Capítulo 4 (parte 4)

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Camino casi corriendo hasta la puerta de la entrada pensando en que mis amigas me van a matar, aunque siendo sinceros, a estas alturas ya deben estar más que acostumbradas a mi impuntualidad.

—¡Alba Johnson! —El chillido de Lydia me pilla desprevenida justo cuando estaba a punto de tocar en la puerta.

Trastabilleo un poco hacía atrás por el susto. ¿Es qué no saben abrir la puerta como personas normales sin gritar? Tampoco pido algo fuera de lo normal.

Lleva un precioso vestido rojo, que le llega por encima de las rodillas. Sus pies están enfundados en unas preciosas sandalias que seguro que serán de la última colección de un importante diseñador.

Siempre había envidiado su delgada figura, ya que todo le sentaba estupendamente. Ella era segura de sí misma, en cambio yo era todo inseguridades. Y eso era realmente triste.

—¿Cuál es tu excusa de hoy? Soy todas oídos. —dice moviendo las orejas de una forma muy graciosa.

—He tenido que masturbarme en la ducha porque me entró un calentón de repente. — e inmediatamente me tapo la boca con las manos. No me puedo creer que una cosa así se me haya escapado.

—Sí claro. Y yo llevo un mes sin follar.- dice levantando las cejas y todo mi buen humor se esfuma de repente. -Para la próxima vez invéntate algo un poco más creíble. —dice riendo al mismo tiempo que me invita a pasar. Se encamina hacia el salón diciéndome que me esperan allí.

Localizo el perchero y me quito mi abrigo color crema de Valentino y lo coloco cuidadosamente. Bajo mi vista hacía mi cuerpo y me siento un poco nerviosa ya que aún no me acostumbro a que las pendras estén tan pegadas a mi figura, y eso me crea un poco de ansiedad por unos segundos.

Llevo un mono de Julien Macdonal, que abraza sensualmente cada una de mis curvas. En la parte de los brazos como en la zona de los pechos y la espalda, hay miles de roturas hechas estratégicamente para formar esta preciosa forma de arte. Mis pies llevan unas hermosas botas de Alaia que crean al perfecta harmonía con el mono.

Respiro hondo y camino hacía el salón, y es imposible evitar que un cosquilleo se extienda por mi entrepierna solo de pensar quien me espera tras esa sala.

Todos están sentados tranquilamente alrededor de la mesa y mis ojos no lo pueden evitar, se comen con la mirada a James Hudson. Lleva puesta una simple camiseta gris que marca cada músculo de sus brazos de una manera totalmente arrebatadora.

Se debe de sentir observado ya que gira la cabeza y me mira de una manera que debería estar totalmente prohibida. Me mira de arriba abajo mordiéndose el labio fuertemente. Bajo la mirada avergonzada y un leve rubor se extiende por mis mejillas.

—Bienvenida a casa, Alba —Su voz es de otro mundo. Juraría que acabo de tener un orgasmo solo con escuchar su voz orgásmica. Creo que me podría correr una y otra vez sólo escuchándole.

Apresuro el paso hasta sentarme al lado de Emily, y una vez que mi culo descansa en paz mis pies me lo agradecen inmensamente, creo que estos tacones son demasiados altos para mí.

—Siento haberos echo esperar por mí. — Sonrío tímidamente dirigiendo mi mirada hacía todos los presentes en la cena.

Lydia se encuentra en la cabecera de la mesa presidiendo la velada, y enfrente mía se encuentro James y a su lado Christian. Los dos son atractivos y me pregunto si algún día encontraré a un novio tan perfecto como al de mis amigas. Y la respuesta es inmediata ya que sé que nunca encontraré a ningún hombre así ni en mis mejores sueños.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora