Me despertaba llorando en medio de la noche, algunas veces en mi cama y otras en el sofá, de alguna forma mis amigas conseguían que volviera a dormir una vez más.

¿Qué fue de él?

Las preguntas sin respuestas se habían convertido en algo rutinario para mí, no es como si no hubiese hecho todo lo posible por ponerme en contacto con él, le rogué a Patrick para que se pusiera en contacto con Luciana pero al parecer ella había cambiado su número de teléfono. Después de todo, Patrick seguía siendo un simple empresario para ella y no podía hacer mucho más.

Strom había hecho lo mismo pero yo seguía dejando mensajes en un chat ficticio, ya no esperaba respuesta, solo necesitaba plasmar todo lo estaba sintiendo y a la vez intentar vaciarme de este dolor que me mataba por dentro. Estaba enamorada, solo me bastaba cerrar los ojos para poder verlo en la oscuridad de mis recuerdos, sus ojos azules brillando cada vez que pasaba las puntas de sus dedos por mi rostro o su sonrisa encantadora cada vez que iba a su encuentro.

Muchos me decían que debía dejarlo atrás, que tal vez él no estaba destinado para mí, que podía conocer a alguien más pero no, yo sabía que Strom Ackermann era mi futuro y yo no quería a nadie más que a él en mi vida. Y Kai odiaba escuchar esas palabras de mi boca.

—    No vine a discutir contigo, Kai.

Los jueves se habían convertido en días un poco más felices gracias a la compañía de mi sobrina. La llevaba al parque o nuestro centro comercial habitual, ella disfrutaba comer postres de chocolate mientras veía a la gente caminar de un lado a otro desde los grandes ventanales de su cafetería favorita.

—    Está bien, sólo quiero que estés mejor, nada más.

—    No ayudas mucho, hermanito. — le regalo una mueca más que una sonrisa pero eso parece reconfortarlo.

—    ¿Nos vamos ya?

—    Nos vamos.  tomo su pequeña mano entre las mías y caminamos fuera de la casa de mamá, por suerte ella no estaba ahí para acosarme con preguntas acerca de cómo lo estaba llevando.

Pero ella no era la única.

Patrick era otro de los que se habían unido al club de salvar el espíritu de Jinx Valls, o lo que quedaba de ella. Había rechazado sus invitaciones de tomar un café o a sus intentos por llevarme de fiesta, no consiguió ninguna de las dos cosas hasta que me llamó pidiendo ayuda para comprarle un regalo a su actual conquista.

Como buena amiga, aunque algo sorprendida, decidí quitarme el chándal viejo de mi cuerpo y meterme en algo relativamente decente para salir a la calle. Para estas cosas solía tomarme mi tiempo pero en esta ocasión sólo tardé diez minutos; cinco en ducharme y otros cinco en vestirme. Ni siquiera me apetecía maquillarme.

En conclusión, ¿cómo Patrick consiguió pasar página tan rápido?

Si, lo sé, sueno como alguien egoísta.

Me alegraba mucho ver a Patrick feliz, ya lo había notado hace unas semanas, sabía que se estaba viendo con alguien y esa persona al parecer había llamado tanto su atención que dejarme atrás no le había resultado tan difícil hacerlo. Yo también quería hacerlo, no es como si fuese alguien que disfrutara del sufrimiento, haría cualquier cosa por quitarme este constante dolor en el pecho, pero no podía.

Amaba a Strom pero odiaba sentirme así.



—    Estás triste.

La pequeña Rose me observa curiosa con sus grandes ojos marrones, está delante de mí y no quiero saber cómo ha conseguido bajar del columpio por su cuenta. Le acaricio la mejilla con delicadeza.

Cuidado con el alemán #1Where stories live. Discover now