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Minju no le había dirigido ni una sola palabra a su madre. Tampoco había bajado a desayunar, no quería ver a su mamá. Se sentía mal, otra vez, ya estaba aburrida de sentirse así. ¿Y si era ella la culpable de que su madre haya caído en semejante vicio?
Se sentía estúpida por no darse cuenta en lo que estaba metida la mujer que le dio la vida. Muchas veces había llegado a casa con un olor horrible y con la cabeza por las nubes.
Era demasiado obvia la situación, y aun así, ella no se había dado cuenta hasta ahora que vio con sus propios ojos aquella bolsa.
Cuando su madre le avisó que la comida estaba servida con un grito bastante desinteresado, tomó la bolsa y la guardó en el bolsillo de su pantalón. Quizás... no, estaba segura de que la conversación no terminaría nada de bien. Pero ya qué, necesitaba respuestas.
Apenas la castaña puso un pie en la cocina, su madre pasó por su lado dirigiéndose a la salida.
-Necesito hablar contigo.
El tono que había usado Minju sorprendió y extrañó a la mujer. Al encararla, su rostro estaba completamente serio, eso de por si era extraño. Algo no estaba bien.
Se sentó en el sofá de la sala y Minju la siguió.
-Dime de una vez que está pasando -habló igual de cortante que siempre, no iba a demostrar que se sentía un poco inquieta por lo que la menor podría decirle.
Minju decidió ir directo al grano. A muchas personas les desagradaba el hecho de que fuera tan directa; a veces decía las cosas sin pensar y no se daba cuenta de si hería a alguien con sus palabras.
Sacó la bolsa y se la mostró a su madre. Ésta abrió mucho los ojos, notablemente sorprendida.
-¿Me puedes explicar que haces con eso? -su madre se levantó y trató de arrebatarle la bolsa de las manos, pero Minju fue más rápida y la dejó fuera de su alcance.
-Yo debería pedir explicaciones -la mujer no reconocía a su propia hija. Esta no era la Minju que veía todos los días, era una faceta totalmente diferente que nunca antes había visto en ella.
-No eres quién para pedirlas, son mis asuntos. Además ¿qué hacías revisando mis cosas?
-¿Fue por mi culpa? -eso la confundió.
-¿Qué?
-¿Comenzaste a drogarte... por mi culpa? -la mayor bufó.
-Vamos, Minju. No todo gira entorno a ti.
-Esa no fue mi pregunta -ambas estaban empezando a enojarse. Minju por no recibir respuestas y ella por el comportamiento de la menor.
-¿Para qué quieres saber? No debería importarte.
-¡Lo sé! -gritó, exaltando a la mayor. Minju era alguien bastante tranquila, tenía que estar realmente enojada para hacerlo -. ¡Sé que no debería importarme pero...! -se detuvo cuando empezó a sentir un nudo en su garganta -. Te quiero y me preocupo por mi mamá de cualquier forma...
