2. Miedo a la soledad

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Me levanté de mi sofá y subí a mi habitación. Entré a mí vestier y saqué unos tacones azules pastel, hice equilibrio para ponerlos y cuando acabé encontré a Marcus en la puerta mirándome con decepción.

—vas a pesarte—musitó cruzándose de brazos.

Negué rápidamente con la cabeza y salí con el paso rápido pero Marcus me haló del brazo llevándome dentro del vestier.

—quítate los zapatos y la chaqueta—bramó y luego señaló la pequeña báscula que estaba en el suelo.

—no es necesario, Marcus.

—lo es, no podré dejarte sola en casa si sigues con lo mismo.

Resoplé y me quité los zapatos junto con la chaqueta. Me paré sobre la báscula apartando la mirada de los números que esta pudiera marcar. Escuché a Marcus bufar, eso solo sucedía cuando el resultado no le agradaba.

—llamaré a Stella.

Rápidamente llevé una mano a mis ojos para evitar que las lágrimas salieran y que Marcus lo notara.

Avancé al espejo de cuerpo entero y me observé en este. Levanté un poco mi blusa para ver que las costillas no se marcaban demasiado pero sí se lograban observar. Mis pantorrillas y muslos estaban con algo de carne pero se notaba la delgadez. Entonces recordé mi rostro en la mañana antes de maquillarme: lleno de ojeras y la palidez clásica por no comer la suficiente proteína.

—si quieres llorar, puedes hacerlo—dijo Marcus colgando el teléfono pero yo negué y volví a ponerme la chaqueta—. ¿Por qué te descuidas de esta forma? Ya te he dicho que la gente siempre opinará pero no puedes dejar que eso te convierta en algo que ya no reconoces cuando miras al espejo.

—no es por eso, Marcus. He estado muy ocupada.

—¿muy ocupada para alimentarte bien? Cuando vengo a recogerte dices que ya has desayunado, salgo a almorzar contigo y al parecer te comes lo que haya en el plato. ¿Por qué me mientes?

—no quiero sermones, Marcus.

—¡no es cuestión de sermones! Prometiste desde la última vez que te cuidarías pero has hecho todo lo contrario.

—no volveré al hospital si eso te preocupa.

—para eso volví a llamar a Stella, vigilará otra vez tus horarios de comida y sabes que a ella no la convences de irse aventándole tus zapatos ni tampoco gritándole hasta el cansancio.

No tenía caso seguir discutiendo con Marcus, él siempre ganaría y ahora no estaba de humor para continuar con esa conversación.

—lo hago por tu bien—dijo Marcus con un tono de voz más apagado.

—basta de decir eso, no sabes lo difícil que es para mí estar bien.

—y no te juzgo pero quiero ayudarte a que lo estés.

—vámonos a ver al fotógrafo—añadí bajando de la báscula.

Las conversaciones que involucraban mi historial médico no eran mis favoritas y precisamente no estaba de buen humor para seguir con esa.




El resto del día lo pasé con Marcus, no me descuidó ni un segundo. Me disculpé con el fotógrafo pero eso no hizo que volvieran a renovar mi contrato con Versace, de lo contrario, aceptaron la disculpa pero ya no era bienvenida en ese lugar. También aceptaron el trato que les ofreció Marcus para que no dijeran nada a la prensa ya que este les ofreció pagar por su silencio una cantidad de lo que se supone debía recibir yo en un mes de trabajo con ellos ¿que cómo íbamos a conseguir ese dinero si mi carrera ya estaba yéndose al carajo? Sencillo, tenía que hacer bien mi trabajo con Newt.

Versos fríos [EN EDICIÓN]✔️Where stories live. Discover now