Vladimir Putin y el Tesoro de Baba Yaga 2

59 2 0
                                    

Igor habla durante todo el translado. Sobre los desinteresados funcionarios del presidente llueve una tormenta de anécdotas, recuerdos, chistes,  malos los que no se conocen, buenos los conocidos, lo que al caso es lo mismo; opiniones sobre cocina, sexo, cantantes sexys y hasta buenos datos sobre caballos componen el chaparrón que Igor, cual dios de la tormenta, despliega sobre los desinteresados y ahora aburridos funcionarios del presidente.

— Llegamos. — Dice el funcionario alto y fornido que le abre a Igor una puerta blanca como las nubes que se imaginan los niños.

—¡Gracias a Dios! —Agrega en tono sarcástico, el funcionario bajito que hace entrar a Igor en la habitación al empujarlo por la espalda.

La habitación es muy sobria: dos sillas de madera, unos cuadros con escenas de caza y funcionarios bigotones; una planta bastante anodina y una mesita componen todo su decorado. Igor no se sienta, camina de un lado a otro, nervioso, pensando en mil cosas a la vez; hasta que se da cuenta de que debe armar las piezas del puzzle del durmiente.

"El durmiente" piensa y se rie mientras juega con su sombrero. Definitivamente es un buen nombre, uno bastante romántico y casi filosófico; "como el alma Rusa" piensa y sonríe. El asunto aquí, le dice otra vocecita en su cabeza menos fantasiosa y más pragmática, es saber que le ocurrió al durmiente y que relación tiene con esta inesperada invitación. Asi que empieza a usar todos sus poderes deductivos, y, después de un momento...¡esta más confundido! Así que se sienta a esperar.

— El presidente lo espera. —Una esbelta mujer entra y hace el anuncio — Por favor apresurese. —Agrega ella al ver la parsimonia de Igor.

—Si, si... ¡claro!

La mujer lo escolta por un laberinto de pasillos, pasillitos,escaleras, salidas a jardines insospechados y retornos que lo marearon. "Creo que he visto esa pintura de perritos anteriormente" piensa, y de hecho, está en lo cierto.

Llegan a un pasillo largo y ancho que desemboca en una puerta de madera de roble. A Igor le da la impresión de que por esa puerta puede entrar un gigante. Esperan a que el personal de seguridad revise a Igor.

—Espere un momento, lo voy a anunciar. —Ella entra en la oficina y luego de un momento lo hace pasar.

El presidente se encuentra sentado en su escritorio con el mentón descansando sobre los puños, los brazos relajados y los ojos semicerrados. Da la impesión de estar concentrado en otro punto de la existencia ó meditando en algo profundo. "Se durmió" piensa Igor, quién como todo filosofo solo valora su propio sistema, Vania - la mujer que lo ha escoltado hasta aquí - permanece quieta y con los brazos cruzados en la espalda. Al fin, el presidente Vladimir cambia su postura y se levanta yendo con Igor.

— Un placer conocerlo, Sr Presidente.

— El placer es mio, detective. —Igor jura que el presidente ha arrugado la nariz y se da cuenta de que puede ser por el Vodka de está mañana.

—Vania, puedes retirarte.

—Si, señor presidente. — Ella se da vuelta y se va de la habitación con la gracia de una pluma que flota en el aire.

Igor recién se da cuenta de lo bella que es la mujer que acaba de dejar la oficina y lamenta que su nerviosismo no lo hubiera dejado apreciarla anteriormente.

Vladimir le señala  una silla enfrente de su escritorio a Igor. Este se sienta ya más calmado aunque lleno de recuerdos de los diferentes casos en los que ha trabajado. Incluyendo el de la "gallina de Lushenko" . Qué raros e inoportunos son algunos recuerdos.

— Esperaremos por su compañero Vassily. —Le dice el Presidente.

—¿Quién? — Responde Igor que sufre de una especie de amnesia temporal, luego se recompone y trata de arreglar el entuerto. Si, claro...¡Lo que Usted diga Presidente!

Vladimir Putin y el Tesoro de Baba YagaWhere stories live. Discover now