Capítulo 27: Dolor y besos

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Fénix quería enseñarme algo.

Yo estaba fuera de mí, como si fuera un narrador omnisciente observaba una escena extraña. No era una casa común y corriente, el lugar ni siquiera tenía un cielo, todo era oscuridad y frío. Habían muchos niños pequeños, pero no tenían cuerpos de niños humanos, y aún así yo lo sabía; eran pequeños. Lo sabía porque jugaban, porque reían, porque aunque hablaban otro lenguaje les entendía y sus conversaciones me dejaban en claro qué era cada quien.

El mayor de ellos era intervenido por sus padres y no se veía contento, miraba a la distancia a sus hermanitos y parecía que se iba a poner a llorar. Uno de los pequeños se acercaba y hacía algo que provocaba gritos en todos, pero en los padres los gritos eran de dolor.

No entendía mucho, y sabía que aún quedaba más por saber de la historia, pero entonces el efecto ya se había ido y mis ojos se abrían, pero no se encontraban con los de Fénix, sino que con los de Darren.

—¿Estás bien?—me sujetaba en sus brazos y se veía muy preocupado, su entrecejo se relajó cuando me vió reaccionar.

—¿Dónde está... Fénix?

—Se ha ido apenas hemos llegado. ¿Te atacó?

Miré a Peter desde donde me encontraba, sólo lograba ver su silueta, me hallaba un poco mareada.

—No. De hecho, creo que me ha salvado de Charlotte.

—¡¿Charlotte estuvo aquí?!—exclamó Peter alterado.

—Sí, pero Fénix se ha encargado de ella.

Darren me ayudó a quedar sentada en el sofá. Los dos me observaban con mucha atención, como si con cualquier movimiento fuera a romperme.

—¿Por qué haría eso?—dijo Peter, yo me hacía la misma pregunta—, ¿tienes alguna idea, Darren?

—No tiene razones para hacerle daño—murmuró Darren—, él no lastimará a Denisse.

—¿Acaso es un demonio racional?—habló Peter—, necesito más de esos, sin ofender, Darren.

—Quiero volver a casa—mi cuerpo se había quedado con el recuerdo del frío que había vivido en esa especie de alucinación—, necesito descansar. ¿Puedes llevarme, Darren?

—Claro.

—Por cierto, ¿dónde estaban metidos ustedes dos?

La pregunta los tomó por sorpresa y ambos dieron una explicación diferente. Jaque mate, algo me estaban ocultando, pero no tenía cabeza para descifrarlo en ese momento.

—Cuídate mucho, Denisse. Y discúlpame los inconvenientes...— Peter me dio unas palmaditas en la cabeza y me sonrió con ternura—, mañana iré a verte y te llevaré brownie hecho por mí. Soy muy buen cocinero.

—Hey—interrumpió Darren, se le veía muy serio—, ¿y a mí me llevarás?

Peter revoló los ojos.

—Está bien, también te llevaré brownie.

En el camino de regreso, mientras más detalles intentaba recordar de la alucinación, más me dolía la cabeza. Darren iba callado observándome, supongo que entendía que no me sentía bien. Al llegar a casa no encontré a mamá, y en mi teléfono vi su mensaje que decía que había tomado unas vacaciones sorpresa con Carla por dos noches. Eso, probablemente la ayudaría mucho a desconectarse y calmar su estrés. Estaba feliz por ella.

—Duerme conmigo esta noche—le dije a Darren, antes de entrar al baño para darme una ducha y cambiarme al pijama. Fue divertido ver la expresión de sorpresa en su rostro frente a mis palabras.

Confía En El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora