Sin ti

31 9 6
                                    

Haría cualquier cosa, sería cualquier cosa quería cualquier cosa, me enfrentaría a cualquier situación por tenerte aquí a mi lado otra vez.

Saborear la vida de tus labios mientras reímos sin ninguna razón envolviendo nuestros corazones con nuestros brazos dándonos calor, demostrándonos que estamos aquí, que estamos el uno para el otro, para protegernos y sostenernos frente a las olas y los golpes de cualquier adversidad.

Mirar tus dulces ojos ya estén tristes, cansados o furiosos, pero siempre observando cómo tu pupila se dilata al verme por la mañana cuando preparas café en la cocina y haces el desayuno mientras yo me preparo para irme.

Esto es tan doloroso como si mis pies estuvieran atados a una gigantesca y pesada roca que me hunde en las profundidades del mar. Sin parar, cada vez más profundo, hasta que ya no veo nada, solamente siento el peso del agua sobre mí aplastando mis pulmones impidiendo que pueda respirar.

Siento como si tuviera sordera cómo si pudiera oír un murmuro lejano de las personas que hay mi alrededor vestidas de negro con sonrisas pobres en sus palidos rostros. No me hace falta tener que oír lo que hablan, no tengo que prestar atención a lo que me dicen, sé lo que me dicen, porque todos dicen lo mismo y no tengo por qué oírlo más de una vez. Con una me basta.

Busco en los rincones más lejanos de memoria nuestros mejores momentos para guardarlos en una misma caja. Una en la que nunca entrará ni saldrá nada. Que siempre estará allí y nunca me desharé de ella, sólo para que estés conmigo y así no olvidarte.

Por qué no entiendo cómo ha podido pasar esto. Cómo de repente un día después de llegar a casa esperando oír tu dulce voz, sentir tus cálidos brazos alrededor de mí, me encontré un frío y un silencio desgarrador que sin necesidad de preguntar me confirmó que no estabas en casa.

Sólo bastaron unas llamadas para descubrir que habías sufrido un accidente de tráfico. Ni siquiera era cerca de tu trabajo. Poco después descubrí que habías ido a comprar la cena a ese restaurante entre la nueve y la séptima que tanto nos gustaba a los dos.

Mis pies no se mueven. Tengo delante de mi las frases que te describen y relatan tu vida en tres cortas lineas. Aunque son ciertas, a mi me faltaría mundo para escribir todo lo que fuistes. No estoy lista para dejarte, creo que nunca lo estaré.
Siempre estarás en mis recuerdos y en mi corazon, por lo menos eso dice mi madre, pero no quiero a nadie más que me pueda hacer abrirle mi corazón y mi vida.

Ese lugar será siempre para tí.

Sólo tú mi amor.

Solos los dos bajo las nubes grises de tormenta en el cementerio. Después de que los fantasmas vestidos de negro de nuestra vida se hayan ido me permito el lujo de llorar.
Sabes que soy muy orgullosa, nunca dejaba que nadie me viera llorar ni que me consolara. Sólo te di ese privilegio a ti. Es algo que siempre recordaré, después de que llorara frente a tí, tú me dejastes desahogarme y entonces al parar me preguntaste si podías abrazarme. Cuando te dije que si, sentí una agradable sensación de seguridad y confort.

Entonces fue cuando supe que no eras como cualquier payaso con el que me hubiese cruzado anteriormente. Supe que eras especial y diferente. Me cambiastes.
A partir de entonces pude llorar contigo.

Pero no sé que haré ahora que ya no estás.

Me tocará lidiar sola con mis penas, mientras dejo que la vida avance y me consuma como una vela hasta que me convierta en polvo y pueda reencontrarme contigo en la siguiente vida o en el cielo o en el infierno o donde sea.

Me da igual.

Sólo me importa que estes conmigo.

Simples RelatosWhere stories live. Discover now