Cap. 8 Sovieshu, el gobernante del Imperio oriental.

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-¿Usted cree que la emperatriz tiene el lujo de mostrar alguna emoción en público? Ella no puede hacer eso. Debe mantenerse neutral para que los demás no vean su debilidad -fueron las palabras que expresó mientras Sovieshu se quedaba perplejo. Era claro que nadie le habría respondido de esa manera ya que era el emperador. Pero ella no era así. Lo miró fijamente a los ojos, mientras él sólo la observaba, parecía analizar la situación.

Sovieshu vaciló un poco, era difícil saber lo que pensaba. En poco tiempo el ambiente se tornó tenso y ambos dejaron la comida. Rastha esperó a que Sovieshu hablara.

-...¿Estás diciendo que también debe ser así incluso con su esposo?

- ¿?

-Una esposa que no muestra ni un poco de cariño a su pareja, ¿Está bien que tenga esa frialdad?

"¿Está hablando en serio?"

Varias cosas inundaban la mente de ella, sin duda alguna él recogió a Rastha en la novela solo porque quería... ¿Atención o amor? No lo sabía con exactitud, ¿Hablas en serio? Eran las palabras que Rastha quería pronunciar pero no podía hacer eso. Rezó para que la serenidad no la dejara.

-Si tengo entendido, la emperatriz ha sido educada por la emperatriz anterior, ¿Eso no significaría que ha sido lo mayormente entrenada para tener que esconder su expresión facial? Además que es hija de una familia de alto rango, ella ya está acostumbrada a las joyas, eso no es nada del otro mundo, es como ver lo mismo todos los días... -contestó llevando una taza de té a sus labios.

-¿Estás diciendo que la emperatriz no ve el valor en las joyas? ¿Que ver algo como eso no es nada para ella? -dijo mientras una sonrisa irónica dibujaba su rostro.

"Maldita sea..."

Al ver lo que había dicho anteriormente, supo que escojió mal las palabras, no era buena luchando con solo utilizar el habla, sólo tenía dieciséis años, ¿qué podía hacer? Muchas cosas. Pero quien tenía frente a ella era una persona que había sido educado para gobernar desde su niñez, ¿Podía pelear contra él en primer lugar?

-Yo no dije e-eso... es solo que ver lo mismo todo el tiempo pierde el encanto... Por ejemplo, si los cumpleaños fueran todos lo días perderían lo especial, ¿no? - al ver que solo estaba balbuceando Rastha pudo ver su incompetencia.

"Estoy diciendo tonterías de nuevo..."

Bajó la mirada, como si se hubiera rendido ante él. Mientras pensaba en que decir, escuchó una risilla saliendo de la boca de Sovieshu, se estaba burlando de ella.

-¿Entonces que debería de hacer? Si no le envío joyas... ¿qué debería enviarle?Pareces tener conocimiento sobre ello -pregunta. Se acomodó en el sofá donde estaba, ahora se sentía más cómodo.

Rastha abrió sus ojos, fue inaudito lo que escuchó, ¿el emperador pidiendo consejos?

En su otra vida, debido a que no confiaba mucho en las mujeres, el sexo opuesto parecía ser la única compañía y además que ellos se acercaban para entender mejor el lado femenino. No tenía mucha experiencia mas trataba de ayudar. Pero, ¿Sus consejos funcionaban? No lo recordaba ya que cuando se lo pedían nunca se acercaban y decían como les había ido. Por alguna razón ella deseó que los consejos no hayan funcionado.

-mm, puedes... ¿Demostrarlo con acciones...? -dijo finalmente.

Las historias románticas debían servir de algo, pero con él no lo sería.

-¿Qué?

-Bueno si actúas atento con ella y... tratas de ser afectivo tal vez cambie la relación entre los dos... -dijo colocando su mano a la barbilla mientras miraba a la nada.

Sovieshu miró inexpresivamente a Rastha; pensaba en lo que ella había propuesto.

Por otro lado, la chica de cabellera plateada solo pedía que lo que dijera no funcionara del todo. Si bien Sovieshu sí apreciaba Navier, por ser un completo idiota la perdió, nadie querría cambiar ese futuro.

-Ya veo -susurró Sovieshu y se levantó -Fue un gusto hablar contigo, Lady Rastha.

-El honor fue mío, Su majestad -dijo inclinándose ante él.

"¿Eso es todo? ¿Solo viniste por eso?"

Sovieshu se retiró de la habitación con la excusa de que tenía trabajo.

Mientras Rastha estaba sentada en la cama, repasó todo lo que había sucedido. ¿Y si funciona su consejo? Trataba de negarlo rotundamente pero algo molestaba a su conciencia.

" No creo que la emperatriz caiga en eso. Si fuera yo, me pondría alerta si mi esposo de la nada comienza a ser afectivo. Me asustaría si estuviera en su lugar."

Llegada a esa conclusión, decidió dejárselo todo al destino.

****
En el día de la ceremonia, Rastha no recibió un regalo de la emperatriz como era de esperarse. Fue una ceremonia pequeña, en donde no hubo banquete, firmó los documentos que el canciller le había presentado y se fue diciendo que tenía trabajo, lo mismo pasó con Sovieshu. No hubo vítores, de aplausos ni la sensación de éxtasis. Era comprensible, pues no era Rastha y lo menos que quería era ser conocida, ya que eso la perjudicaría cuando sea una noble.

Cuando llegó a su habitación. Estaba recostada en el sofá blanco mientras escribía en una hoja pequeños sucesos de la novela, pero eso fue interrumpido debido a que Ell entró a la habitación. Ella ocultó la hoja en uno los cojines del mueble.

-Lady Rastha, el barón Lant la espera.

-Gracias Ell, déjalo entrar -pidió amablemente. Ell da una reverencia en la puerta y aparece el baron Lant, mientras Rastha educadamente da un saludo a su cortesía.

-Espero que haya disfrutado de su ceremonia, Lady Rastha.

-Gracias, baron Lant -vaciló un poco ante sus palabras, no sabía como responder en estas situaciones. El baron Lant al ver su perplejidad, trató de responder naturalmente.

-Me alegra, hoy es un buen dia y me pareció bien visitar a Lady Rastha para ver como estaba.

"Así que era eso"

Cuando explicó la razón de su visita, dejó todo tipo de nerviosismo y comenzaron a charlar de cosas triviales, como la aristocracia y las clases que tomaría, entre otros. No hubo inconvenientes en la platica y terminó más rápido de lo que se esperaba.

Cuando alzó su mirada no evitó suspirar y trató de aceptar que estaba atrapada en ese mundo.

"¿Puedo regresar?"

No era un pensamiento tan descabellado, en varias novelas que había leído, las protagonistas regresaban a su mundo, ¿podía tener esperanza por novelas de fantasía? No era imposible.

Si había la posibilidad de regresar, entonces no debía encariñarse con ningún personaje, era simple.

-Los extraño...

No importa que tan cansada estuviera, aún pensaba en su otra vida... su familia.

Pasaron los días y Sovieshu visitaba a Rastha frecuentemente, eso no la molestaba en absoluto, ya que solo debía aparentar. Pero no podía aguantar sus quejas.

"¿Desde cuando me convertí en psicóloga?"

Cada vez que Sovieshu la visitaba, solo hablaba de la emperatriz y su pobre vida de casado; la emperatriz aquello, la emperatriz lo otro.

Una tarde Sovieshu vino, no era un buen día para escuchar quejas, Rastha había tenido mala suerte en una práctica y aunque había estudiado, por alguna razón sacó una baja calificación, el barón la felicitó diciendo que una plebeya no lo habría logrado. Ese comentario hizo que se sentira subestimada, no, más bien humillada. También estaba la situación de los protagonistas, ¿Habrá progresado su relación? Ahora que Sovieshu parecía más cercano a la emperatriz, el que se divorciaran parecía dificil...

Nunca se había desquitado con alguien, pero al ver al chico pelinegro a punto de comenzar su historia, no tuvo compasión. Rastha miró a Sovieshu con cautela, estaba esperando a que hablara.

-La emperatri-

-Maldita sea, ¡¡¡Cállate!!!

Reencarné en Rastha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora