X.

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El aroma a humedad y los pájaros cantando, voces que cuentan historias ocurrentes y las estrellas decorando el oscuro infinito. Una fogata que calentaba cada parte de su cuerpo, al aire libre el frío se soportaba mucho menos. Sentada en la hierba mojada, jugando con las plantas y perdida en sus propios pensamientos. Odiaba estar allí, en ese lugar desierto sin noticias de Thomas. Se sentía marginada de la sociedad, una persona apartada del resto que no miraba hacia delante, simplemente pasaba sus días intranquila y sin saber qué seguiría después. Vivir con la indecisión a flor de piel. Se separó del resto para caminar, tomar un poco de aire fresco y fumar un cigarrillo. Sabía que no podía alejarse demasiado, la estarían observando de todos modos, viendo cada una de sus maniobras y analizando cada uno de sus actos. Estaba atrapada, en medio de la nada y sin comunicación alguna. Cómo quisiera hablar con él, sentir su gruesa voz y la respiración entrecortada. Lo extrañaba profundamente, aquella despedida no había sido ideal, pero debían apresurarse, la vida de Roxanne estaba en peligro. De eso se trataba, de escapar de la muerte que tocaba su puerta, correr lo más rápido posible antes de que la alcanzara. Ahora que había traicionado a Luca Changretta, apartarse era la única opción. Entonces, Thomas Shelby arregló un viaje para ella, donde él no sabría dónde se dirigiría ni dónde pararía. Le dijo que a cargo estaría Michael Gray, su primo y alguien en quien supuestamente confiaba.

Prendió el cigarrillo y lo colocó entre sus labios, quedaban pocos, muy pocos. Se preguntó qué haría cuando no tuviera más, de qué manera canalizaría la ansiedad que tanto gobernaba su cuerpo. Últimamente, los nervios le ganaban, no podía lidiar con las preguntas y los pensamientos oscuros, necesitaba saber lo que ocurría en Birmingham. Sintió pasos acercándose, las hojas secas crujían y supuso de quién se trataba. Ambas miradas analizando cada detalle, cada mínima facción del rostro. Michael le pidió fuego y dejó que el tabaco ingresara por sus pulmones. Tampoco quería estar allí, pero había recibido una orden y debía acatarla.

—¿Crees que estaremos mucho tiempo aquí? —preguntó lanzando el humo hacia un costado, lo observó curiosa.

—Tal vez, un par de semanas más.

—Mierda —murmuró mordiéndose el labio, continuó—. Un par de semanas soportando el frío y comiendo animales salvajes. Genial.

—¡Vamos! Podría ser peor —intentó ser positivo, ella lo fulminó con la mirada y miró hacia otro lado.

—Tú tampoco quieres estar aquí —lanzó el cigarrillo apagado lejos y volvió mirarlo—. Debes estar preguntándote quién es esta maldita mujer y por qué está aquí, por qué Tommy se empeña tanto en protegerla.

—En estos últimos años he aprendido a no hacer tantas preguntas —contestó serio, sin una pizca de gracia en su cara—. Tommy es una caja de sorpresas que muy pocas veces puede ser abierta.

Roxanne no pudo evitar sonreír. Fue una sonrisa sincera, llena de brillo y alegría. Llevaba un largo tiempo sin demostrar esos gestos tan únicos. Fue en ese momento que el muchacho lo entendió todo.

—Pero es alguien importante para ti —dijo con un cierto tono de grandeza, como si hubiera descubierto algo sumamente importante—. Y también le importas a él.

Sin palabras. Sentía que era algo grandioso ser alguien en la vida de aquel hombre, pero existían riesgos que debían superar. Aún así, no podía evitar todo lo que sentía al rozar su piel, al sentir sus labios y el suave tacto.

—Ten mucho cuidado —advirtió sin apartar sus ojos de los de ella.

—¿A qué te refieres? —preguntó inquieta, un tanto temerosa. Cualquier cosa nociva podría salir de los labios de él.

—Nunca sabrás con exactitud lo que pasa por su mente, qué sería capaz de hacer. Sólo puedo decir que te cuides.

—Me parece mucha preocupación para ser únicamente una desconocida —levantó una ceja, ofendida por el comentario.

Se encogió de hombros y dejó el cigarrillo caer, lo pisó con la suela de su zapato. Se alejó con las manos en sus bolsillos y le dio la espalda, volvió a la fogata para encontrar un poco de calor reconfortante.

Roxanne no quería que nadie interfiriera en esa relación. No existía ningún rótulo, pero sentía que aquello estaba avanzando de forma considerable. Se adentraba cada vez más en la mente de Thomas y él la dejaba entrar. Poco a poco y con paciencia, pero de una forma segura. En cierto punto, esto le preocupaba. Había perdido a Grace hacía un tiempo y ahora estaba sintiendo cosas nuevas por otra mujer. ¿Sería capaz de empezar de cero? ¿Sería capaz de dejarse llevar?

Una gran pelea se llevaría a cabo, todo estaba listo y los luchadores dispuestos a empezar el juego. Era un día crucial, nada podía salir mal. Los hombres hacían sus apuestas, gritaban eufóricos y esperaban el fantástico espectáculo. El plan estaba perfectamente calculado. Cada orden había sido asignada y la familia Shelby tenía su propio papel en esa obra de teatro. Arthur Shelby, el mayor de los hermanos, debería fingir su muerte. De esta manera, uno por uno caerían. La mafia italiana sería engañada nuevamente. El desenlace sería la victoria para los Shelbys, que no deberían lidiar más con rufianes. Pero tampoco sería tan fácil, no todo podría salir a la perfección como pensaban. Tal vez, Roxanne sí estaba en apuros y aquella había sido una muy mala idea. Porque después de todo, había traicionado a Luca Changretta, y eso le saldría muy caro.

Lazos del caos | Thomas ShelbyNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ