Lo último que recordabas era un grupo de chicos, después de eso tu vista se nubló y te quedaste inconsciente.
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Al abrir los ojos despertaste en una habitación, el sonido de una de las máquinas que se encontraba a tu lado era lo único que se escuchaba. Te pusiste de pie, desconectaste el suero vía intravenosa y te cambiaste, sin duda este no era el último lugar donde estuviste.
Los recuerdos llegaban de manera muy rápida, la sangre, aquella bala que acabo con la vida de tu mejor amigo, aquel bar y la cicatriz del asesino. Bajaste las escaleras con cuidado pero pareciera que cada vez era más difícil, todo comenzaba a moverse, apenas y podías ponerte de pie.
- oye¡ ten cuidado... Podrías lastimarte -camino en dirección a ti y te ayudo - deberías de estas descansando-
Un chico, de cabello oscuro, piel perfecta, alto y ojos rasgados, se encontraba ayudándote, a pesar de que al principio su tono era más fuerte pero poco a poco se fue tranquilizando. Ahora su tono de voz era dulce y tranquilo como el de una madre.
- ¿dónde estoy? - le preguntaste y él levantó la vista.
- no soy la mejor persona para darte respuestas. Te llegare con nuestro líder -
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-¿nuestro? -
-así es, todo grupo tiene un líder, vamos.-
Te hizo una seña para que lo siguieras, llegaron a una habitación, pareciera que estaba vacía pero pronto se escucho un gran ruido pareciera que alguien había golpeado algo, diste un pequeño brinco.
-tranquila, debe de estar entrenando-
De la nada apareció un chico, rostro delgado, no tal alto como el anterior, llevaba el pelo un poco largo de la parte de atrás en un tono castaño claro. Camino lento pero seguro hacia ti.
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