Capítulo 29

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"Desconocida"

La filosa piedra que habían ocupado Hipo y Astrid para tallar sus iniciales en aquel árbol, se encontraba desolada en el césped, ahora, sin filo. 

La pareja estaba recostada en el suave pasto verde de la isla desolada, Astrid estaba apoyada en el pecho de Hipo mientras él recorría la blanca espalda de la rubia con sus nudillos, ella por el contrario hacía movimientos circulares sobre sus pectorales, ambos no podían quitar la sonrisa de su cara, sus cabellos estaban desordenados y únicamente traían ropa interior y una polera, querían estar cómodos pero también protegidos del frío. 

-Ni en mis sueños más...privados, me imaginé estar así, contigo. 

Astrid aclaró su garganta y observó los labios de Hipo al hablar, su voz salía ronca pero sólo lo hacía más atractivo. 

-Es lindo saber que estoy en tus sueños. 

Astrid sonrió mientras sus labios se mordían nerviosamente y trataba de no fallar en sostenerla la mirada a Hipo. 

-Siempre- contestó él.

Ambos se besaron y se quedaron así un buen tiempo, Astrid acariciaba la nuca del castaño, agarrando algunos de sus cabellos entremedio de sus nudillos, e Hipo acariciaba todo el cuerpo de su chica con delicadeza, memorizando cada curva de ella. 

-¿Puedo preguntarte algo? -dijo de repente Astrid, Hipo echó su cabeza hacia atrás para mirarla mejor y asintió

-Claro.

Ella lo observó con suspicacia y aclaró su garganta. 

-Cuando estábamos en, bueno ya sabes -se aclaró para que él entendiera el escenario del que hablaba, a lo que hipo le hizo una seña para que prosiguiera -¿estabas a punto de...?

-Oh -contestó él -yo...no, bueno...yo emm, no pude hacerlo. -se rindió y la miró con seriedad- estuve a punto, pero...creo que mi instinto me dijo que no lo hiciera, debía protegerte. 

-Sabes que puedo hacerlo sola -refutó la rubia. 

-Lo sé...pero, hay veces en las que me gusta sentir que yo te cuido, ¿sabes?, así no amenazas mi masculinidad. - contestó con humor.

-Masculinidad de mondadientes, querrás decir - contesto risueña, Hipo se volteó para mirar hacia el cielo y soltó un bufido de resignación.

-Pues este mondadientes te hizo tocar el cielo anoche, ¿o me equivoco? -debatió mientras la miraba con los ojos entrecerrados, Astrid trató de sostenerle la mirada, pero le fue imposible, la apartó avergonzada y con las mejillas levemente sonrojadas. 

-Cállate. -puso ambas palmas en la cara de Hipo para que él no observara lo débil que se volvía cuando él se ponía en modo, "Hola que tal, soy Hipo, el chico que te hará sentir orgasmos toda la noche". 

-Obstruyes mi vista -habló con una risa entremedio- Astrid....

-Esa es la idea, idiota. 

Hipo tomó sus muñecas y se volteó sobre ella para aprisionarla con las manos detrás de su cabeza, ella comenzó a reír para disimular un poco la calentura que se le estaba subiendo por la columna vertebral, ella lo observó y él la observó a ella, ambos se miraron hipnotizados por el otro, fue un momento lindo, pero cuando él se acercaba para besar los labios de la rubia, esta levantó su rodilla con fuerza golpeando en...bueno, en el "paquete" a  Hipo.

-Demonios -soltó antes de caer hacia un lado derrotado con ambas manos sobre su zona íntima. Astrid cubrió su boca para no reír, y con la carcajada atascada en la garganta tocó la cabeza del chico. 

Hermanas HoffersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora