Alivio para el alma

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Cuando uno está quedándose dormido es muy fácil que las memorias y cavilaciones aparezcan en la mente.

La vida de un Shinobi puede ser demasiado efímera.
Luego de la cuarta guerra, las cosas tardaron un tanto en acomodarse. Nuevos tratados entre las aldeas, nuevos reglamentos, nuevas metas.

Pero todo parecía irme un tanto mal en aquellos días.
Tenía muchas dudas. Demasiadas dudas a decir verdad.

Por un lado me sentía feliz, pude dar cierre a muchas de las preocupaciones que me ataban al pasado, pude reconciliarme con aquellos que partieron antes que yo y además, estaba con Iruka. Aunque nuestra relación en ese instante se limitaba a salidas esporádicas, siempre de noche o  con Naruto, quien es demasiado distraído para no darse cuenta y a la vez para servirnos de excusa, ya que se debía preparar para aprobar todos los exámenes.

Era una relación naciente para dos adultos poco experimentados en el arte de amar y ser amado.
Por supuesto que yo, no tenía nada de inocente y debo confesar que ansiaba demasiado el día que Iruka me permitiera tocarlo. Pero al parecer, no todo es sexo. No niego que es cierto que los abrazos cariños y los besos inocentes me llenaban el alma, permanecer hablando durante horas, era reconfortante, pero en el momento en que yo intentaba ir más lejos el simplemente me apartaba y se iba.  Eso me hacía sentir frustrado.

Y esa frustración se sumaba a mi autoestima aún en recuperación, porque.... La verdad, era que sin el Sharingan yo  sentía que había perdido toda mi esencia. "Kakashi del Sharingan" había muerto. Todo lo que me había dado un nombre en el mundo ninja se debía a algo que ni siquiera me pertenecía, en pocas palabras, me sentía inútil.

¡Ni siquiera podía llevarme a la cama a la persona que me gusta!

Cuando me ofrecieron oficialmente el puesto de Hokage, no me sentía digno de ello y mi primera reacción fue negarme.

-

-¿Kakashi?
-¿mh?
-Yo... Pensé que tú... Yo... -me giré para mirarlo, estábamos en su departamento pero yo me hallaba pasando la vista por los mejores párrafos de mi novela favorita. (La primera es la mejor). Debido a todo lo que tenía en mente, hacía ya varios días que había dejado de intentar algo más íntimo con Iruka y mantenía cierta distancia, claro que le demostraba afecto pero con mesura. –yo creí que... Bueno... –lo ví encogerse y agachar la mirada, lo que me hizo dejar de lado mi libro y sentarme más cerca de él.
–¿Qué pensabas?
–Has dejado de...  Gustar de mi, ¿verdad?
–No... ¡No!– intenté verle el rostro pero permanecía agachado –¿Qué te hace decir eso? –
–Es que ... – se encogió un poco más impidiéndome totalmente ver su cara –ya no intentas acostarte conmigo.- dijo muy bajito, casi como un murmullo y sus orejas se pusieron rojas. Apenas si logré entender lo que me decía.
–Iruka, solo te doy tu espacio, creo que no te sientes listo, y lo respeto. Pero claro que quiero... Escucha, no voy a forzarte solo que...
–¡Pero es que yo quiero...!- me interrumpió alzando la voz pero se mantenía cabizbajo.
–¿Qué quieres?–

Entonces, el mundo se detuvo. Iruka se había abalanzado con torpeza encima de mi y me besaba con premura. Mi cerebro estaba aturdido.
Él «  ¡Iruka! » se había sentado a horcajadas frente a mí, había bajado mi máscara y me estaba besando estaba... Usando la lengua.
¿Era un sueño?.  Comenzó a balancear su cadera encima de mi y eso bastó para traerme de vuelta. Solo eso bastó para levantarme el ánimo.

Y sé que pudo notarlo.

Le sostuve de la cintura, manteniéndolo presionado hacía abajo contra mi y continuó su provocativo vaivén.
Cortó el beso y me abrazó, dejó de moverse, pensé que había sido todo.

–Iruka...– había empezado a hablar pero fui nuevamente sorprendido al sentir sus besos en mi cuello.  Hice la cabeza hacia un lado para darle más espacio y me saqué el chaleco porque empezaba a sofocarme.  Mi voz sonó ronca, hasta yo pude notarlo y el tembló sobre mí –  Si sigues así, no podré contenerme... ¿Sabes cuánto tiempo llevo conteniéndome?

–No quiero que te contengas....– murmuró en mi oído. – Por favor ...
Quiero hacerlo contigo.

Aquellas palabras, su tono de voz avergonzado, y la manera en que se apretaba contra mi, me hizo perder la cordura.

Lo empujé contra el suelo, me apoderé de sus labios.

Honestamente no recuerdo haberle quitado el chaleco o la camisa. Ni siquiera recuerdo haberme quitado la mía.
Lo que recuerdo es la gloriosa sensación de su piel contra la mía cuando me recosté sobre su torso desnudo.

Su piel estaba caliente, y no demoré  en  recorrerle el pecho con la boca. Iruka se cubrió el rostro, dejándose hacer y  soltaba suaves gemidos con cada roce. Cada sonido que brotaba de él era como droga, deseaba más. Quería más.
Mis besos  se entretuvieron en su abdomen. Lo sentía retorcerse pero no me estaba apartando.

Sin mediar palabra, bajé sus pantalones y su ropa interior y el profirió un pequeño grito que se me antojó adorable, al sentirse descubierto. Dejé que mi aliento acariciara su erección y él ocultó nuevamente su rostro.

Iruka. – lo llamé con voz firme, separándome un poco para tomar sus manos, haciendo que las apoyase a los lados de mi cara.  Su expresión era un poema – Quiero que me veas, quiero verte mirándome. -
Él asintió. Jamás olvidaré esa cara.
Era la primera vez que compartíamos un momento tan exquisitamente íntimo y no se quién estaba más ansioso.

–Kakashi~

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Kakashi~

Musitó cuando lo rodeé con mis labios y lo hice deslizarse lentamente en mi boca. Mantuvo sus ojos en los míos. Pude sentir sus dedos enredándose en mi cabello, enviando una sensación electrizante por todo mi cuerpo. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho a causa del deseo, de la emoción, del amor y la total entrega que reflejaban sus ojos.

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