Siete

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MICAL ETHRIDGE

Su silencio me hacia sentir tonta por haberle pedido que sea mi supervisor cuando este de internista en el hospital que la facultad nos enviaba y casualmente era el mismo donde él comenzó con si nuevo trabajo.

—Señorita Ethridge, debo pensarlo bien antes de tomar una decisión — dijo pasando una mano por su rostro, se veía serio y algo cansado.

—Sólo díga si no puede, de todas maneras no es necesario, es mejor que me vaya.

Alce mis libros que deje sobre la mesa y colgué la mochila en mi hombro nuevamente, lista para irme. Al parecer no estaba dispuesto a ayudarme.

Ahora tenía que buscar como lidiar con mi docente de la materia, ya que no me gustaba del todo la sangre. Sabía que al estudiar medicina me tocaría pasar por ello pero me sentía insegura al tratar con un paciente real de carne y hueso, por que es muy diferente tratar con uno que está muerto o uno virtual.

—Te voy a ayudar, seré tu guía, sin embargo necesito que respondas una duda.

Solté el aire que tenía retenido y con un asentimiento de cabeza le pedí que  siguiese.

—Nunca se necesita un supervisor cuando estás de internista además del docente de la materia, ¿por qué yo?

—Tengo miedo a fallar, no cumplir bien las tareas que me mande el docente y usted es el único que...

—¿Qué? No tengas miedo, en decirlo.

—Usted es el único puede ayudarme en mejorar los errores que cometa en el hostpital y confío en... usted.

Una sonrisa apareció en sus labios mientras movía la cabeza en negación.

—Si te voy a ayudar deja de tratarme de usted, no entiendo por que lo haces, ya que la primera vez que cruzamos palabras me llamaste Atesh sin ningún problema Mical.

Sentí  mis mejillas calentarse, al recordar ese momento en el hospital.

—Esta bien, Atesh —mumure entre dientes, causando la risa de mi recién adquirido supervisor que me miraba divertido.

—No muerdo ¿Sí?  —dijo limpiando sus labios con la servilleta— Sólo si quieres.

—Ya tengo quien me muerda —comenté con tanta naturalidad que hizo que el rostro de mi acompañante pasa de estar divertido a uno más serio desde que estuve frente a él.

—Creo que debo irme —mumuro con los dientes apretados dejando su merienda a medio comer sobre la mesa— Nos vemos en la próxima consulta de tu abuela.

Sin decirme más, me dejó. Que mal educado ¿Acaso dije algo malo?.

Estoy segura de no haber dicho nada malo, el sólo hizo una mala interpretación con respecto a quien me muerde, sí, así es.

Tonto.

Rio divertida por la situación llamando la atención de algunas personas a mi alrededor a las cuales no les doy importancia.

—Vaya, vaya y que bicho te ha picado para que andes con una sonrisa en tu cara de amargada.

Quito la sonrisa de mis labios y observo serena a mi querido amigo y compañero de clase, detesto cuando es tan directo aún así lo quiero, lo quiero tres metros bajo tierra en este momento.

—Vamos no me mires así, se que después tu sola me contarás lo que sucede. —me giña un ojo en su intento de coqueteo.

—Sem —advertí fingiendo molestia, el comenzó a reír y pellizco mi mejilla divertido.

LE DIJE ADIÓS A LAS CITAS AMOROSAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora