Capítulo 13 "Reglas de Tregua"

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Realmente odiaba el clima de Zurich, era tan impredecible que, la mayoría de las veces, ni siquiera llevaba el atuendo apropiado. Me estaba volviendo loca.

Se suponía que visitábamos a nuestros padres los fines de semana, pero, al llegar Jules a vivir con la familia, Caleb se había puesto colérico y había amenazado con no regresar si él no se iba. La situación, lejos de terminar, empeoraba poco a poco.

En lo personal, Jules no se me hacia un mal chico, era cuidadoso con Allie y atento con mi madre, no parecía tener malas intenciones para separar a mi familia, como tanto lo repetía Caleb.

Para calmar un poco la situación, mi padre compró un auto deportivo a la empresa Denovan, el cual se apegaba a los gustos y fascinaciones de mi hermano.

Papá usó la excusa de entregar el auto, que era para el uso compartido entre ambos, aunque la situación realmente nos llevó a una cena "familiar de los Sykes".

La mesa, que era para doce personas, estaba llena de platillos internacionales, que iban desde un simple guisado de pollo, hasta cerdo agridulce. Realmente estaba deslumbrada por la belleza de tanta comida junta.

Mamá, quien aún parecía estar en el proceso de adaptación y aceptación de Jules, servía a todos los platillos favoritos de cada uno, incluso le preguntó a Jules cuál era su favorito, era bastante notorio que mi madre quería aceptar la realidad aunque doliese. Mi padre se notaba algo incómodo e incluso hasta nervioso por el poco tacto de Caleb al hablar;  este último parecía estar disgustado incluso con su jugo de uva, Allie parecía ser la más feliz de la mesa, sentada junto a Jules quien se mantenía sereno aún bajo los ataques sin medida de mi hermano.

Aunque Caleb carecía de empatía y tacto, era un buen hermano, me costaba admitirlo, pero no podía negar que desde pequeño él había sacrificado varias cosas por mi bienestar; como hace tres años cuando papá enfrentó la crisis económica más fuerte de Grupo Cielo, su compañía, recuerdo que mi padre parecía no poder con los gastos educativos de los tres, por lo que Caleb dejó de estudiar dos años en lo que se estabilizaba de nuevo la empresa, todo para que Allie y yo no saliéramos perjudicadas. Era buen hermano, pero parecía estar en guerra jurada con Jules.

Al terminar la cena, Caleb me tomó de la muñeca y me llevó hasta la sala, donde me obligó a sentarme.

— Bien, Kennedy —mi hermano llamó mi atención sentándose a mi lado lo cual me causó confusión— Hagamos una tregua —propuso y alcé mis cejas con sorpresa.

— Te escucho —acepté intrigada por su idea.

— Dictemos reglas, ambos debemos seguirlas y así evitar la ira del otro —trató de ser amable por lo cual me acomodé mirándolo directamente.

— Bien, yo comienzo —acepté sonriendo ladinamente— Regla 1: "Siempre que debamos ir a una fiesta cada uno estará por su cuenta y lo que pase allí se queda en ése lugar, no nos conocemos hasta que tengamos que regresar... JUNTOS" —resalté la última palabra a lo que Caleb asintió.

— Hasta que llegue tu auto seré responsable de tu traslado, de la escuela a la residencia, pero eso no quiere decir que tenga que ser chófer de tus amigas o amigos, lo cual conforma la segunda regla: "No puedes ofrecerte a que llevemos a algún conocido tuyo" —dictó y alcé mis cejas.

— ¿Y si está herido o necesita ir al hospital? —me miró inexpresivo y meneó su cabeza.

— A nadie —recalcó.

Era inhumano.

— Regla número 3: "No llevarás compañía de conquistas en mi presencia y jamás podrás dejarme varada" —Caleb hizo una mueca de desagrado pero terminó asintiendo.

— Cuarta regla: "No podremos molestarnos dentro del campus de la universidad, cada quien llevará su vida como mejor le plazca" —asentí con total acuerdo y pensé en la siguiente regla.

— Regla cinco: "Ninguno pondrá en riesgo la reputación ni vida del otro" —tenía que asegurar mi integridad social a lo que mi hermano rió.

— Ya estás asustada y ni siquiera hemos comenzado —se burló y alcé una ceja— Pero acepto —suspiró y observó a mis padres con Allie y Jules— Por mucho que me desagrade la idea la regla 6 será que "Nos protegeremos el uno al otro y tendremos que aprender a confiar en el otro, llevará tiempo pero haremos el mayor esfuerzo" —al escuchar esa regla algo en mí me hizo sentir un leve cosquilleo.

Mi hermano estaba dispuesto a que intentáramos aprender a tolerarnos y confiar en nosotros.

— Acepto —confirmé y seguí— Siete: "No sabotearemos los pasatiempos del otro" —Caleb sonrió de lado rodando los ojos pero asintió de todos modos.

— Número ocho: "Ninguno puede involucrarse en algo que conlleve sentimientos con los amigos del otro" —reí por su regla pero asentí, aceptándola por completo.

Aunque el tal Ashton era hermoso.

— Regla nueve: "No podemos ir al trabajo del otro solo a molestarnos" —Caleb rió al recordar su gran azaña en Lotusblum.

— Y la última, regla 10, "No traicionar al otro" —asentí en acuerdo y Caleb sonrió estirando una mano hacia mi— Comencemos la tregua.

Estreché su mano y sonreí. Algo estaba pasando con Caleb.

*
Después de un rato, Caleb y mi padre entraron al estudio para hablar como se debía, yo, sin nada que hacer, preferí salir un rato al patio y mi vestimenta nuevamente era inapropiada para el clima.

— Maldito clima —susurré intentando cerrar un poco más mi suéter y me senté en una banca cerca de una jardinera.

La vista era buena, no tan hermosa como se vería en una película, pero era lo suficientemente tranquila para considerarse bella. En el cielo que normalmente en Londres se notaba oscuro, en Zurich estaba lleno de estrellas.

— No deberías insultar al clima, quizás mañana salgas con un acalorado sol y regreses con una fuerte lluvia —habló Jules apareciendo de la nada, lo miré un poco asustada y me sonrió— ¿Puedo sentarme? —asentí y él suspiró— ¿También me desprecias como Caleb?

Su pregunta me sorprendió y lo miré vagamente. Sus ojos miraban hacia abajo, donde sus manos estaban entrelazadas y sus uñas lastimaban la piel de sus dedos, parecía no tener idea de que estaba mal con él, parecía culparse sin saber por qué.

— Caleb suele ser muy cabezota, pero lo hace porque está acostumbrado a tener su zona de confort bajo control —miré al frente donde yacía la fuente central del jardín— Sin embargo, aunque tu llegada no hubiese sido un gran problema para él, llegaste en un momento crítico —lo miré y sonreí al ver que me miraba atentamente— Simplemente no te odiamos o algo parecido, solo estamos aceptando tu llegada.

Sonrió levemente y asintió.

— Comprendo el sentimiento, fue el mismo que tuve al saber acerca de mi padre y su familia —miró al cielo— Sé que no es nada fácil aceptar que no eres solo tú y tu familia, sino que hay más —comencé a sentir más frío y maldije mi sentido de no saber tomar decisiones— Solo... —estornudé sin poder resistir y él me miró expectante.

— Lo lamento —pedí poniendo mi mano sobre mi boca y nariz— No quise interrumpir, continúa por favor —Jules sonrió, se puso de pie y sonrió

— Sólo quiero que sepan que no estoy aquí para destruir su familia, estoy aquí para conocer a mi padre y hermanos —puso su chaqueta sobre mis hombros y me dió palmaditas en mi cabeza— Entra ya, no quieres resfriarte, créeme —dió la vuelta y comenzó a caminar a la entrada— Duerme bien, Kennedy.

Y sin más, entró a la casa, dejándome con un sentimiento dentro mío... Afecto.

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Jules Sykes en multimedia.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2022 ⏰

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