Sesión número 15

Start from the beginning
                                    

—Yo... lo siento... no me siento muy bien hoy.

Eso es evidente, cariño —dijo—. Lamento haber sido tan insistente, pero tus amigas me dijeron que estabas resfriada cuando fui a comer y estuve esperando que me escribieras para ver qué íbamos a hacer con nuestra sesión... Y a falta de mensajes y llamadas... me preocupe.

¿Por qué no era el ogro que mis amigas creyeron en un principio? Eso me haría más fácil la tarea de marcar los límites, pero no... el tonto tenía que ser atractivo, amable y más tierno que un osito. ¡¿No entendía que de esa forma me gustaría más?!

—Tranquilo... yo entiendo.

¿Estás tomando algo?

—Ah... pues... me tomé un té esta mañana y una pastilla para el dolor de cabeza.

¿No tienes antigripales en casa?

Pues... si no me lo había tomado era porque no lo tenía, pero me guardé mi sarcasmo para mí solita.

El silencio habla por ti, gatita —resopló—. ¿Te parece bien si voy a tu casa a llevarte las medicinas?

—¿Y tu trabajo?

Tengo bastante adelantado... y como mañana tenemos una fiesta de la empresa, todos están enfocados en eso —explicó—. ¿Algo más que quiera la señorita?

Pues... si le decía que quería que fuera mi enfermero personal, se iba a reír de mí, así que opté por pedir comida. Victor colgó, diciendo que estaría en casa pronto y me sentí un poco más tranquila, porque por lo menos podría comer y seguro el antigripal me caería de maravilla. Lo malo fue que... al estar un poco más consciente, tomé en cuenta el pequeño, minúsculo detalle de que debía estar hecha un desastre.

—Ay, no. No, no, no.

Me levanté de mi cama y me observé en el espejo: mi cabeza parecía un nido de pájaros y ni hablar de las ojeras y de mi piel pálida. ¡Parecía un zombi! Me giré y vi todos los papeles en el piso y los trapitos que había usado para refrescarme cuando me sentí caliente.

—No puedo permitir que vea esto.

Como si me hubieran inyectado una corriente de energía, recogí todos los pañuelitos y los lancé los paños en la cesta de ropa sucia. Me peiné como pude y al final terminé haciéndome un chongo que recogía gran parte de mi cabello, dejando suelto los mechones más cortos. No podía hacer nada por mis ojeras y mi palidez porque no era normal que uno se maquillara estando enfermo, ¿cierto? Me cambié el pijama por algo más decente y cuando medio estuve satisfecha... me dejé caer de nuevo en la cama. Low battery de nuevo, señores. Caí en la inconsciencia.

No supe cuánto tiempo me quedé dormida. Al escuchar el lejano sonido del timbre, parpadeé confundida y me levanté como pude... ¿Quién podía ser? La sinapsis fue reiniciándose, poco a poco, y entonces recordé que Victor me visitaría.

El suelo se tambaleó bajo mis pies cuando me levanté y tuve que sujetarme del armario. Fui dando tumbos hasta que logré llegar a la puerta y al abrirla, simplemente me dejé caer.

—¡Hey!

Sentí unos brazos alrededor de mi cintura y ya después... nada.

Cuando volví a abrir los ojos, estaba en mi cama y Victor estaba sentado a mi lado.

—Tenías la fiebre muy alta —dijo, frunciendo el ceño—. No has comido nada en todo el día, ¿verdad?

—No tenía ni fuerza para levantarme de la cama —susurré.

21 preguntas para enamorarseWhere stories live. Discover now