Capítulo IX

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Capítulo IX

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Capítulo IX

Cuando Natasha volvió en sí, lo primero que vio fue la mirada aliviada que le dedicó Steve. Se incorporó rápidamente y se sentó en el suelo, buscando a su madre con la mirada. Aún seguía sobre el piso, pálida y ensangrentada, inconsciente. El chico la ayudó a ponerse de pie y ella se acercó a la mujer, arrodillándose a su lado. Le apartó el cabello del rostro y la acarició con su mano sana, llorando en silencio. Él le había dicho que estaba viva, pero, ¿por cuánto tiempo? ¿en qué condiciones? ¿qué harían si ella quedaba con alguna secuela? ¿cómo sobreviviría ella sin su madre y sola en el mundo con su hermana?

–Ya llamamos a una ambulancia– anunció Steve, posando sus manos en sus hombros, intentando calmarla.

– ¿Qué pasó con mi padre? – preguntó, sin mirarlo. Lo había visto huir, pero no sabía lo que había pasado.

– Digamos que no se acercará por acá en un tiempo. Buscaremos una solución más permanente, ¿sí? Ahora debes estar tranquila...– pidió. El sonido de la sirena de la ambulancia los interrumpió.

Bucky salió de la casa a llamar la atención de los paramédicos y éstos entraron rápidamente, revisando de inmediato el estado general de la mujer. Hablaban entre ellos en voz baja, mientras hacían su examen y ello sólo consiguió poner más nerviosa a la chica.

– ¿Ustedes son familiares de ella? – preguntó uno de los hombres, poniéndose de pie mientras los otros dos la inmovilizaban y la subían a una camilla cuidadosamente.

– Yo soy su hija– anunció Natasha, dando un paso al frente. El hombre la miró de arriba abajo y la estudió con la mirada, así como a sus acompañantes.

– Dime que fue lo que pasó aquí– exigió, serio. Natasha pasó saliva. Si decía la verdad, se arriesgaba a perderlo todo. Absolutamente todo.

– Su esposo le hizo esto– intervino Steve, poniéndose al lado de Nat. Le rodeó la cintura con un brazo para darle valor, como prometiéndole en silencio que todo saldría bien, que ya no debía tener miedo.

– Fue, fue mi padre– asintió ella, cruzando una mirada con su novio– Estaba borracho y me atacó. Cuando mi madre intervino, mi hermana y yo huimos y pedimos ayuda– el hombre asintió, suavizando su expresión.

– Daremos aviso a la policía y tomarán tu declaración una vez que lleguemos al hospital. También la de ustedes, chicos– informó, apuntando a los dos muchachos. Ambos asintieron y los paramédicos anunciaron que la paciente ya estaba lista para su traslado– Nos la llevamos al Hospital Presbiteriano.

– ¿Puedo ir con ella? – pidió Nat, adelantándose un paso.

– Eres menor de edad, ¿no? – preguntó él, obteniendo un asentimiento de parte de la chica– Lo siento, pero no, cariño. Podrás verla en el hospital. ¿Tienes como llegar?

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