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UN JOVEN PELILILA CAMINABA POR la extensa casa, dirigiéndose a su habitación luego de entrenar para el torneo de Cell, su sudor empapaba la toalla blanca que enrollaba su musculoso cuello, no podía evitar exigirse en los entrenamientos, no cuando ...

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UN JOVEN PELILILA CAMINABA POR la extensa casa, dirigiéndose a su habitación luego de entrenar para el torneo de Cell, su sudor empapaba la toalla blanca que enrollaba su musculoso cuello, no podía evitar exigirse en los entrenamientos, no cuando el futuro de este tiempo y el suyo dependía de sí saldría vivo ese día. Secó una de las tantas gotas de su sudorosa nuca mientras pensaba en su madre del futuro, ¿Que estaría haciendo? Seguramente pensando en algún invento, regando las pocas plantas del jardín –lo que quedaba de el–, el joven no estaba muy seguro. Su madre era una mujer impredecible y activa, ella era capaz de todo y su estadía en el pasado era la prueba de ello.

Una risa de bebé lo sacó de sus pensamientos, para su sorpresa esta sonaba más aguda que la de su yo pequeño, pero venía de la misma dirección en la cual dormía su yo bebé. Caminó hasta allí curioso y con un presentimiento cálido, quizás ella...

Se encontró con la cuna del bebé Trunks hecha un desastre, juguetes por aquí y allá, sonajeros de distintas formas desparramados por toda la cuna y el bebé ojiazul en medio de ella, mirándolo con las cejas fruncidas, osea con su típica mirada, cortesía del padre. Pero la risa risueña volvió a escucharse, en la otra punta de la habitación, había una cuna un poco más pequeña color blanca, una que nunca había visto y con una sonrisa se acercó allí, pues estaba seguro que esa bebé era quien él pensaba.

—¿Así que por fin llegaste no, Gissa?—acarició la regordeta mejilla de la bebé Son, felíz de que ella sí haya llegado en esta línea temporal.

Una Bulma medio agitada ingresó a la habitación de los bebés, casi llevándose por delante uno de los tantos sonajeros, el bebé Trunks podría tener una colección completa de estos.

—¡Trunks, llegaste!—abrazó a su hijo, hace días que no tenía la oportunidad de ver a su bebé gigante, según ella, del futuro.

—Perdón mamá, estuve entrenando y no me di cuenta...

—No importa cariño, lo entiendo—agarró al bebé Trunks que exigía la atención de su madre amenazando con llorar— ¿Ya conociste a Gissa, no? Seguramente tu padre te contó sobre ella.

𝑹𝑬𝑵𝑨𝑪𝑰𝑫𝑨 |𝑫𝒓𝒂𝒈𝒐𝒏 𝑩𝒂𝒍𝒍 𝒁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora