Las Motos De Bella

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Ania comenzó en el instituto de Forks, ya que quedaba más cerca de su casa que el de la reserva.

Esos últimos días ella había pasado muchísimo tiempo con Jacob, los Cullen estaban algo preocupados por Bella más que nada.

Desarrolló una buena relación con Jacob a pesar de que le diese la tabarra con "No te acerques a los Cullen ni al grupo de Sam" cuando sabia perfectamente que no iba a hacerle caso.

También se hizo amiga de Seth, por sus edades cercanas, pero se veían poco.

Jacob la llevó a saltar de los acantilados, a una altura más baja que los de Sam, a la vez que ellos lo hacían.

Se reían un poco de Ania porque pensaban que se asustaría.

Ella solo se picó y decidió subir a donde los licantropos, tirando de su primo con orgullo.

Si querían ver de qué era capaz, lo verían.

Cogió mucha carrerilla y pegó un salto enorme que alarmó a los chicos, haciendo que tanto Sam como Jacob fueran tras ella al agua para que no se ahogase.

Cuando ellos salieron no vieron a Ania en la superficie, al ocurrir eso, el resto del grupo de Sam saltó, dejando a Emily sola y muy asustada por todos, pero sobre todo por Jacob y la pequeña, el agua era muy fría para ellos.

Ania salió al poco a la superficie con una sonrisa y una preciosa caracola

- ¡Mirad lo que he encontrado en el fondo! - dijo emocionada, mostrando el objeto en su mano.

- Muy bonito, pero vamos fuera del agua, hace frío. - Jacob tiritaba ya un poco, su pelo largo se veía brillante estando mojado.

- Enana, si no estuviésemos en el mar, a 3°C te mataba. - tijo Quil, antiguo amigo de Jacob y nuevo en el grupo de Sam.

Meses más tarde los Cullen se fueron, y cuando ella quedaba con Jacob ya no era una salida de primos a hacer el mongolo o el bestia, era una salida de "Jacob, Ania y Bella".

Se metia a hacer de todo, y lo peor era que parecía una puta suicida.

Jacob iba como perro enamorado tras su amada, a seguirla en cualquier cosa, descuidando si me pasaba algo a mi.

Como una vez con las motos, Bella salió con la suya y tuvo un pequeño accidente, nada grave, pero al momento Jacob me tiró de la otra moto donde me enseñaba los controles de esta y fue a por Bella.

Al caer al suelo me hice sangre, soltando un gruñidito.

No podía tampoco culpar a Jacob por estar enamorado, pero me fastidiaba que fuese tan ciego que no veía que el corazón de quien amaba ya tenía un dueño, un nombre grabado en este, y desde luego no era el suyo, sino el de cierto vampiro, apellidado Cullen y llamado Antisocial Bipolar, digo, Edward.

Llevamos a Bella a su casa, yo trataba de no respirar, pero a medio camino sentía que no podía más en el mismo coche que Bella, demasiada sangre.

Sus ojos cambiaron a ser verde rojizo.

- Sal del coche. - oyó en su mente, una imagen de Edward apareció frente a ella. - o perderás los estribos.

- Jacob para. - pidió la medio vampiro con tono mandante, aunque no entendía qué estaba pasando.

- ¿qué dices? Estamos en medio de la nada. - Jacob se negó extrañado.

- Grita, no te hará caso. - aconsejó.

- ¡ QUE PARES O ME TIRO POR LA VENTANA ! - gritó volviéndose loca por la sangre.

- Bien hecho, así perfecto. - dijo de nuevo.

- ¡Jacob, déjala bajar! - gritó Bella a Jacob, asustada por lo que pudiese pasar, sin saber que Ania también veía a Edward.

- ¡No voy a dejar a mi prima tirada en medio de la nada! - respondió el único chico del momento a gritos.

- Finge que vas a cumplir tu amenaza, parará. - Le dió la pauta.

- Tu lo pediste. - Ania bajó la ventanilla, se puso su mochila y chaqueta y comenzó a sacar el cuerpo, al momento Jacob paró. Ania salió corriendo y Bella quedó en el coche - Gracias.

El chico salió del coche de Bella con un cabreo enorme, gritando a la menor, la cual sólo salió corriendo en dirección al acantilado donde había visto a los de la manada, huyendo del aire con el olor de la sangre de Bella.

Hubiese corrido cuál vampiro, pero Jacob la veía, y no era bueno.

Al salir del campo de visión de su primo, lo vió simplemente subir de nuevo al coche y marcharse con bella.

- Lo siento... - susurró ella, sabiendo que no podía oírla. - ¿Edward? - preguntó, extrañada y se giró a buscarlo. - ¡¿Edward?! - lo llamó.

Al no recibir respuesta corrió como vampiro por el bosque, sin mirar por donde iba.

- ¡El acantilado! - gritó Edward apareciendo.

- Saltaré si no me dices qué está pasando.  - siguió corriendo.

- Me meto en tu mente a distancia para ayudarte cuando estás en peligro o lo supones para alguien. - resumió rápido Edward, y la niña paró.

- ¿haces lo mismo con Bella? - preguntó

- Cuando está en peligro, sí. - respondió, y en ese momento todo hizo un click dentro de su cabeza.

¡Está actuando como una adicta a la adrenalina y el peligro para verte! - pensaba Ania, pensamientos que Edward no podía leer de ninguna forma, así que este desapareció de nuevo.

Decidió cazar una ardilla, tras la cual quedó llena por sangre, enterrandola con rapidez.

Luego comió y bebió su merienda, la cual había llevado en la mochila, eso quitó de su boca cualquier rastro u olor de sangre.

Se quedó asomada al acantilado por un rato, y se cruzó con Seth, el "pequeño" estaba dando un paseo por el bosque cuando la vio, y le dio tal susto que tuvo que sujetarla para que ella no cayese al vacío.

- ¡Perdón! - se disculpó poniéndola recta con nerviosismo por el accidente que casi causa.

- Necesitáis poner vallas por aquí. - dijo tras el susto y luego le ofreció una gominola al que era algo más mayor, pero era de su igual altura, chico bajilto.

- Supongo, pero arruinarían el paisaje. - comentó aceptando la comida, sentándose en una enorme roca, haciendo hueco para la chica.

- Pero se salvarían vidas, la mía por ejemplo. - Contradijo la muchacha. - ¿es cosa mía o has crecido? Antes te podía pisar levantando un palmo mi pie y ahora tengo que levantarlo dos palmos. - quiso chinchar.

- Ja ja, muy graciosa. ¿Juegas al escondite? - emocionado, eran niños prácticamente, Ania aún más, y echaban de menos los juegos ya.

- ¡Claro! - sonrió Ania, guardando las gominolas tras comer dos. - ¡pero el perdedor le debe unas palomitas al ganador! - sonrió - ¿aceptas?

- Acepto, si gano, cuando vaya al cine tu vienes conmigo y me compras las palomitas. - dio por hecho que ganaría.

- Perfecto. - estrecharon las manos y Ania comenzó a contar, dando al chico tiempo para esconderse.

Respiró hondamente y captó el olor de Seth, olía a manzana, se le hacía fácil encontrarlo en un bosque en el que no crecían manzanas.

Obviamente hizo trampas por sus super-sentidos de vampiro.

Se hizo la loca por unos minutos hasta coger al chico a punto de ganar, adoraba hacer las ilusiones de que le ganarían y luego destrozarlas.

Y colorín colorado, a Seth lo han pillado.

De Luna Llena A Luna NuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora