Carmen

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Escuche su risa era ella, era ella, tenía que ser ella, la busqué con la mirada y para mi sorpresa estaba a tan solo unos 20 pasos de mi. Al escuchar su voz mi corazón dió un salto. Ni siquiera notó mi presencia, estaba sentada en una de las butacas de la cafetería, hablando por celular. Recordé que ella odiaba su voz. Colgó el teléfono y se concentró en el menú, pidió algo de beber y regresó la atención al celuar. Hacía más de dos años que no sabía nada de ella. Lucia un poco mas delgada de lo que la recordaba, llevaba el cabello largo y maquillada como siempre le gustaba estar. La verdad se veía hermosa.

La conocí de la manera más inusual. Yo solía ingresar a chats sobre videojuegos o música, pero esa tarde decidí entrar a uno diferente, sin saber eso me cambiaría la vida. Vi su nickname y me pareció el de algún chiquillo al cual podría molestar, sin embargo resultó ser una chica divertida y sagaz que conocía para mi sorpresa de Videojuegos, y música. Nos hicimos amigos muy pronto y al inicio hablábamos una o dos veces por semana y luego las pláticas se tornaron más constantes. Desde que la conocí algo de ella me atrapó y conforme más días pasaban, más quería saber de aquella chica gordita de grandes ojos cafés. Recuerdo bien la primera vez en que decidimos poner la cámara, ella estaba muy nerviosa y tenía las mejillas rojas. Puedo decir que eso me gustó. Nos volvimos cómplices cada vez más y más. Todo iba bien hasta que ella empezó a indagar sobre mi vida y eso me causó cierta incomodidad. No soy de los que cuentan su vida y no quería que ella se decepcionara de lo que yo era en ese entonces. Empezamos a tener peleas constantes y nos dejamos de hablar durante muchos días. Eso fue constante hasta que un día yo estaba tan cansado, harto y desesperado de cómo había ido mi vida en los últimos meses que terminamos teniendo una gran pelea. Me enferme y tuvieron que operarme de emergencia por una apendicitis, la cual se complicó y terminé en intensivo dos semanas, luego regresé a casa y no me conecté durante mucho tiempo. Al conectarme nuevamente me alegró saber que ella seguía ahí y volvimos a hablar. Únicamente tenía comunicación por Skype, estaba evitando lo más que pudiera enamorarme de ella pero ya era tarde.

Una noche volví a conectarme y no había ni un solo mensaje de ella, me sentí decepcionado yo mismo había causado su lejanía, probablemente ella había llegado a su punto de quiebre y no quería saber nada de mí... quizá si la hubiera buscado antes, si tan solo le hubiera mandado un mensaje, si hubiera sido lo suficientemente valiente para decirle toda la verdad... para pedir perdón y comenzar de nuevo. Y es que a pesar de las mentiras ella siempre estuvo ahí intentado apoyarme en mis malos días, y era yo el que no supo ver eso. Estaba seguro que ella no creía nada de lo que le decía, siempre buscaba algo para encontrar una pequeña pista que le dijera la verdad sobre mi. Sabía que se decepcionan porque sus ojos perdían su clásico brillo, suspiraba, medio sonreía y cambiaba de tema. Yo estaba conciente que ella era una chica que merecía todo en la vida, pero en aquel punto yo no era nadie.

Dejé de conectarme, pasaron los meses y una tarde volví a entrar y mi corazón saltó al ver un mensaje de ella, creí que esa era mi oportunidad de recuperarla y al fin contarle todo, pero era un mensaje diciendo adios, un adios definitivo. En una de nuestras peleas anteriores los dos juramos no volver a buscar al otro si algo así pasaba y ahí estaba ella cumpliendo la promesa. Desde ese momento hasta acá han pasado dos años... dos años en que la he extrañado más que a cualquier otra persona con las que haya salido y volverla a ver me reafirmo que el sentimiento por ella aun estaba ahí.

Mientras ella seguía en su teléfono un tipo le tocó el hombro, ella lo volvió a ver y sonrió, se puso de pie y le dió un fuerte abrazo, seguido de un corto beso. ¿Quién era aquel hombre? y ¿Por qué tenía que estar tan cerca de ella?. Se sentó al frente y empezaron a conversar, se le veía cómoda, demasiado cómoda para mi gusto. Ordenaron de comer y mientras esperaban continuaron charlando. Por momentos él le acariciaba el rostro o le besaba las manos, estaba empezando a enojarme y no tenía por que yo mismo la había empujado hacia donde estába.

Siempre me gustó su cabello, y ahora que lo podía ver mejor me gustó más.. — Oh, no, no..,. por favor no lo hagas... detente — ella llevó su mano derecha sobre su cabello y empezó a acomodarlo, de un lado hacia el otro. La primera vez que la vi hacer eso, causó en mí un corrientazo de energía, algo así como cuando la computadora produce un pantallazo azul, nunca un simple movimiento me había descolocado tanto. Los celos me invadieron al verla eso era mío y ahora lo usaba con alguien más. Recuerdo muy bien, que si nos molestamos por algo ella usaba ese pequeño truco para hacerme sonreir y lo lograba.

—Fernando.... Fernando

—Hmmm

—Tengo mas de 5 minutos hablándote ¿estas bien? —Una de las meseras estaba parada frente a mi reclamando mi atención.

—Si... si ¿que me decias? —La chica suspiro —Necesito la cuenta de la mesa 6.

Esa era la mesa de Carmen — yo voy a llevarla. — La mesera elevó los hombros y se retiró.

Tome la cuenta y mientras caminaba hacia ellos supe que era un error... no sabía cómo ella iba a reaccionar pero era demasiado tarde para desistir del plan.

—Su cuenta— Puse la tablilla en la mesa. Ella ni siquiera se giró a verme estaba nuevamente escribiendo en su teléfono. Me estaba poniendo nervioso si esto no funcionaba iba a volver a perderla.

—Todo bien con el servicio señorita Haner. — Ella detuvo lo que estaba haciendo y se giró para verme, sus ojos chocaron con los mios, tenia las pupilas dilatadas y la respiración agitada.

—Fer — susurro mi nombre... cerré los ojos un segundo recordando cuando en medio de nuestras charlas a altas horas de la madrugada a ella se le escapaba mi nombre en medio de un suspiro.

El hombre que la acompañaba llevó su mirada hacia ella y luego hacia mi.

— ¿Como estas? ...

Me dedique a perderteUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum