Capítulo 13: "Balas para llevar"

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Seguí avanzando, y subí las escaleras, hasta toparme otra vez con Palermo, que estaba escoltado por Helsinki. Se lo veía bastante enojado todavía, y hacia esfuerzos por tranquilizarse y centrarse en lo que importaba ahora.

-Aquí estaréis seguros. Entre literatos y poetas no haya nada que temer -comenzó a hablar mi compañero con tono solemne mientras miraba desde arriba a todas aquellas personas que no había podido salir del banco- Tranquilos. Levantad las manos, vamos, así, como en un atraco -hizo señas con sus propios brazos demostrando como tenían que hacerlos. Las personas abajo se miraban unas con las otras con incertidumbre, mientras Denver sin pronunciar palabra, intentaba preguntarme que carajos estaba haciendo mi compañero- ¡Vamos!. Bien. Señoras y señores, tengo dos noticias para daros -continuo a medida que se desabrochaba poco a poco el traje de militar- Una buena y otra mala. La mala, es que el Banco de España esta sufriendo un ataque. Y la buena... ¡es que los atacantes somos nosotros muchachos!

Termino con una gran sonrisa, y vistiendo en esta ocasión ese llamativo mono rojo.

El leve temor que se había generado entre las personas al enterarse del repentino ataque al Banco, se incremento a creces cuando Palermo dejo ver su ya conocido atuendo.

-¡Todo el mundo tranquilo! -grito Denver hacia los rehenes en un intento de controlarlos.

Pero yo ya no estaba escuchando con claridad todo el alboroto. Algo en mi estaba pendiente de otra cosa... de otra situación.

Tokio y Nairobi.

¿Hace cuanto se había ido ya?, deberían de estar acá, y con el Gobernador.

Voltee y me asomé a la baranda para ver si del otro lado las alcanzaba a ver, sea a ellas o al Gobernador... pero no veía a ninguno.

Palermo que se percato de mi preocupación se acercó a mi.

-¿Que pasa? -pregunto escuetamente.

-El Gobernador... ¿lo viste vos?

-La puta que las pario a aquellas dos -mascullo pasándose una mano por el pelo bruscamente- Una sola cosa tenían que hacer...

-Bueno... vos anda por allá, y fíjate si están en el segundo piso -señale el pasillo por detrás de las escaleras en la que estábamos- Y yo voy por abajo...

-Vos a mi no me vas a venir a mandar pendeja -me interrumpió algo enojado. Creo que le di justo en su orgullo de líder.

-Eso ahora no importa -llegue a decir antes de verlo desaparecer por detrás de las escaleras con dirección al pasillo del fondo. Mientras se iba escuchaba partes de los muchos insultos que soltaba hacia mi persona.

Sin perder mas tiempo, y con una traviesa sonrisita, baje las escaleras prácticamente corriendo. Esquivando a las personas me dirigí al vestíbulo para luego comenzar a buscarlas.

Cuando era evidente que ahí no había nadie, e intente encarar hacia las escaleras... el característico sonido de las puertas del asesor se hizo presente.

De el salieron a tropezones Nairobi y Tokio, completamente alerta.
Ambas sostenían un arma en cada una de sus manos, y apuntaban a todas direcciones, como si buscaran algo... o a alguien.

Mierda. Los escoltas.

-¿Donde esta el Gobernador? -pregunte apresuradamente.

-Cairo, agáchate -soltó Tokio entre dientes.

-No, no, con nosotras, para aquí niña -se apresuro a corregirla Nairobi.

Algo en su tono de voz me decía que iban completamente en serio con lo que hablaban. A medida que avanzaba hacia ellas, escuche unas rápidas pisadas acercándose cada vez mas.
Sin perder mas tiempo, me les uní a mis compañeras, en una especie de circulo improvisado, alzando nuestros revolverse hacia los malditos escoltas.

Cairo | Palermo | LCDPWhere stories live. Discover now