Cerecita, la vengativa

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―¡¿Te parezco guapo, Cerecita?! ―exclamo, porque ya está a unos metros de mí.

―¡Muérete! ―me grita de regreso.

Río sonoramente hasta que tengo que parar para que no me confundan con un loco.

Una larga y pintada uña me toquetea el brazo, captando mi atención. Es Violet, y trae una sonrisa traviesa en los labios. Me encantan de esas sonrisas porque sé que lo que viene después es una prueba del éxtasis. Le correspondo y dejo que me conduzca al interior del lugar.

 Es sábado y me encuentro en mi casa, haciendo las llamadas correspondientes para la fiesta que se celebrará en la noche

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 Es sábado y me encuentro en mi casa, haciendo las llamadas correspondientes para la fiesta que se celebrará en la noche. Los padres de Devan se han ido de viaje a la noche anterior a Australia. Trabajan como arqueólogos para diversos museos, los cuales compraron para ampliar su red de contactos. Él los ve muy poco y generalmente odia que viajen, pero en ocasiones como ésta, se aliviaba de que no vieran su faceta problemática.

―A las ocho y media. ―respondo a Cassy, una de las amigas de Violet. Su tinte es sensual, incitándome a revolcarme con ella apenas tenga oportunidad.

―Ahí nos vemos, cariño.

Se despide y corta. Inspiro fuerte y me recuesto a lo largo del sofá de mi habitación. Es gigante, desprovista de color e impersonal. ¿En qué momento este dejó de ser mi hogar?

Todo fue su culpa. Me dejó, hizo algo imperdonable y desde entonces he dejado de sentir este lugar como una casa. Solo la utilizo para dormir y descansar y usualmente hacer las tareas.

Me espabilo. No sirve de nada pensar en el pasado, te hace más daño y nadie quiere revivir ese dolor otra vez. Necesito una ducha, ya son las cuatro de la tarde y tengo que comer algo antes de comenzar a prepararme. La casa de mi amigo queda a diez kilómetros y, además, tengo que llevarme el dichoso alcohol.

Mientras masajeo mi cuero cabelludo bajo el agua caliente, me pregunto si Cerecita irá. Sé perfectamente que ese no es su ambiente, pero, ¿quién se pierde la fiesta de principios de año? Casi nadie. Los alumnos de primero son los que antes confirman, ansiosos de meterse en la boca del lobo y disfrutar de los placeres culposos que podemos ofrecerles a espaldas de sus padres. Si supieran de qué se trata en realidad, se lo pensarían dos veces.

Quizás tenga suerte y Bárbara caiga en una de ellas. Sería algo muy estimulante.

Acabo mi baño y, cuando ya estoy listo, bajo las enormes escaleras del salón. Procuro no encontrarme con ningún miembro del personal y salgo al fresco clima de inicios de otoño. Me monto en mi camioneta y conduzco hasta el almacén donde encargué las provisiones. La historia de mi descubrimiento es un tanto larga, pero en resumen es fue la primera vez que escapé de esa mansión. Manejé sin rumbo fijo hasta que encontré un edificio oscuro, casi abandonado, perfecto para ocultarme la noche y burlar a mi seguridad. Me divertía pensar que estaba embrujado, pero grande fue mi sorpresa cuando vi que era un lugar privado donde funcionaban distintas bandas ilegales. Me ofrecieron un trato y yo acepté. A cambio de mantener mi boca cerrada, me dan parte de sus negocios para mi propia diversión. Afortunadamente, todo está listo y lo cargo con su ayuda en la cajuela.

Deseo deseo ©Where stories live. Discover now