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Los sentidos de Mark empezaron a despertar ante el constante roce de piel cálida contra su espalda, estirando su brazo para sentir más calidez bajo sus dedos, abriendo los ojos para darse cuenta que estaba hundido entre las sábanas y contra uno de los costados de Yukhei, le tomó tres segundos recordar que estaba en el piso del mayor.

― Buenos días...―saludó Yukhei al notar como se removía bajo las sábanas, logrando que sonriera antes de apoyarse sobre sus codos para acercarse y terminar recostado sobre el pecho ajeno que se mantenía desnudo mientras el dueño parecía estar concentrado en su móvil.

―Hola...―replicó algo dudoso, la respuesta que el mayor le había dado ayer no le daba seguridad y tan solo pensar en la charla que tendrían en algún momento solo lo ponían más nervioso. Alzó la vista para observar con mayor detenimiento a un Yukhei recién despierto. Tenía los cabellos para todos lados, al igual que él, podría asegurarlo a pesar de no tener un espejo cercano. Su rostro estaba algo hinchado pero seguía manteniendo una imagen impresionante, sus labios estaban algo resecos y siguió el camino de marcas rojas que se mantenían a lo largo de su cuello, cortesía suya. ― ¿Te cansaste de la vista o aún debo quedarme quieto?

Mark tiró de las sábanas para cubrirse totalmente al estar avergonzado, estirando sus extremidades y dejando sus pies colgar ligeramente fuera de la cama. Los nervios mezclados con la vergüenza estaban destruyendo su estabilidad en esos momentos, quería esconderse todo el día.

― Mark, sal de ahí. ―ordenó el mayor, tirando de las sábanas para dejar ver a un pequeño pelinegro hundido en una almohada, despeinó aún más sus cabellos revueltos y le dedicó una sonrisa que el otro no pudo ver. ― ¿Te sientes mejor?

Retirando su rostro de la almohada, el menor asintió antes de recostarse de lado, observando al mayor fijamente por unos segundos antes de suspirar y cerrar los ojos. ― Tengo miedo de lo que me dirás, siento que al final si me dejarás. ―murmuró lentamente mientras abrazaba la almohada.

―Dijimos que hablaríamos, Mark. No solo yo, ambos. ― respondió Yukhei al oírlo, dejando el móvil sobre el velador y girándose totalmente para quedar frente al menor, estirando una de sus manos para apartar los cabellos de sus ojos y acariciar suavemente una de sus mejillas. ― Primero quiero que tengas claro que no eres ningún niño tonto ¿de acuerdo? Quítate esa idea de la cabeza, jamás pensaría de esa manera de ti, eres brillante para tu edad.

― No entiendo por qué le das tanta relevancia a la edad, Yukhei. ―resopló el menor ante la mención, frunciendo ligeramente la nariz algo molesto. ― Mi edad no tiene nada que ver con mi madurez emocional, soy alguien lo suficientemente grande para tomar mis propias decisiones y errores.

―Lo sé pero ante todo, me mentiste Mark. ―le recordó el castaño alzando una ceja. ― Te molestas porque tengo presente tu edad pero fuiste la persona que mintió sobre ello y lo hubieras seguido haciendo si no lo descubría.

― ¿Siquiera hubieras considerado salir conmigo si sabías que era un estudiante de escuela? ―Mark terminó por levantarse y sentarse contra las almohadas, suspirando.― Tú cara lleva la molestia tatuada cada vez que ves adolescentes ruidosos en la librería. Quería que conocieras a la verdadera persona que soy, que no te dejaras llevar por la imagen del típico estudiante de escuela privada. Y sé que hice mal en mentir y lo lamento, no debí hacerlo pero si no lo hacías ni siquiera hubieras volteado a verme.

Yukhei lo observó en silencio antes de apoyarse sobre sus codos y terminar apoyado completamente contra el respaldar de la cama, llevando las manos a su rostro en un gesto frustrado antes de tirar con suavidad del menor para acercarlo. ― Me voy a volver loco Mark. Me gustas muchísimo, pero no dejo pensar en lo que podría pasar si descubren que estás saliendo conmigo, estoy a mitad de la universidad y tú aún ni terminas la escuela ¿entiendes eso? ¿Qué dirían tus padres de eso, no te has preguntado?

Mark había terminado por deslizarse nuevamente hasta quedar recostado sobre el mayor, alzando el rostro para verlo y empezar a repartir besos sobre el mentón ajeno. ― Ni siquiera lo sabrán Yukhei, no les importo en lo más mínimo, no me preocupo por ello.

― No digas eso, todo padre se preocupa por su hijo de una manera u otra. ― el castaño acariciaba lentamente la nuca ajena mientras correspondía de manera distraída los roces que la boca ajena dejaba sobre la propia.

― Lo digo en serio, mis padres paran fuera del país la mayor parte del tiempo, creen que tengo la edad suficiente para cuidarme y mantenerme entero, supongo que es lo único en lo que tienen razón. ― Mark empezó a mordisquear el inferior ajeno y su mentón con una sonrisa. ― Odio quedarme solo pero a ellos no les importa en lo absoluto, ¿puedo quedarme contigo algunos días?

― ¿Ya te estás proyectando? Ni siquiera hemos hablado totalmente...―murmuró Yukhei entre risas mientras giraba el rostro para ver al menor y negar. ― ¿Tanta seguridad tienes?

― Estaba temblando totalmente al despertar. Pero no lo pienses demasiado Yukhei, de verdad. Me gustas y yo te gusto, ¿que podría salir mal?

― ¿Todo?

― No seas pesimista. Mis padres no lo sabrán, no tengo amigos a excepción de un par que ni siquiera se interesarán en saber qué edad tienes, sino en lo bueno que estás. Puedo venir si no quieres mucho problema en ir a buscarme, o encontrarnos de diversas formas.

― ¿Ya has pensado en todo y recién me entero? ―preguntó con una sonrisa contra los labios del menor, negando antes de besarlo por unos segundos. ― Joder, te perdono todo solo por lo lindo que eres.

― Yukhei. ―llamó el menor con un ligero mohín en los labios que fue rápidamente atrapado por el mayor en otro beso. ― ¿Estamos bien entonces? Por favor, me gusta mucho lo que tenemos.

― Podemos intentar ¿de acuerdo? Siento que es la decisión más loca que tomo pero no quiero dejarte, no pienso hacerlo.

Mark sonrió más que complacido ante aquello, buscando los labios del mayor en otro beso casi desesperado mientras las manos del mayor se deslizaban bajo las sábanas para tomar sus caderas. La victoria se sentía deliciosa en cada beso y agarre del mayor y mientras Yukhei volvía a separar sus piernas y hacerse espacio entre ellas, Mark abandonaba la idea por unos segundos de cómo explicarle a sus padres la ausencia de aquella noche en casa y el castigo que tendría, porque lamentablemente había salido de una mentira para entrar a otra, ya que si había algo que sus padres eran, sería ser los padres más controladores existentes.



***

Esta no lo esperaban, todo gracias a nerd Mark el día de hoy, es hermoso.

No está editado, mil perdones, tengo un fanmeet en unas horas y debo prepararme, jodidas doce horas de diferencia con Tailandia.

Gracias por seguir leyendo esto <sobs>

books ; lumarkWhere stories live. Discover now