Capítulo 16: La máscara del Demonio

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El demonio que estaba viviendo en mi casa se volvía cada día más extraño. Sentía que llevaba puesta una máscara, porque cuando estábamos solos parecía un chico cualquiera ingenuo e incluso algo idiota y agradable, pero al recordar lo que había pasado con Charlotte, el demonio se volvía en un abrir y cerrar de ojos un ser calculador, dispuesto y capaz de hacer cualquier cosa. ¿Qué tal si acaso él se estaba haciendo el estúpido para engañarme y hacerme creer que yo estaba ganando? Debía ser cautelosa, confiar y no confiar a la vez.

Darren me estaba ocultando algo, y quizás más que eso, pero había una cosa en particular que necesitaba averiguar. ¿Por qué Darren y Peter se habían puesto de acuerdo para sacarme del lugar justo cuando Darren se enfrentara a Charlotte? ¿Qué tal si en realidad no la había matado y sólo buscaba manipularme a través de eso para que creyera en él? Ni siquiera confiaba del todo en Peter.

Moría por hablarle el tema a Cami, pero eso tal vez implicaría cierto riesgo para mi amiga y claro que no quería eso. Además, compartir con ella me recordaba que mi vida tenía escenas normales y que no todo era luchar por mantenerme a salvo.

—Niss, ¿Qué pasa?

No iba a decírselo. No era la idea más brillante, definitivamente.

—Cami... necesito tu ayuda. Papá me escribió una carta para mi cumpleaños y yo todavía no soy capaz de leerla.

—¿Quieres que la lea contigo?

—Quizás podrías leerla tú y si tuviera algo que consideraras que necesitara saber, pues...

—No haré eso. Debes saber qué dice, Niss. Mira, yo sé todo lo que pasó con tus padres, pero también creo que es necesario que escuches, que sepas la visión de ambas partes. No quedarte solo con una.

—Sé lo suficiente y aun así no puedo.

—Entiendo que es complicado, pero no deberías seguir evitándolo. El problema nunca se irá si continuas actuando del mismo modo.

Concentré mi vista en los cordones desabrochados de mis zapatos. Era ridículo que todavía no aprendiese a abotonarlos bien y también era ridículo el que me costara tanto afrontar la realidad. A fin de cuentas sabía que Camila tenía mucha razón, pero me daba miedo actuar.

—Ya, te acompañaré a tu casa después de clases, ¿vale? La leeremos juntas—Cami me regaló una sonrisa compasiva y se hincó en el suelo para ayudarme con mi problema de cordones—, es increíble ver cómo eres tan madura e inmadura a la vez.

—Entonces te esperaré al terminar el día.

A veces lamentaba que Camila y yo no asistiéramos a la misma escuela. Sería más sencillo y divertido tenerla cerca, aunque tampoco me quejaba. Mi escuela no estaba para nada mal. Era un lugar común y corriente, con buenos maestros y una arquitectura simple.

No solía juntarme con un grupo definido de personas, más bien solía ir variando. Era algo bueno, porque de ese modo no dependía de nadie.

—Tenemos nuevo directorㅡHabía alcanzado asiento casi al final del salón, junto a Riven, uno de mis compañeros de clase con el que más hablaba por lo general.

—¿Qué pasó con la directora?ㅡFer se había ubicado detrás de nosotros y se inclinaba a la vez que apoyaba los codos sobre la mesa para unírsenos todavía más.

—Nadie sabe. Aunque creo que lo vi al llegar esta mañana, pero no estoy seguro se veía demasiado joven para ser Directorㅡopinó Rivenㅡ, tal vez nos visite, considerando que ha llegado recién este semestre.

—No importaㅡsoltéㅡDe todos modos nunca me meto en problemas.

ㅡDenisseㅡUno de mis compañeros se acercó a hablarme. Sabía que se llamaba Alex e íbamos cursando juntos desde el año anterior, pero más que su nombre y él el mío, poco sabíamos uno del otro.

Confía En El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora