Capítulo 5: En la puerta hacia el infierno

3.6K 387 77
                                    

Cuando eran al rededor de las 3 de la tarde, mi abuela y yo habíamos salido a visitar a una de sus amigas. Ella vivía a unos 10 minutos de distancia caminando. La abuela llevaba un pie de limón que había dejado preparado desde la mañana, y aunque se trataba de mi postre favorito, yo no tenía ningún atisbo de llegar a sentir hambre, traía el estomago revuelto desde la noche pasada tras el asunto con el abuelo. Los nervios me carcomían terriblemente.

—Ella te conoce, pero no sé si tú te acordaras de ella, se llama Gladys—decía la abuela cuando ya estábamos llamando a la puerta-, de todos modos sino te acuerdas, dile que sí. No notará que no sabes, sólo le gusta hablar así que no hará preguntas.

Poner atención al mundo real me resultaba súper difícil cuando mi cabeza no quería callarse. Mi foco estaba sólo en dos personas; mi abuelo y el demonio. Bueno, quizá solo en una persona en realidad, porque Darren bueno... Es diferente.

A los 3 minutos de haber entrado a la casa de la amiga de mi abuela, ya nos hallábamos comiendo y con una taza de té de servida. Al parecer ella ya tenía todo listo para recibirnos y tal como la abuela había dicho, noté lo mucho que le encantaba hablar.

Algo que llamaba mi atención era la cantidad de gente que se paseaba por la casa, cada cinco minutos más o menos ya se veía a alguien por el comedor. Al principio saludaba, pero después me parecía hartante tener que hacerlo a cada segundo, así que sólo me limitaba a hacer un gesto con la mano. Otra cosa curiosa, era que al parecer a toda la familia le gustaba mucho hablar, porque de un momento a otro pasamos de ser 3 personas sentadas alrededor de la mesa, a ser 7, y todos parecían que hablaban al mismo tiempo, nunca había un momento de silencio. Para ser honesta, me sentía incomoda.

—Por estos días son las fiestas de aniversario del pueblo, mucha gente joven va, ¿tu nieta está enterada, Anna?

—¿Vive gente joven por aquí?-Yo me había echo la misma pregunta en mi cabeza, pero quien también lo pensó y lo dijo fue un chico que parecía tener mi edad y que se encontraba en la mesa con nosotros. No recordaba su nombre o si acaso lo había dicho.

—Lo había olvidado por completo, ¿Te gustaría ir, Denisse?

—Podrían ir tú y Peter-continuó diciendo Gladys, la amiga de mi abuela-, mi nieto se ha quejado toda la semana de que este lugar es aburrido.

—¡Eh! No es así abuela, me la he pasado bien contigo, pero a veces me siento un poco perdido entre tanta gente viej... digo, mayor.

—¿Qué dices, Denisse?

Para ser honesta mi cabeza seguía estando la luna, sólo había puesto más atención al escuchar mi nombre.

—¿De qué?

—De salir a esa fiesta, ¿Cuándo es que es?

—Hoy a las 9 de la noche, es al aire libre y hay música de esa que escuchan los jóvenes. Esos chinos que salen en la tele y sus cantantes de reggeaton.

—Abuela, no son chinos-dijo el chico, cual aún desconocía su nombre-. Y no sé si sea buena idea ir. No conozco a nadie.

—Yo tampoco-apoyé—, ¿vamos entonces?

—Ya, vale—el chico me sonrió con un cierto aire tímido que me pareció bastante lindo.

A todo esto, llevaba como 4 tazas de té y 5 trozos de pie comidos. Así es, prácticamente me lo estaba comiendo todo yo sola, pero en mi defensa no había comido mucho desde la mañana y aunque pensaba que no tenía hambre, apenas di el primer bocado al dulce mi apetito despertó.

Tuve que abandonar el comedor y ponerme en búsqueda del baño. La casa era de techos altos y de muchas habitaciones. Llevaba 3 intentos fallidos y cuando estuve a punto de volver al comedor para preguntar, divisé a alguien caminando al fondo en el pasillo.

Confía En El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora