•| CAMINO DE FLORES•걸은 꽃 |• [Kim Taehyung]

•|9|•

Cubría mi rostro con ambas manos, las mejillas me ardían como brasas.
—¡No voy a poder mirarlo a la cara nunca más! —me quejé en voz baja, sintiendo cómo el calor subía hasta mis orejas—. Me voy. No, no puedo. ¡Jimin me necesita! ¡Ahg!

Respiré profundo, tratando de encontrar el control que, claramente, había abandonado mi cuerpo desde esa mañana.

—Recuerda, Soon Hye, lo haces por Jimin, por tu amigo... —me repetí como un mantra, con un largo suspiro.

Salí del agua y me vestí rápidamente, aún sintiendo la piel sensible. Seguí el rastro de pequeñas llamas que Taehyung había dejado a su paso. Iba apagándolas con mis pasos, maldiciendo entre dientes.

—¿Por qué deja tanto desastre? ¡Podría haber incendiado el bosque! —murmuré.
Sigue siendo un niño detrás de esa cara seria y esa voz grave...

Cuando regresé al campamento, todo estaba ya empacado. Taehyung estaba sentado sobre una roca, esperándome, supuse. Me miró de reojo, un leve sonrojo tiñó sus mejillas, pero desvió la vista con rapidez. Yo me sentía ridículamente incómoda, como si tuviera que disculparme por algo que no fue mi culpa. ¿Cómo iba a imaginarme que él estaría allí, justo en ese momento, viéndome con esa mirada...?

Él hizo una señal con la cabeza para que lo siguiera, y obedecí.

—¿Faltará mucho? —pregunté, intentando romper el silencio denso entre nosotros.

Taehyung se limitó a encogerse de hombros.

¿Ahora no va a hablarme? ¿Se habrá molestado?

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[Desde el punto de vista de Taehyung]

Me siento raro. Y es raro que me sienta raro con ella.
No dejo de pensar en lo que vi… en cómo se veía, en la tranquilidad que irradiaba. En sus alas. En su piel. En todo.

¿En qué momento se volvió tan difícil mirarla sin sentir que algo se me revuelve dentro?

Ella camina detrás de mí, silenciosa. Sus alas siguen ahí, desplegadas sin darse cuenta. Quizás sí escuchó lo que le dije anoche. Tal vez, solo tal vez, confía un poco más en quién es.

Quiero disculparme, lo juro. Pero no sé cómo. Y dudo que un simple "perdón por verte desnuda sin querer" funcione muy bien con ella...

De pronto, una presencia familiar, potente y desagradable se hizo notar. Nos detuvimos. La encontré.

Una entrada al Inframundo escondida entre la grieta de una montaña, como una herida en la piel del mundo.

—Es por ahí —le dije, señalando.

Ella me siguió sin dudar.

—Espera —la detuve antes de que entrara.

—¿Ahora qué? —bufó.

—No puedes entrar así nada más.

—¿Qué se supone que debo hacer?

—Tú eres una diosa de la luz... y eso no te hace muy bienvenida en mi mundo. Necesitas mi marca para cruzar.

—¿Tu marca? ¿Me vas a... marcar?

—Solo mientras estés allá. No es permanente, pero… dolerá.

—¿Crees que soy débil? —me fulminó con la mirada.

—No. Pero te advierto que es la marca de la muerte. Fuego del infierno... No es poca cosa.

—Hazlo. Ahora.

Me acerqué con cautela.

—Déjame ver tu pecho.