•| CAMINO DE FLORES•걸은 꽃 |• [Kim Taehyung]

•|10|•

—Debemos decidir qué haremos... —dijo Soon Hye con voz firme, aunque su mirada delataba la tormenta interna que la atormentaba.

—¿En serio estás dispuesta a arriesgar tanto por un simple humano? —la voz irritada de Taehyung rompió el silencio como un trueno seco.

—¡Hicimos un trato! —respondió ella alzando la voz—. Es todo o nada, Taehyung.

—¿Estás escuchando lo que dices? —replicó él, llevándose dos dedos a los oídos con gesto brusco—. ¡Nos están pidiendo el deseo cósmico! No es un juego.

—Es solo una ninfa —dijo ella, convencida—. Podemos ganarle. No hagas tanto drama.

—¿Drama? ¿Yo? —rió con sarcasmo, sacudiendo la cabeza—. Yo no fui la que se puso a llorar como si el mundo se fuera a acabar.

Soon Hye lo fulminó con la mirada.
—Ese llanto demuestra que entiendo la gravedad del asunto, no que me rindo —dijo con frialdad—. Fue... mi corazón.

—Las probabilidades están a nuestro favor. Al menos un ochenta por ciento. —cruzó los brazos con aparente seguridad.

—¿Y hace cuánto que no peleas de verdad, huh? —dijo el, cansado—. Esto no es una guerra santa. Aquí no hay profecías que te digan cómo terminará.

Hubo un silencio breve y tenso. Taehyung evitó su mirada.

—Taehyung... hicimos. un. trato. —repitió, entre dientes.

Él apretó la mandíbula y exhaló lentamente.

—¡Bien! —accedió al fin, con voz grave—. Pero si perdemos... la que tendrá que matarte seré yo.

Lo dijo casi en susurros, mientras se alejaba. No se dio cuenta de que Soon Hye había escuchado cada palabra.

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[>>>]

Las lunas pasaron.
El aire se volvió más denso cada noche. Soon Hye entrenaba hasta la extenuación. Taehyung, en silencio, la observaba desde lejos. En sus ojos no había burla, ni duda... solo miedo. Miedo a perderla.

Cuando la noche definitiva llegó, descendieron juntos al Inframundo. El ambiente era opresivo, más que de costumbre. En el centro de un valle gris, los esperaba Aga Khan. Sus ojos azules brillaban como hielo contra su piel roja. Con un solo chasquido, su cuerpo se multiplicó en cientos, quizás miles.

—¡Maldita sea, lo sabía! —rugió Taehyung, formando un anillo de fuego a su alrededor que desintegró decenas de copias.

Soon Hye giraba con la precisión de una guerrera entrenada, su espada cortando sin piedad cada clon que se le acercaba, convirtiéndolos en humo. Su concentración era sobrehumana.

Taehyung la miraba entre ataques.
—Tan hermosa... —murmuró sin darse cuenta.

—¡Taehyung, cuidado! —gritó ella.

Él sintió su cuerpo girar violentamente, y el impacto que le habría dado de lleno se desvió, golpeando a Soon Hye en su lugar. Ella destruyó al clon sin vacilar.

—¡¿Estás bien?! —le preguntó, agitada.

Él solo asintió, demasiado atónito para hablar.

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Las horas pasaban. Y con cada segundo, el número de clones parecía no menguar. Era como estar atrapados en un hechizo de repetición. Soon Hye jadeaba. Taehyung sangraba por una herida profunda en el costado. Una risa resonó en el vacío:

—Ese deseo cósmico... está cada vez más cerca de mí —dijo la ninfa, burlona.

Soon Hye, desesperada, creó una esfera de raíces sagradas que brotaron del suelo y rodearon a Taehyung, sellándolo dentro de un campo temporal.

—¡Soon Hye! ¡Déjame salir! —gritó él, golpeando las paredes vegetales.

Ella lo miró con el corazón en los ojos, y luego volvió a la batalla.

Disolvió la gravedad a su alrededor. Los clones comenzaron a flotar, desorientados. Una ráfaga de aire helado emergió de sus alas doradas. La temperatura descendió drásticamente, congelando lentamente a cada copia. Taehyung temblaba dentro de su prisión. No podía moverse, pero tampoco podía dejar de mirarla.

—Ahí estás... —murmuró Soon Hye al ver a la verdadera Aga Khan.

La ninfa se retorcía mientras su cuerpo comenzaba a congelarse. Soon Hye caminó hacia ella como una reina vengadora, el viento arremolinándose a su alrededor.

—¡Por favor! ¡No lo hagas! —rogó la ninfa, entre espasmos.

—Ya no puedes hacer más daño —respondió con voz baja y mortal.

Soon Hye tocó su cuello, sus dedos se deslizaron con precisión hasta hallar un pequeño collar oculto entre su piel.

—¡No! ¡Te lo ruego! ¡Dejaré a ese humano en paz! —chilló la ninfa.

—Demasiado tarde. —La diosa arrancó el collar y lo deshizo con la mano desnuda. Un grito desgarrador escapó de los labios de la ninfa mientras su cuerpo perdía todo el poder acumulado.

—No te mataré... pero supongo que nosotros ganamos —susurró Soon Hye, liberando lentamente a Taehyung de las raíces—. Ese collar era la fuente de tu poder.

Ella giró hacia él con una sonrisa. Él se acercó, cojeando. Cuando estuvieron frente a frente, ella se dejó caer en sus brazos.

—Solo estoy... un poco cansada —dijo, cerrando los ojos brevemente.

—No debiste exigirte tanto.

—Tenía que protegerte. Proteger... a todos —murmuró, sonrojándose.

—Qué ternurita...

No terminó de hablar cuando un grito salvaje los interrumpió. La ninfa, agonizante, se abalanzó con una lanza que había encontrado en el suelo. Su objetivo: el corazón de Soon Hye.

—¡Te mataré!

Taehyung reaccionó instintivamente. La empujó a un lado y recibió el golpe él mismo. La lanza atravesó su abdomen con brutalidad. En el mismo movimiento, su espada decapitó a la ninfa.

—¡Taehyung! —gritó Soon Hye, sosteniéndolo.

Él cayó de rodillas. Ella abrió un portal hacia la superficie y lo llevó con ella. Lo acostó en el suelo cubierto de césped, invocando raíces para hacer un lecho suave bajo su cuerpo.

—Déjame curarte —le dijo, con desesperación.

Usando una piedra afilada y agua, cortó su muñeca. Su sangre fluyó, dorada y brillante. Dibujó un símbolo sobre su pecho: el sello de la curación. La herida de Taehyung comenzó a cerrarse lentamente.

—No tenías por qué hacerlo... —susurró él, atónito.

—No es para tanto... —empezó a decir, pero fue interrumpida.

Taehyung la abrazó con fuerza. Ella se quedó paralizada por un instante... luego cerró los ojos.

Su herida sanó con el contacto.

¿Quién lo diría?
El Dios de la Muerte... con el poder más puro de sanación.

Soon Hye sonrió, con una ternura que no le conocía ni siquiera ella misma.