Desapego patrio

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Tanto el padre Alirio Cifuentes como Gilda Mencino, antes de morir, vieron graduarse de profesionales a los tres hijos biológicos y extramatrimoniales de Olegario Arturo Mencino, los que tuvo con Magnolia; es decir: los Cifuentes Cifuentes, como los apellidó y bautizó su padre putativo, el reverendo Alirio; quien, además, acompañó a Gilda hasta el momento de su postrer exhalo. Gilda Mencino murió feliz, de muerte natural en los familiares brazos del anciano sacerdote. Una buena tarde de un lluvioso y anegado abril, víspera de Semana Santa, Gilda se quedó dormida, ya no regresó. Él, su compañero de vejez, lo hizo cuarenta y tres días después, y sus cenizas fueron colocadas al lado de las de ella. Fueron, entonces, compañeros de viaje, no solo en la vejez, sino en la eternidad; como se lo rogó encarecidamente, moribundo, Olegario Arturo Mencino al padre Alirio.

El mayor de los trillizos Cifuentes, Joaquín, estudió Física en la Universidad La Patria; luego hizo una maestría en Astronomía cerca de Boston y, de regreso al país, otra en el Instituto Geológico Nacional. María Victoria, la segunda en nacer en aquel triple parto, estudió Ciencia Política en la misma universidad en donde lo hizo su medio hermano Ignacio José Mencino, por lo que también recibió algunas clases por parte del profesor Villarte Lopera; con la diferencia de que a ella no la afectó demasiado la cáustica disertación de ese abogado, toda vez que la prédica diaria del padre Alirio fue significativa para su corrección oportuna; amén de la transferencia de la Manda para la Guarda Nacional que le hizo Gilda, su abuela paterna. Victoria hizo varios posgrados dentro y fuera del país. Uno de ellos fue en Gestión del Comportamiento Humano, otro en Resolución de Conflictos Sociales y, uno más, en Sociología Cristiana; este último en Roma. Roxana Cifuentes, la menor de los tres, estudió en Nueva York e hizo una maestría en Educación y Literatura en Buenos Aires. Todos ellos, al terminar sus estudios superiores, y tras la muerte de Gilda y del padre Alirio, sus mecenas, se dedicaron de lleno al servicio de la convulsionada y escindida sociedad nacional. Fundaron una Organización No Gubernamental Cristiano-Laica (ONGCL), cuya misión era restablecer en el país los descartados y refundidos principios y valores humanos y patrios, así como la moral y la ética en los nacionales. Para tan ingente industria dispusieron de los recursos que les dejó su padre putativo el reverendo Alirio; parte de los cuales aquel religioso cosechó gracias al callado trabajo de corrección de estilo de Olegario Arturo Mencino y padre biológico de los Cifuentes Cifuentes. Producto de sus respectivas investigaciones académicas, exigidas para optar a los títulos de sus posgrados, cada uno de los trillizos concibió y escribió una teoría, acorde al campo de sus respectivas disciplinas de estudio. Para cada tesis cada uno propuso, sin haberse puesto de acuerdo, una hipótesis, la cual, por mera coincidencia, los tres llamaron de la misma manera: "Redención Nacional".

La primera de estas hipótesis la escribió Joaquín. Allí anunciaba una serie de posibles cataclismos mundiales por venir, con epicentro a lo largo y ancho de la geografía nacional, a saber: un sismo con magnitud superior a nueve grados en la escala de Richter, con treinta y tres poderosas réplicas que sacudirían de manera abrupta a la ciudad capital de aquel subcontinental y esquinero país. Fenómenos naturales estos que despertarían al volcán que fiero dormita a los pies de los capitalinos. Una lluvia de meteoros de mediano y gran tamaño que impactarían, durante tres días seguidos, el noroeste del país. Y una voraz sequía, seguida de una incontrolable anegación que no solo haría redefinir las cartas geográficas de la patria, sino que dejarían al descubierto una inmensidad de recursos naturales. Incalculable riqueza nacional, ignota y mucho más generosa de lo que hasta entonces se conocía y explotaba, sobre todo por extractivas empresas foráneas. Tales eventos, además, tendrían una repetición cíclica, en el tiempo, cada vez más seguida y con mayor devastación; concordante con lo vaticinado por el padre Sarmiento, párroco de Oroguaní, municipio del centro occidente del país, cuando, casi un siglo atrás, sus palabras sembraron en el suelo patrio la funesta semilla de la Triada Maldita, aquel Sábado Santo y tras haber sido objeto de la nocturna burla del Grito del Diablo, hecha por Bernardo Mencino y un puñado de indómitos liberales de aquel villorrio.

La segunda Redención Nacional la escribió María Victoria. Lo allí por ella plasmado, sin haberse puesto de acuerdo con sus otros dos hermanos, era concomitante con lo manifestado por ellos. María Victoria basó su teoría en lo que denominó: "La Voracidad Social Nacional"; que no es otra cosa que el aberrante uso de la prolija inteligencia del hombre para depredar sin piedad alguna a los coterráneos, y hasta sí mismo y a los suyos, y menospreciar todo cuanto sea propio del país, frente a lo foráneo.

Roxana, por su parte, escribió la tercera RedenciónNacional, basada en la suprema degradación moral que estaba devastando a lasociedad nacional de entonces. Predijo, al unísono con sus dos hermanos mayores,el Amorfismo del Intelecto Nacional y el Desapego Patrio.

La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe (De mala prosapia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora