Capítulo 22

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—¿Oye ya estás lista para volver a Chile? —Una videollamada se ha realizado para que todos los amigos podamos conversar.

—Sí, en unas horas tomo mi vuelo.

Los chiquillos me comentan sus aventuras de verano y las cagás que se mandaron juntos, me río de solo imaginar a la Mariana corriendo de los carabineros luego de lanzar una bomba de pintura en la casa de su vecina.

—Me superan —Suelto entre carcajadas.

—¡Cierto! No me vas a creer, pero te tenemos cahuín —Habla mi amigo desde su pantalla.

Poniéndome al día con los chismes de las vacaciones de febrero, les comento una gran parte de los chascarros y accidentes causados por el Nico.

—No puedo creer que el Nico haya corrido con la manguera en la boca —Comenta la Mary mientras ríe.

—Y yo no puedo creer que la Mariana haya armado una bomba de pintura po —Todos estallamos a carcajadas.

—Mira, tengo un video.

La respuesta de mi amiga es tan rápida como el mensaje que llega al WhatsApp de mi celular, el cual suena e indica que me ha llegado un archivo bajo el nombre de ella. Al desbloquear la pantalla y abrir la aplicación, no tardo en ir a nuestro chat y ver el dichoso video que muestra como un patio y una mujer son cubiertos de pintura en cuestión de segundos.

—La vieja culiá bañada de verde es mi vecina... Puta que me cae mal —Suelta la causante de todo.

—Nos dimos cuenta —Opina la Fran —Va a tener que pintar toda su casa de nuevo.

—Pero si ese color es super lindo —La voz de la Pauli es música para mis oídos.

Todos reímos ante la inocencia de su comentario, pero aplaudimos el ingenio de la Mariana por sus conocimientos. Sin embargo, es algo de esperar de alguien que en un futuro planea trabajar en programación y en robótica.

—¡Neo a comer!

La voz de mi abuelo se escucha cerca, por lo tanto, miro hacia todos lados hasta que lo encuentro en la entrada de la terraza.

—¡Ya voy! —Vocifero antes de voltear nuevamente —Chao amigos, los veo en el aeropuerto.

Espero la despedida de todos y corto la llamada, en total son menos de dos minutos lo que me demoro en apagar el computador y en guardar el celular en mi bolsillo. Ya habiendo hecho eso, me levanto del suelo y camino hacia en interior de la casa.

—¿Vamos? —Me pregunta el hombre ya mayor.

Mi abuelo que me espera en el umbral de la puerta, me sigue una vez paso este en dirección al comedor. Con una sonrisa en los labios y gesto de mano, me indica que baje la velocidad para poder agarrar mi brazo.

—Te espero —Comento un tanto alegre.

—Muchas gracias —Suelta con la voz desgastada y añosa —Por cierto, tu nonna me dijo que usas mucho el regalo que te dimos para tu cumpleaños.

Ante su observación no dudo en asentir con la cabeza y él aprieta ligeramente mi brazo como gesto de felicidad. No duele, ni siquiera puede contar como un apretón, este es su modo de demostrar el aprecio que siente.

—No podría no usarlo, es hermoso —Mis abuelos saben que me gusta la película "Mi vecino Totoro" y me sorprendieron con una esfera musical con el emblemático personaje en su interior.

—No se hubieran molestado.

—Para que nos recuerdes en Chile —Dice entre risas.

—Jamás me olvidaría de ustedes.

BelovedWhere stories live. Discover now