.71. Los Mundiales de quidditch.

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- Lo único que sé, es que iremos también - comenta James - Me siento emocionado como si estuviera allí.

—Hay asientos para cien mil personas — nos explicó el señor Weasley, observando la expresión de sobrecogimiento de Harry —. Quinientos funcionarios han estado trabajando durante todo el año para levantarlo. Cada centímetro del edificio tiene un repelente mágico de muggles. Cada vez que los muggles se acercan hasta aquí, recuerdan de repente que tenían una cita en otro lugar y salen pitando... ¡Dios los bendiga! — añadió en tono cariñoso, encaminándose delante de los demás hacia la entrada más cercana, que ya estaba rodeada de un enjambre de bulliciosos magos y brujas.

—¡Asientos de primera! — dijo la bruja del Ministerio apostada ante la puerta, al comprobar sus entradas —. ¡Tribuna principal! Todo recto escaleras arriba, Arthur, arriba de todo.

Las escaleras del estadio estaban tapizadas con una suntuosa alfombra de color púrpura. Subi con la multitud, que poco a poco iba entrando por las puertas que daban a las tribunas que había a derecha e izquierda. El grupo del señor Weasley siguió subiendo hasta llegar al final de la escalera y nos encontramos en una pequeña tribuna ubicada en la parte más elevada del estadio, justo a mitad de camino entre los dorados postes de gol. Contenía unas veinte butacas de color rojo y dorado, repartidas en dos filas. Tomé asiento con los demás en la fila de delante y observé el estadio que teníamos a nuestros pies, cuyo aspecto nunca hubiera imaginado.

- Los mejores lugares - comenta Sirius - Cornamenta debes estar maldiciendo a cierta persona.

- James, no digas groserías delante de los niños - le dice su madre - Podrás ir y disfrutarlo, igual que todos.

- De acuerdo, pero es un Mundial increíble - le responde.

- La descripción no le hace justicia al estar allí en vivo - le digo - Te va encantar.

Cien mil magos y brujas ocupaban sus asientos en las gradas dispuestas en torno al largo campo oval. Todo estaba envuelto en una misteriosa luz dorada que parecía provenir del mismo estadio. Desde aquella elevada posición, el campo parecía forrado de terciopelo. A cada extremo se levantaban tres aros de gol, a unos quince metros de altura. Justo enfrente de la tribuna en que nos hallabamos, casi a la misma altura de nuestros ojos, había un panel gigante.

Unas letras de color dorado iban apareciendo en él, como si las escribiera la mano de un gigante invisible, y luego se borraban. Al fijarme, me di cuenta de que lo que se leía eran anuncios que enviaban sus destellos a todo el estadio:

La Moscarda: una escoba para toda la familia: fuerte, segura y con alarma antirrobo incorporada ...

Quitamanchas mágico multiusos de la Señora Skower: adiós a las manchas, adiós al esfuerzo ... Harapos finos, moda para magos: Londres, París, Hogsmeade...

- Hasta en eso ustedes son geniales - les dice mamá.

- Pues pronto podrás conocer cada rincón - le comenta Leo.

- Al fin podré llevarte de compras al mundo mágico - le dice Lily.

- Mamá tiene un excelente gusto - comento y ella me sonríen - Habrá prueba de eso durante la historia, papá lloró y eso no es fácil de conseguir.

- Ahora me siento preocupado.

Aparte los ojos de los anuncios y miré por encima del hombro para
ver con quiénes compartíamos la tribuna. Hasta entonces no había llegado nadie, salvo una criatura diminuta que estaba sentada en la antepenúltima butaca de la fila de atrás. La criatura, cuyas piernas eran tan cortas que apenas sobresalían del asiento, llevaba puesto a modo de toga un paño de cocina y se tapaba la cara con las manos. Aquellas orejas largas como de murciélago me resultaron curiosamente familiares...

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now