y blanca sonrisa destacaba sobre la piel bronceada. Y acababa de hacerle el amor de forma apasionada a bordo de su jet, no sólo en la cama, sino también en la ducha. Izuku apenas había tenido tiempo de peinarse y ponerse un par de sandalias blancas y un conjunto de playa rosa.

Katsuki se interpuso entre las dos mujeres y abrazo a Mina — Estás muy guapa, ¿dónde está Eijiro? No puedo creer que te haya perdido de vista durante más de un minuto —

— Yo tampoco — se río Mina — Es muy protector con sus chicas — Izuku observo cómo la otra mujer se pasaba la mano por el protuberante vientre, estaba seguro de que fue un gesto inconsciente y sin embargo cargado de amor.

Mina y Eijiro eran dos de las personas más generosas que Izuku había conocido en su vida; no era de extrañar que se hubieran sentido atraídos el uno hacia el otro al instante.

— Katsuki, Izuku — Eijiro se dirigía hacia ellos

— Te lo dije — murmuró Mina con una sonrisa mientras se giraba hacia su esposo, con el que sólo llevaba siete meses casada

Eijiro deslizó la mano por la cintura de Mina o por donde estaba antes la cintura y la atrajo hacia sí — Ya era hora de que sacaras a Izuku de esa oficina para que viera el resultado de su trabajo —

— Oh, no me importa — le dijo Izuku — Pero tengo que admitir que éste es el lugar más hermoso que he visto en mi vida —

— Eso es lo que queremos oír — contestó Eijiro antes de centrar la atención en su hermano — ¿Cuánto tiempo van a quedarse? —

Katsuki se encogió de hombros — Unos cuantos días, tenemos algunos asuntos de los que hablar contigo personalmente y a mí me gustaría tomarme un día de relax —

Eijiro alzó las cejas — ¿Relax? ¿Katsuki Bakugou? —

— De vez en cuando sucede — se defendió Katsuki

Izuku abrió la boca y antes de que pudiera pensárselo mejor preguntó — ¿Cuándo? — Eijiro echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, Mina se rio entre dientes aunque trato de mostrarse educada y Katsuki se quedó mirando a Izuku.

¿Por amor o por negocios?Where stories live. Discover now