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—¡Revisen la casa! ¡Encuentrenlo!

Ordenó a gritos el señor Min y enseguida todos sus hombres se dispersaron por la gran casa. Gruñó con mucha ira y sus ojos se volvieron completamente rojos, miró a través de la ventana abierta de la acogedora sala, la luna llena con matices rojos se reflejaba contra el cristal casi llegando a su pico alto en el cielo.

Maldijo interiormente y sintió a su lobo enfurecer más. Le quedan escasos quince minutos antes que la luna roja reinara por completo en su eclipse sangriento y eligiera como cada diez años al que sería el nuevo soberano de la manada de lobos Coreana. Algo así como ser elegido como presidente del país.

Min era tan ambicioso y malo que quería todo el poder para sí sin importar dañar o destruir a su paso. Siempre deseó ser el Alfa Soberano, siempre deseó ser quien liderara su imperio, su padre siempre inculcó en él la creencia de que había nacido solo para gobernar y regir, para ser algo grande, algo más que un simple granjero que a penas podía mantenerse y mantener a su familia.

Era una lastima que simples cambia formas como él no mandaran en la elección de quien sería el próximo líder y gobernante. La Diosa Luna, para su mala suerte, era la encargada de ello. Y eso había disgustado mucho Min en cuanto se enteró, pero para nada dejó pasar las cosas.

La Luna se reflejaba a todo esplendor exacta y únicamente sobre aquella casa de clase media en el centro de la ciudad, cuando esto pasaba solo quería decir una cosa: Allí vivía el elegido, el alfa u omega que gobernaría a todas las manadas del país por los próximos Diez años hasta que la Luna Roja volviera a salir. Y por eso Min y sus hombres estaban allí. Él ideó un plan, un plan que consistía en matar a ese alfa u omega para tomar su lugar como líder. Pero esto tenía que ser antes que la Luna alcanzara su pico más alto en el cielo y se volviera completamente roja en, porque si esto pasaba, ese alfa u omega escogido se volvería fuerte, mucho mas fuerte que diez manadas de lobos alfas juntas, tan fuerte que ni el mismo Min podría llevar a cabo si plan sin salir muerto en el intento.

Así que debido a esa razón estaba molesto buscando a los dueños de esa casa que se ocultaban en alguna parte, porque le faltaba poco, el tiempo se le acababa, debía encontrar al elegido y matarlo antes que luna roja brillara en todo su esplendor y volviera a fracasar ante la idea de ser líder.

—¡Señor, por aquí!

Las articulaciones de su cuello tronaron al momento que volteó la cabeza escaleras arriba, soltó un gruñido amenazante y a paso pesado subió de dos en dos los escalones hasta llegar a la planta de arriba el tercer cuarto. Al llegar escuchó unos sollozos y su nariz respiró el aroma amargo de miedo y tristeza perteneciente a una omega. Eso le gustó, a Min le encantaba oler el miedo de sus presas.

Sonrió al entrar a la habitación. La mujer se encontraba de rodillas en el suelo, llorando, siendo amenazada por el arma de uno de sus hombres parado detrás de ella, sujetando bruscamente de su cabello con la otra mano para tirar su cabeza hacia atrás.

—P-por favor, n-no me haga daño —rogaba entre llantos e hipidos la mujer —Y-yo no he hecho nada, no se porque hacen esto ¡Dejenme ir!

El hombre detrás de ella tiró con fuerza de su pelo para que callara, haciéndola gritar de dolor. Min soltó una carcajada malvada y negó lentamente agarrándola del mentón.

—¿Aquí vives tu sola? ¡Responde! —gritó lo ultimo en voz de mando. La omega sumisa lloró, pero asintió frenéticamente asustada.

—Bien, entonces eres tu —le suelta en el mentón bruscamente y echa otra carcajada —La Diosa Luna cada vez está mas idiota, mira que elegir a una omega tan débil y cobarde como líder.

Se burló y miró la hora en el reloj colgado en la pared, tres minutos.

—No se de que habla, por favor, ¡no lo sé!

Y enserio que no lo sabía, la mujer estaba sumamente asustada, había visto a través de la ventana a esos hombres amenazantes e intimidantes ultrajar en su casa sin ninguna razón. Y no entendía porque, ella no era nadie, no había hecho nada, y si eran mafiosos, no tenía ninguna de duda. Así que no savia la razón de lo que ellos hacían.

Por eso necesitaba encontrar cuanto antes a esa omega albina  si quería conservar su puesto como soberano supremo y líder de los lobos.

—Es mejor si no lo sabes omega —espetó entre dientes Min sacando su arma y cargándola —De igual manera no hará nada que lo sepas cuando morirás —ríe y apunta el arma al entrecejo de la mujer —Descansa en paz, mujer.

—¡No!

Fue lo ultimo pronunciado ante que el estruendo del gatillo siendo halado y la bala disparada resonara en un fuerte ruido dentro de aquella habitación. Quitándole la vida a aquella mujer omega inocente. El reloj sonó con un cucú insistente marcando las doce de la noche, Min sonrió con suficiencia viendo el cadáver ensangrentado en el suelo. Había cumplido su objetivo.

—Vámonos de aquí, hemos terminado.

Ordenó a sus hombres completamente feliz de haber alcanzado su meta, cuando salieron de la casa, Min miró al cielo frunciendo el ceño pues la Luna, aunque ya no era roja, seguía iluminando únicamente aquella casa.
Sonrió ignorando eso y caminó hacia el lugar donde los altos mandos esperaban al nuevo elegido por la luna para cederle su lugar.

Todo había sido muy fácil ¿verdad?

Llegar y matar simplemente a esa persona. Ignorar que Luna seguía allí por una simple razón:

Ese niño pequeño que lloraba en silencio escondido en el closet y que había presenciado abrazado a sus piernas el asesinato de su madre.

Park Jimin.

A quien la Diosa y Luna Roja verdaderamente había elegido.

Y quién a partir de ese día, tuvo que arreglárselas para vivir solo, por su cuenta.











Maratón 1/3

Hide And Run! ›› YoonMin [Omegaverse]  Where stories live. Discover now