Me vuelves loco [KatsuDeku]

Como Fuegos Artificiales.

El esperado fin de semana llegó más rápido de lo que Izuku pensó.

Sí. Ese dichoso fin de semana que Shōto sugirió para que se relajaran y liberarán tensión.

El muy desgraciado estaría ahí. Y los vigilaria para asegurarse de que sus avances eran verdad y que no le estaban tomando el pelo. Se los confeso luego de insistir hasta el cansancio y sobornarlo con comprarle un libro que le gustaba sobre «Como Sobrellevar Tus Problemas En Cincuenta Pasos».

Había sido demasiado fácil. Pero por lo menos no tuvieron que amenazar con jaquear su computadora.

Pero aún se cuestionaba si los estaba manipulando o algo por el estilo.

Por otra parte, su mamá milagrosamente le dejó ir.

Y si era sincero, una parte anhelaba or y poder ver los fuegos artificiales con sus amigos. Pero la otra, deseaba con todas sus fuerzas no ir.

O sea, Katsuki iría. Bueno, había cincuenta por ciento de probabilidades de que fuera.

«Buen momento para que mamá esté de buen humor.»

Su hermano sólo se burló de su desgracia, ya que creía que no quería ir por ser asocial.

«Si supiera.»

Terminó de ponerse la chaqueta y se miró en el espejo del baño.

Verifico que estuviera presentable.

El color verde agua de la chaqueta que tenía atrás las palabras «FOREVER ALONE», hacia contraste con su piel. Junto a las mangas largas, blancas y alcochadas.

Su mamá le dijo que, a diferencia de su hermano, él había heredado los rasgos latinos de su difunto padre. Su piel levemente morena, que hacía resaltar las pocas pecas que tenía, eran herencia de sus raíces latinas.

Su padre había nacido en Japón. Sí. Pero sus abuelos eran latinoamericanos y se habian mudado antes de que su padre naciera.

Los pantalones que su mamá había elegido eran rasgados y algo holgados. Tenía una camisa blanca, una pulsera roja en la muñeca y unas medias azul oscuro.

«Creo que me veo bien.»

Te ves horrible. Encierrate en tu habitación y no salgas.

Bufo sin ganas.

Ignoro a Yami, salió del baño y bajó las escaleras.

Se puso las converse que tenía en la mano, mientras se despedía de su mamá que estaba cocinando en la cocina.

—¿Seguro que no quieres que tu hermano te lleve? —Preguntó.

Inko había notado el cambio de actitud de su hijo los últimos meses. Era más optimisma, alegre y más abierto. Cuando se entero de los abusos que sufría su bebé, se lamento mucho por no haberse dado cuenta y de sólo estar sumergida en su trabajo.