Resplandor [Hermanos Ceniza I]

Capítulo 2

El plan salió justo como el chico lo había ideado. Alyssa se sintió mareada, como siempre le sucedía cuando viajaban por los planos astrales. Al recuperarse notó que su hermano los había alcanzado. Solo tenían que cruzar el portal hacia la tierra. Nunca pensó que su pequeña aventura tendría consecuencias importantes. No pensó que las criaturas los seguirían hasta su vecindario, y que provocarían desastres de los que se hablaría en televisión nacional.

Gracias a la intervención del padre de Nathan, quien era el viceministro de la Asociación de Magos, el grupo de traficantes había sido detenido antes de lograr hacer daño a los muchachos. Su madre no había gritado tanto en ninguna otra ocasión y Alyssa no sabía por qué le había afectado de ese modo. Tampoco era lo peor que habían hecho. Además, habían contribuido a desactivar una red de tráfico ilegal con criaturas mágicas. El Consenso de las Razas debía estar agradecido. Cuando la chica escuchó la calmada voz de su padre respiró con confianza, él aplacaría la furia de su esposa en breve.

—Vamos, Maryon —dijo—. Ha pasado una semana ya, los chicos se arrepienten de lo que hicieron.

—Allen es un hombre ya, Alexandre. Y tu hija ya cumplió dieciocho años. No son chicos, tienen que darse cuenta de lo que está mal.

—Tienes razón, querida. Ellos lo saben. Y van a portarse bien de ahora en adelante.

La risa burlona de Adrien interrumpió el discurso de su padre, lo cual le ganó las miradas fulminantes de sus hermanos. El chico estranguló la carcajada y siguió comiendo como si con él no fuera la cosa.

—Eso —masculló Allen—. Llena tu boca con comida y no nos "ayudes" más.

Alyssa levantó su mano con disimulo y la estampó en la nuca de su hermano para hacerlo callar. No les convenía nada iniciar una pelea en ese momento tan crítico. Maryon bajó la mirada hasta su regazo con tristeza. De pronto, como si una luz se encendiese en su cabeza, su hija comprendió lo que en verdad sucedía.

El año pasado, al cumplir los dieciocho años, su hermano Allen había abandonado el hogar para alistarse al colegio Goreth de Grayldann. La más prestigiosa universidad de brujas y magos de toda la historia, donde cada miembro de la familia Bradford habían sido formados. Durante ese curso su madre estuvo lamentándose y diciendo que lo extrañaba. Así había sido con cada uno de sus hijos. Pero este año venía lo peor. Había llegado el momento en que ella, la más pequeña de todos, se marcharía para recibir educación mágica competente en el mismo colegio. No quedaría ninguno de los hijos en casa para divertir o importunar a sus padres. Se sintió culpable.

—¿Ha llamado Asher ya? —preguntó, por cambiar de tema.

—Sí —contestó su padre, con una sonrisa de agradecimiento—. Tu hermano consiguió una excelente posición para su servicio comunitario. Cuando le otorguen la ubicación laboral definitiva podemos esperar grandes cosas de su parte.

—Después de todo Asher siempre ha sido el listillo de la familia, ¿no? —soltó Adrien, burlón.

—Cierra la boca —murmuró Allen—. Sabes que es el favorito de mamá.