Capítulo Quince

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Abro el clóset y opto por sacar una camiseta verde aqua con mangas largas y capucha. También tomé unos jeans negros. Dejo todo en la cama y vuelvo al clóset para dejar una percha en su lugar y cerrar las puertas de este.

Escucho la puerta de mi cuarto que es abierta.

-Por favor, vamos. Ayúdame-dijo Hanna entrando a mi cuarto.

Mis ojos se abren como platos y mi boca hace lo mismo al momento en que me giro hacia la nueva presencia.

Hanna me mira todo el pecho y sus ojos siguen bajando a mi abdomen.

Tristeza pasan por sus ojos y su boca se queda abierta.

Llevo mis labios al interior de mi boca e intento taparme con los brazos.

-Yo, yo...-noto que traga saliva y me mira a los ojos-Lo siento.

-Sal por favor-es lo único que digo y ella vuelve a mirar mi cuerpo con lástima en sus ojos. Pero no se mueve-.Hanna-dije observando el suelo para que ella salga.

Se giró hacia la puerta que seguía abierta y salió cerrándola tras de sí.

Trago saliva y me giro hacia el clóset abriendo la puerta una vez más y ver mis ojos llorosos en el espejo del closet ubicado en la puerta izquierda del lado interior. Mis ojos estaba llorosos y dejo caer mis brazos a cada lado de mi cuerpo para ver las cicatrices que rondan por todas partes. Aquellas cicatrices de mis tratamientos cuando estaba pequeño.

Toqué la cicatriz encima de mi pecho y la observé en el espejo por unos segundos. Miré todo mi cuerpo pálido con todas aquellas cicatrices cerca de mi abdomen y aquella cerca de mis caderas que aún siguen con un tono rosa en mi lado derecho. Pero aquellas eran de hace unos pocos años.

Sentí pena por mi propio cuerpo. Pero quizás no era así. Sino que sentía pena porque Hanna me había visto así. Mi cuerpo flacucho y que se podían ver mis costillas. Sorbí por la nariz cerrando mis ojos para volver a abrirlos y cerrar la puerta del closet una vez más.

***

Me encontraba bajando las escaleras cuando escuché a mi madre reír en compañía con Hanna. Me acerqué a ella en silencio.

-Tu padre al parecer es un perfeccionista y obsesionado con la limpieza-dijo entre risas

-No tiene ni idea.

-Hola-dije y Hanna que estaba sentada al lado de mi madre en el sofá, se puso de pie-. ¿Nos vamos?

Hanna sonríe-¿Vas a ayudarme?

-Si te sigue sorprendiendo no voy a ir.

-Vale, vale. Vamos.

-Suerte-dijo mi madre con una taza de café en manos. Observé la mesita del sofá y vi otra taza encima de un platillo.

Hanna se acercó a mi-Gracias por el café, señora Miller-Hanna se giró y se acercó a la mesita para tomar la taza.

-No, no. Tranquila-dijo mamá-. Yo ya lo llevo a la cocina. Váyanse.

-Vale. Gracias.

Nos acercamos a la puerta y Hanna la abrió. El sol aún seguía afuera y me tapo con la capucha de mi camiseta de mangas largas. No quiero volver a ver esas ronchas en mi piel.

Salí primero que Hanna y me dirigí a la casa de enfrente. Subí a la acera sabiendo que Hanna me seguía detrás, pero no me disponía a girarme para comprobarlo. La puerta se encuentra cerrada y esperé a que Hanna llegara a donde estaba yo. Me giré para verla cruzar la calle sonriendo.

A Través De Tu Ventana ®© #1Onde as histórias ganham vida. Descobre agora