Capítulo 11

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El revuelo producido esa noche mantuvo a muchos estudiantes despiertos hasta altas horas de la madrugada

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El revuelo producido esa noche mantuvo a muchos estudiantes despiertos hasta altas horas de la madrugada. Esperar que no se enteraran de que un intruso había atacado a la enfermera era demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que el alumno herido que había estado internado desapareció sin dejar rastro. Al menos la señora Miegel estaba con vida. Una vez se recuperase, podría aclarar lo que había pasado.

A la mañana siguiente Alyssa se encontró con su padre en la puerta de su habitación. Alexandre Bradford no estaba contento con el descuido que había dejado a su hija con una contusión menor en la cabeza. La chica lo recibió con una sonrisa, hasta que recordó el motivo que podría haberlo traído al colegio.

—¿Quién te llamó? ¿Allen?

—Por supuesto —asintió el hombre, entrando en el recibidor—. Agarra tus libros, tenemos una reunión con la decana ahora mismo.

—Papá, en serio no es necesario...

—No, Alyssandra. No intentes dejar pasar este ultraje a nuestra familia porque no lo consentiré.

El problema era serio. Cuando su padre la llamaba por su nombre completo significaba que estaba a punto de estallar de furia. Mientras recogía los lápices y cuadernos para las clases de ese día, Aly se preguntó por qué. A su parecer estaba exagerando un poco lo sucedido. No era que la decana hubiese dejado pasar al intruso a propósito. Alexandre puso una mano sobre su hombro y la trasladó hasta la entrada del edificio principal, provocándole la molestia usual. Para su sorpresa, allí los estaban esperando Nate y su padre.

—Señor Dankworth —saludó sonriente.

—Aly —contestó el hombre, una versión madura de Nathan—. Me alegro de verte bien.

La muchacha observó de reojo a su padre al escucharlo rezongar en respuesta a aquella afirmación. Alyssa dejó que los mayores caminaran delante y le dirigió una mirada significativa a Nate, pero él se encogió de hombros. Tampoco sabía a qué se debía la exasperación de Alexandre. Llegaron a la oficina de la decana poco después. Esta vez se detuvieron en el pequeño salón de espera. Teniendo en cuenta la experiencia vivida durante su visita anterior, la joven se alegró al descubrir que había un escritorio y detrás del mismo, una secretaria. La mujer realizó una llamada y luego de eso les permitió pasar. Aly respiró más tranquila al no encontrar ni rastro de Relldann en el lugar.

—Señor viceministro, sea bienvenido —saludó la decana, entusiasta—. Señor Bradford, por favor tomen asiento.

—Espero que esté teniendo un buen día, señorita Hobbart —contestó Dankworth—. El asunto que nos trae a su despacho hoy es nuestra preocupación por la seguridad del colegio, de nuestros hijos y del resto de los estudiantes.

La sonrisa de la decana flaqueó. Había quedado algo deslumbrada por la presencia de un importante funcionario del gobierno, pero ese encantamiento se había roto al escuchar sus palabras. Por supuesto, nada le había gustado que se le señalara un fallo en la protección de sus alumnos. Alyssa admiró el suave tono en la voz del padre de Nathan, su calma al hablar y los gestos que compartían. Al observar a su propio progenitor, ceñudo y malhumorado, no pudo evitar pensar que Allen se vería exactamente igual a él en unos veinte años.

Resplandor [Hermanos Ceniza I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora