El trabajo de un operador de la línea de emergencia es tan sencillo como complicado y confuso a la vez.
A veces, puede aumentar tu demencia; a veces, tu paranoia...
Tal vez ninguna de las dos, pero sí despertar un instinto extremadamente protector...
El policía frente a ambos escuchaba con detenimiento las palabras que iban soltando.
—¿Tiene usted algo que ver con su atacante, señor Kim?—inquirió el de placa dorada, bajando después la mirada al vientre del castaño, observando con atención el notable bultito en este. Y es que las palabras que usó el desconocido se oían demasiado comprometedoras con el estado de TaeHyung.
Este último mencionado, al sentir los penetrantes ojos del comandante sobre él, se colocó tras Jeon e, instintivamente, abrazó su pancita, sintiendo la necesidad de protegerse.
El pelinegro, al notar lo tenso que se encontraba el de bonitos ojos avellana, se dio la vuelta, envolviéndolo entre sus brazos, tratando de confortarlo.
—Vamos, Tae. No tengas miedo, ¿sí? Prometo estar contigo y protegerte, pero, por favor, necesitamos saber lo que está sucediendo, y estamos seguros de que sabes algo al respecto...—susurró JungKook con cariño.
—¿Es el señor Jeon padre del niño que espera, Kim?—preguntó el comisario, empezando a sospechar de ambos jóvenes frente a él.
¿Por qué actuaban como conocidos y completos extraños al mismo tiempo?
¿Acaso el embarazado estaba siendo obligado a algo? Porque no se veía tan a gusto con el pelinegro a su lado. Incluso parecía temerle a sus propias palabras.
Aunque, dudó otra vez de la relación entre ambos al momento en el que vio la forma tan afectuosa con la que el menor había envuelto al gestante con sus brazos y este pareció relajarse un poco.
—N-no lo es...—contestó TaeHyung con suavidad y una melancólica mirada.
Y el comisario no supo qué sentir al momento en el que aquellos tristes ojitos se posaron en él, suplicantes.
—Disculpe, ¿puedo tener una conversación a solas con el señor Kim? Necesito estar al tanto de algunas cosas—habló el policía con firmeza—. Le agradecería, Jeon, que tuviera la amabilidad de esperar en recepción hasta llamarlo a usted, porque también hay detalles por aclarar con su persona—dictó.
—¡Pero, qué-
—JungKook, por favor...—imploró TaeHyung—. Espera un segundo, ¿sí? Estaré bien—culminó con una sonrisa para tranquilizar al pelinegro, cosa que logró al instante.
Jeon suspiró, asintiendo lentamente con la cabeza.
—Park, por favor, escolte al señor Jeon a recepción—pidió el policía a uno de sus compañeros.
—De acuerdo, señor Wang—acotó la orden el contrario—. Sígame, por favor—pidió al pelinegro, quien, tras tomar el dorso de la mano del castaño y besarla con suavidad, se retiró del lugar.
El oficial suspiró, indicándole a TaeHyung con una seña que, por favor, tomara asiento.
—Muy bien—inició en cuanto el castaño acotó el pedido—. Soy Jackson Wang, oficial de policía. Puede confiar en mí. Necesito que, por favor, me cuente acerca de su situación—requirió con amabilidad y comprensión tanto en sus palabras como en la mirada.
TaeHyung no pudo hacer más que suspirar y recaudar valentía para soltar aquello que era solicitado por el comisario.
—Todo... inició hace cinco meses...
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Cierto pelinegro caminaba en círculos desde hace media hora, esperando impaciente a su hyung, quien, a su parecer, estaba tardando demasiado con aquel policía.
—JungKookie...
Volteó en cuanto sintió a alguien tocar su hombro, encontrándose con la preciosa y tranquilizante sonrisa de TaeHyung.
—Estaba a punto de irrumpir en esa oficina—habló Jeon, provocando que el castaño riera con dulzura.
—Gracias por insistirme en venir aquí, Kook. Me siento mucho mejor ahora...—dijo Kim, muy feliz de haber soltado lo que empezaba a formarse como una horrible nube gris sobre él.
El pelinegro abrió la boca para responder, pero unos pasos lo interrumpieron.
—Señor Jeon, puede pas-
—Comandante Wang, lo necesitan en la calle 11 en diez minutos. Es urgente—anunció el mismo subordinado que guió a JungKook a recepción.
—De acuerdo, Chan. Estaré allí de inmediato—respondió el policía—. Lo lamento, pero necesitaré de su presencia en otro momento, señor Jeon—habló de nuevo, dirigiéndose de inmediato a la salida para subirse a una patrulla y retirarse al lugar en el que lo solicitaban.
Ambos jóvenes miraban en silencio el lugar por donde se había ido el comandante. No sabían qué decir ahora que habían cumplido sus objetivos.
—Tae—llamó JungKook.
—¿Sí?
—¿Saldrías conmigo?—soltó de improvisto con la mirada aún sobre la puerta de salida de la comisaría, negándose a mirar al castaño tras haber sido tan directo con sus deseos.
El de ojos avellana quedó en blanco, tratando de asimilar lo que acababa de oír.
—Lo siento, soy tan impertinente—se disculpó JungKook, soltando una amarga risa al percatarse de la estupidez que había cometido segundos atrás, pasando sus manos sobre su rostro, sintiéndose como un completo idiota.
Maldición, quizá había espantado ya a TaeHyung y este era el fin de todo.
—JungKook, ¿podemos hablar en mi casa?—preguntó de forma tranquila, sorprendiendo al pelinegro, quien, temeroso, dio la cara. El castaño juró sentir algo removerse en su estómago al ver las adorables mejillas del contrario coloreadas de un ligero tono rosa.
—Eso... sería estupendo—sonrió Jeon, siendo correspondido por TaeHyung, quien le regaló una preciosa sonrisa geométrica, acelerando el corazón del contrario y aumentando el color en sus mofletes.
Creo que postergaría hasta el día siguiente la visita a su agencia para anunciar su regreso al trabajo, pues ahora había algo mucho más importante que hacer si quería que algo entre el pelinegro y él sucediera.
Era hora de contar la verdad...
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Por otro lado, un oficial de policía trataba de asimilar cómo un ser tan bonito como lo era Kim TaeHyung pudo haber sido víctima de algo tan desagradable, y, peor aún, estar en espera de un pequeño que le haría recordar aquello por el resto de su vida.
Había decidido hacer todo lo posible para ayudarlo a superar su pasado y atrapar a aquel pedazo de mierda que se atrevió a amedrentarlo.
Y es que era lo menos que podía hacer para alivianar el peso que tenía su corazón al no haber podido ayudar en el pasado a una persona que lo fue todo para él...