Rubirnalia

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La rubirnalia es una planta de flor vistosa. Los colores y la forma de sus pétalos son similares a los de la serpiente coral; es decir, anillos brillantes, vivos, con hermosas tonalidades amarillas, rojas y negras. Esa planta es llamada por las comunidades donde se da, como la "Mata Culebra", ya que es venenosa, no solo al ser ingerida, sino al simple tacto con la piel; en especial si se le toca por los bordes de las llamativas hojas, o por la punta de los pétalos de las flores que presentan como una especie de microscópicos dientes en forma de sierra, mediante los cuales, al entrar en contacto con la batata aérea de la rubirnaca, de su misma especie, la poliniza.

Para que germine una nueva planta de esa familia se requiere que las raíces de la primera, con las de la segunda, tras la polinización, estén entrelazadas con las cepas rizadas de la rubirnásea, tercera planta de la misma especie, una parte en la tierra abonada y húmeda a la orilla del salto de la quebrada La Nutria, en la Serranía los Macadanes, al sur occidente del departamento del Saque; y la otra mitad de raíces, cepas y batatas, deben estar enredadas, como una trenza, dentro del agua, en medio de las gigantescas y antiquísimas rocas que forman el lecho del afluente aquel. Si se dan estas condiciones, y solo en ese sitio del mundo, al parecer, germinarán las nuevas plantas que pueden ser, indistinta y caprichosamente, hermosas y atractivas como venenosas rubirnalias, unas pocas; discretas, opacas e inocuas rubirnáseas, otras tantas; o tan feas como potentemente medicinales y nutritivas rubirnacas, la mayoría.

Ni la rubirnaca ni la rubirnásea florecen, lo cual sí hace la espectacular y bella rubirnalia. Aquellas dos primeras hierbas uliginosas son poco atractivas a la vista; producen una sola y lánguida hoja, morado oscuro la primera y negro opaco la otra. Son, además, muy frágiles, frugales, quebradizas y medicinales. Los primates, chuchas, perros de agua, armadillos, tejones, pumas, ardillas y osos hormigueros de la serranía usan sus hojas y tallos de forma instintiva, no solo como alimento, sino para desparasitarse y drenar sus hígados, páncreas y riñones; cuidándose, eso sí, de no tocar ni rozar con ninguna parte de sus cuerpos las flores y las hojas de las ponzoñosas, como encantadoras e insinuantes rubirnalias.

El Profesor Orinoco, padre del Indio Guarerá, fue el primero en observar, estudiar y entender la naturaleza y los alcances de estas plantas sui generis. Por desgracia, sus descubrimientos los utilizó, no para beneficio de la humanidad, sino para su funesta e ilícita actividad, que, como las fórmulas de sus brebajes y los secretos de su negocio inicuo, heredó a su hijo el Indio Guarerá, quien no dudó en explotarlos de forma masiva para lograr de manera más rápida y rapaz que su padre, todos sus perversos y malsanos objetivos personales.

Los destilados, cocinados y tamizados zumos de estas tres plantas, en combinación con otras abundantes como desconocidas, inexploradas y potentes sustancias, en especial del reino vegetal, se convirtieron en la base fundamental, antes de la masiva industrialización, comercialización y distribución de la que fueron objeto por parte de los descendientes de Vinchira Torcuato; ya para elaborar un efectivo, simulado e indetectable veneno; ya para un lenitivo o paliativo; ya como jarabe, infusión o gotas para la cura definitiva de algún síndrome, mal o padecer común o extraño, propiciado, desarrollado o congénito; ya para un riego, un ungüento, un perfume, una esencia o toma para la suerte, el amor, los negocios, o para causarles daños a los enemigos; entre otros productos que hacían parte del variado portafolio de negocios privados de la Organización Vinchira Torcuato (OVT).

Brebajes y preparados estos que se fabricaban a gran escala en la trastienda de la sede principal de la Catedral para la Orientación y la Asistencia Espiritual y Fábrica de Milagros del Indio Guarerá; ubicada allá, en la ciudad capital, sobre la avenida Carabobo con calle 54; sitio donde las vendían con desproporcionado éxito, gracias a la subliminal y mediática manipulación ejercida sobre la empobrecida y alienada mente de la cada día mayor clientela, no solo de la clase menos favorecida, social, educativa y económica; aunque sí era la más numerosa, frecuente y generadora del setenta y cinco por ciento de los ingresos de aquel negocio; sino entre políticos, artistas, industriales, comerciantes, banqueros, gente de la farándula y hombres de la Iglesia, las Fuerzas de Seguridad del Estado, la Gendarmería, la Guardia Nacional, el Gobierno, el Congreso, la Justicia, y hasta narcotraficantes, guerrilleros, integrantes de Grupos de Justicia Privada y delincuencia común y organizada.

La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe (De mala prosapia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora