Malherida

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—¿VAS A CASARTE?!— Carmen se giró y del susto soltó las cosas que tenía en las manos. El liquido de la taza fue a dar a sus piernas, haciendo que ella se pusiera de pie para evitar quemarse, mientras que su celular se estrelló contra el piso.  —¿Te quemaste? —  Ella jaló la tela del pantalón para que no se pegara a la piel, podía ver en su cara el reflejo de dolor. Recogí su celular y la tomé de la mano casi arrastrándola hasta la trastienda.  Cuando trabajé en los restaurantes en USA, las áreas de los empleados eran poco agradables, así que al momento de abrir la cafetería quise darles un espacio decente para comer y descansar.  El lugar tenia una mesa, un bar de café, una cámara con bebidas frías y snacks, un área de descanso con TV y videojuegos. Empujé la puerta y dos de las chicas estaban en su descanso estaban divertidas viendo tiktoks, pero al verme entrar seguido de Carmen tomaron una postura seria.  —Necesito que nos dejen solos. 

—Pero aun no termina nuestro descanso —reclamó una de ellas en bajito, pero la alcance a escuchar. 

—He dicho que nos dejen solos—Alcé la voz y ellas tomaron sus cosas y salieron 

—Eso fue totalmente innecesario, Fernando — Ahora era Carmen quien reclamaba  —Exageras como siempre, yo estoy bien. 

—¡Quítate el pantalón! — Carmen negó. —Si no lo haces, te juro que voy a hacerlo yo. —Di dos pasos y ella alzó el brazo para detenerme y comenzó a desabrochar el jean.  Mientras lo hacía tomé la caja de primeros auxilios , y  del estante unos paños para sumergirlos en agua fría y ponerlos como compresas sobre sus piernas.  Al regresar Carmen revisaba sus piernas las cuales estaban rojas por lo caliente del líquido. 

—Déjame ver — Ya más calmado tomé uno de los paños, lo puse sobre sus piernas y ella se sobresaltó por el cambio de temperatura. No era una quemadura que necesitara atención médica, pero tenía que bajar el calor de la piel para poder aplicar la crema.

—¿Cuándo pensabas decirme que vas  a casarte? 

—¿Por qué nunca respondiste los mensajes que te envié?-esquivo la pregunta, lanzándome otra.

—Mujer, no me respondas con otra pregunta, sabes que odio que lo hagas.  Carmen, no tenías derecho a hacerme esto.

Carmen elevó la mirada para verme directamente a los ojos, juro que esa mujer con solo verme era capaz de derretirme y ponerme a sus pies. 

—NO, tu no tenías derecho de aparecerte en mi vida, ponerla de cabeza, hacerme creer que quizá ahora las cosas entre nosotros si iban a funcionar,  me ilusionas, juegas conmigo, y luego ¿qué? te vuelves a desaparecer un maldito mes, todas mis llamadas desviadas a buzón, los mensajes marcados como leídos, mis historias vistas, pero no tienes las bolas para responder!.  ¿Ahora que excusa tienes? 

—Carmen... No entenderías. 

— Si no me dices, no voy a entender, me estoy cansando de este estúpido juego. Pero si no quieres hablar me voy,  —Se subió el pantalón y se dispuso a marchar — Si cruzo esa puerta ten por seguro que nunca más vuelves a saber de mi. 

Estaba jodido, si no decía nada ella se iría, pero si le decía la verdad estaba seguro que tampoco iba a quedarse, de una u otra forma iba a volver  a perderla. —La manecilla de la puerta me hizo ponerme de pie y detenerla.  —Te mereces una explicación... Si no te respondí tus mensajes era porque si te decía las cosas por teléfono estaba seguro que nunca más iba a saber de ti.

 —¿Qué es, Fernando habla

—Carmen... Mónica esta embarazada y el bebé es mío. — Ella palideció y sus ojos se llenaron de lágrimas. —Es un embarazo de alto riesgo y el mes que estuve fuera fue porque estuve con ella, tuvo un episodio de presión alta y eso los puso en riesgo. 

Me dedique a perderteWhere stories live. Discover now