Capítulo 3

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"Conchasumadre, me arrepiento"

No hace ni cinco minutos que las chiquillas llegaron a mi casa y ya tengo la piel llena de corrector y base. Mientras más tiempo pasa, menos imperfecciones me quedan en la cara y eso me parece cada vez menos realista. Sé que sonará muy raro, pero no me reconozco a mí misma con tantas capas de maquillaje.

—Victoria, siento decirte esto..., pero ¿Podríamos reducir la cantidad de maquillaje? —Ella me sonríe y suelta un suspiro.

—No serías tú si aceptaras esto en su totalidad, pero por no haberlo dicho antes tendremos que hacer todo de nuevo.

Estoy completamente segura de que esto lo hace adrede, pero mejor no opino para evitar que me llegue un golpe; aunque confieso que me causa mucha gracia hacerla enfadar.

Mientras tanto, en lo que Victoria comienza todo desde cero; otra vez. Le pide a Alexa que conecte su teléfono al sistema de sonido de la casa, ella lo hace sin problemas.

—Pincha mi lista, please.

Sin dudarlo dos veces, mi amiga de cabello rojo obedece su petición y presiona la lista que se encuentra con un nombre en caracteres coreanos. Así comienza a cargar su playlist y en el momento que empieza a sonar su música en toda la casa, el comentario de Alex no se hace esperar.

—Weona, ya estai escuchando tus bandas chi... ¡Conchasumadre!

Vi el rímel volar directo hacia mi amiga, aunque no es de extrañar, siempre veo este tipo de confrontaciones entre ellas.

—Se pasan.

Me río con fuerza al ver como arman una pequeña disputa y en como mi amiga se lanza detrás del sillón para evitar que más cosas impacten contra su cuerpo.

Victoria se vuelve a concentrar en sus malévolos trucos de maquillista, dejando en el olvido la disputa reciente.

Entre risas y anécdotas del chico que les gusta a las chiquillas, tenemos una grata y animada plática. A la vez que converso, siento el pasar de la brocha sobre mis mejillas y luego como algo suave golpea mis mejillas; no obstante, como mantengo mis ojos cerrados, no puedo distinguir lo que es.

Permanezco en silencio y me mantengo completamente relajada gracias a la delicadeza con la que me trata Victoria.

—A ver, a ver. —Mi amiga deja de pasar el rímel por mis pestañas, luego de eso me pide que abra los ojos. Se cruza de brazos—. Fuiste al gimnasio y aún así no te joteaste a Marco.

Niego. No sé cuántas veces tendré que explicarles a mis amigas que Marco solo es mi entrenador y nada más.

—Amiga, se dice ligar, no jotear. — Interrumpe la Alex.

Uh la la la señor francés —molesto —. No se dice garaje, se dice garage.

Las tres nos miramos y luego estallamos a carcajadas. Por mucho que intentemos parar por la falta de aire, no lo logramos ni un poco.

Ding Dong

—¿Qué onda?

Nico se acerca a la puerta y luego comienza a ladrar como si estuviera el diablo al otro lado. Extrañada, camino en dirección a esta y luego observo a mi cachorro.

Les indico a las chiquillas que guarden silencio, al tiempo que observo la pequeña pantalla de la cámara que da hacia el timbre. Al no moverme, Victoria y Alex se acercan a investigar, optando la misma expresión de desasosiego y estrés que yo; por lo que, en un acto de escapismo, subimos las escaleras, sigilosas como ninjas, hasta mi dormitorio.

BelovedWhere stories live. Discover now