Ignorancia ciega

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Pese a no haber superado el tercero de educación primaria, lo que le implicó no saber leer ni escribir bien, Marco Aurelio Mancipe fue amo y señor, por varios lustros, no solo en San Vicente de Sumapaz, sino en gran parte del departamento Central del país. Su fortuna individual estuvo entre las primeras quince de aquella región. Esto le permitió, no solo ser primera autoridad municipal, es decir, acalde, sino concejal, presidente del Concejo Municipal y del Directorio Conservador. También, en el departamento, fue diputado, secretario de Obras Públicas, primero, después de Educación y Cultura y, por último, gobernador; aunque su máxima, y frustrada aspiración era ser, después de gobernador, parlamentario nacional y de ahí escalar hacia la primera magistratura del país; como se lo ofrecieron, tiempo atrás, en el Directorio Nacional.

Lo ensalzó el jefe del Partido de esa época diciéndole que él era, sin lugar a duda, un presidenciable prometedor para el sistema. Y lo era. La más rancia dirigencia política, de ese entonces, vio y admiraba de él que en todos y en cada uno de esos cargos públicos en los que se le permitió gobernar, lo hizo con rabia, mezquindad e insaciable voracidad económica; con indescriptible e inexplicable odio social, recalcitrante y artero rencor contra sus enemigos políticos, sociales, religiosos... en sí, frente a todos sus contradictores, que lo eran los que desacataban sus decisiones, o los que se le oponían a lo que él o a sus superiores políticos se les antojara. También se convertían en sus enemigos aquellos que tenían o poseían algo que a él o a los de su grupo o élite les interesaba o envidiaban. Marco Aurelio Mancipe gobernó siempre a favor de los más ricos, en contra de los más pobres, no solo del municipio, sino de la región, del departamento y la nación. Con su gestión, políticas y decisiones administrativas o corporativas enriqueció, a ultranza, aún más, a los poderosos, y empobreció, sin ambages de ninguna índole y con enfermiza satisfacción personal, a los más necesitados, a los menesterosos; es decir, a las mayorías sociales. Su gestión, fundada en el terror y el miedo de sus gobernados, pasó a la historia del país como la que agigantó la brecha de la desigualdad social en su región, sin posibilidad, jamás, de hacerla, al menos, franqueable.

Marco Aurelio Mancipe poseía las condiciones básicas para ejercer ese rol, en ese entonces y por aquellas latitudes; sobre todo porque la gente de su entorno carecía, por completo, de fundamentación política; además de tener su sentido de solidaridad disperso, este era por demás voluble; quizá por la inoculada desesperanza social y el entumecimiento del intelecto causado por el periódico zumbido de las metralletas y las carabinas. Así las cosas, Marco Aurelio Mancipe era el hombre apropiado para la politiquería regional. Carecía de escrúpulos y, además, era rico, muy rico, el décimo cuarto de la región. El pueblo, a punta de terror, necesidad laboral, manejo religioso y medios de comunicación, lo alababa, lo aclamaba, creía en él, votaba por él y por sus listas; y cuando perdía, ese mismo electorado, bajo sus órdenes y con armado respaldo, se sublevaba y estaba dispuesto —y el que no, era obligado o asesinado— a morir por el caudillo. Sus coterráneos, a juro, aprendieron a verlo como su redentor y salvador económico y social. Casi todas las fuentes de empleo y generación de recursos de la región estaban controladas y dosificadas por él, o por alguno de los otros cinco gamonales y copartidarios.

No solo eran los de su colectividad política los que lo veneraban, necesitaban y se servían de él. Durante todo el periodo del Gran Acuerdo Nacional, incluso lo respetaban, vanagloriaban y favores le pedían los liberales y hasta algunos comunistas, en particular en época de campaña política y al momento de distribuir, por cociente electoral, todos y cada uno de los cargos de la administración municipal y departamental, así como algunos del nivel central, entregados a él en pago por sus votos capturados. Cargos públicos estos, estratégicos y renegociados con el que casi siempre se sabía que iba a ser el ganador nacional. Tragedia en ciernes para su propio pellejo y patrimonio, y el de toda una sociedad.

Como no hay más efímero y deleznable poder que el que se detenta por la fuerza, o por el inoculado miedo, y en alianza estratégica con la corrupción; más aún, cuando se soporta y aliña con la cítrica ignorancia ciega de los sometidos quienes asumen, en todo impuesto caso, una aptitud letal de sobrevivencia subalterna, expectante, lisonjera, soterrado rencor, falso compromiso y susceptible traición; Marco Aurelio Mancipe al fin se dio cuenta de que sus pies no eran del forjado y fiero hierro que creía, sino de ese fluido, viscoso y mefítico barro político nacional que se fragua presto en avalancha de infortunios hasta con el más mínimo de los chubascos que suelen propiciar los más poderosos cuando así lo consideran pertinente y necesario para salvaguardar y engrandecer sus supremos e insaciables intereses personales y grupales. Que fue lo que le acaeció a Marco Aurelio, y no solo en el plano político y militar, sino sentimental, familiar, económico, patrimonial y vital.

A la sumatoria de sus sembradas desgraciaspolíticas, gubernamentales y militares, a Marco Aurelio se le agregaron, en simultánea,la desmembración de la sociedad marital y patrimonial con Idalia; el casiinmediato amancebamiento de esta con su mayor rival político, el comunista, anombre de quien ella, presto y ciegamente, trasfirió todos sus bienes; losproblemas de seguridad de sus hijos Roberto y Libarelí; y la más fatal: la desinteresadaayuda de sanación física y limpieza espiritual que le ofrendó el IluminadoIndio Guarerá y su séquito de servidores de la Iglesia de Dios. Estos últimos, quienesbajo la dirección y estrategia jurídica del doctor Villarte, no solo hicieronel trabajo sucio para lograr la amañada transferencia de dominio de sus últimosactivos, aún cuantiosos, sino para cegarle su vida.

La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe (De mala prosapia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora